Letra S, 6 de febrero de 1997


Estarán accesibles los nuevos antivirales en hospitales del sector salud: Conasida



Incorporar al catálogo de medicamentos del sector Salud los nuevos fármacos contra el sida, para hacerlos accesibles a la población afectada que cuenta con seguridad social; crear un fondo financiero para la compra de medicamentos destinados a las personas con VIH/sida sin seguridad social y sin recursos; y la instalación de tres laboratorios donde se realicen las pruebas de la carga viral, son algunos de los principales objetivos anunciados, en cuanto a control de la epidemia del sida se refiere, en el Programa de Salud 1997.

Luego de la publicación de dicho programa en los principales diarios del país, el martes 28 de febrero, el Consejo Nacional para la Prevención y Control del Sida (Conasida), emitió un boletín de prensa en donde informa de lo avanzado hasta ahora en el logro de esos propósitos.

Crixivan, primer inhibidor aprobado

El primer paso fue acelerar los trámites de registro correspondientes para la comercialización de los últimos medicamentos antivirales, llamados inhibidores de proteasa, disponibles en el mercado internacional. De esta manera, se les otorgaron permisos de excepción a los nuevos fármacos ``que ofrecieran una alternativa para mejorar la calidad de vida de cualquier paciente''.

En 1996, según el boletín de Conasida, se otorgaron permisos de excepción a tres de estos inhibidores que habían sido aprobados por la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos: Indinavir (Crixivan), Saquinavir (Invirase) y Ritonavir (Norvir). Tan sólo seis meses después de su aprobación internacional.

El siguiente paso fue el registro definitivo de esos antivirales, con todos los lineamientos establecidos; lo que permitió solicitar su introducción al catálogo de medicamentos del sector Salud. De esta manera, informa Conasida, ``el proceso de inclusión de los inhibidores de proteasa al catálogo de medicamentos se encuentra en fase avanzada, siendo el sulfato de indinavir (Crixivan) el primero ya incluido de este grupo''. Esta medida favorece a los pacientes afectados por el VIH con derecho a los servicios de seguridad social existentes en el país. Además del Indinavir (Crixivan), se encuentran incluidos en el catálogo antes mencionado la Zidovudina (AZT), la Didanosina (ddI) y la Zalcitabina (ddC). Cabe aclarar que los medicamentos que se integran en el cuadro básico son aquellos que están disponibles en el primer nivel de atención, a diferencia de los incluidos en el catálogo de medicamentos, disponibles sólo en el segundo nivel, es decir en centros hospitalarios especializados.

Fondo para la compra de medicamentos

Según información proporcionada por el boletín de Conasida, a petición del Secretario de Salud un grupo de investigadores de la UNAM desarrolló un proyecto de fideicomiso para la compra de medicamentos destinados a las persona con VIH/sida que no tienen acceso a esos medicamentos a través de la seguridad social o que no cuenta con recursos económicos suficientes para adquirirlos. Este proyecto será coordinado por investigadores de la UNAM, con el apoyo de la Secretaría de Salud, a través de Conasida, y con la participación de miembros de la sociedad civil y de personas que viven con VIH/sida, lo que garantizará la transparencia en el manejo administrativo del fondo financiero, según detalla el boletín mencionado.

El proyecto de fideicomiso fue presentado en noviembre de 1996 por el Secretario de Salud, y en diciembre de ese año en la Facultad de Medicina por los investigadores que lo realizaron.

La prueba de la carga viral estará disponible en México

Para `monitorear' el avance de la infección del virus de la inmunodeficiencia humana y la respuesta del organismo existen dos métodos de laboratorio: el conteo de linfocitos CD4, índice confiable para pronosticar el riesgo de desarrollar enfermedades oportunistas, y para determinar el inicio de los tratamientos contra ellas; y la cuantificación de la carga viral, es decir la medición de la cantidad de virus circulante en el organismo de la persona infectada, indicador muy útil para definir el inicio del tratamiento con antirretrovirales y para evaluar la eficacia de esos fármacos. Pero en México sólo se realiza el primero. Sin embargo, informa Conasida, ``ya se están analizando los recursos, infraestructura y personal que se requieren para establecer la prueba de la carga viral en algunos laboratorios del país''. El primero de ellos estará ubicado, según la misma fuente, en el Instituto Nacional de Diagnóstico y Referencia Epidemiológica (INDRE) de la Ssa. Además ahí se realizará, en febrero y marzo, la evaluación de las técnicas disponibles actualmente, una vez capacitado el personal que se hará cargo de aplicarlas. Hasta el momento, son dos las técnicas para la cuantificación de la carga viral que ha solicitado y obtenido el registro para su comercialización en nuestro país.

Por último, informa Conasida en su boletín, que la Guía para la Atención Médica de Pacientes con Infección por VIH/sida en Consulta Externa y Hospitales, modificada y actualizada, ya está disponible y ha sido distribuida a los Servicios Estatales de Salud de todo el país para su conocimiento, difusión y aplicación.

Medicamentos Antirretrovirales

Nombre

Autorización

EU (FDA)

Autorización

México (Ssa)

Registro

Ssa

Catálogo de

medicamentos

Zidovudina

(AZT/Retrovir)

19-III-87

Uso en adultos

1991

Didanosina

(ddI/Virex)

9-X-91

1992

Zalcitabina

(ddC/Hivid)

19-VI-92

1995

Stavudina

(D4T)

27-VI-94

No

No

No

Lamivudina

(3TC/Epivir)

17-XI-95

26-XI-96

No

Ritonavir

(Norvir)

1-III-96

26-X-96

Permiso

excepción

No

Indinavir

(Crixivan)

14-III-96

26-XI-96

Saquinavir

(Invirase)

7-XII-95

26-XI-96

No

Nevirapina

(Viramine)

7-VIII-96

Sin solicitud

Fuente: Conasida



Rehenes del prejuicio y la ignorancia

Lilia Rubio



Acorralados, viven en un edificio donde la ignorancia, el prejuicio y la prepotencia los han convertido en rehenes de su propia casa. Desde que hace dos años la vecindad se enteró de que Salvador Parra tenía sida, su vida y la de su familia se ha convertido en un infierno.

Llegamos a la colonia campestre Aragón a platicar con él. Rosa Ramírez Ortiz, su madre, nos muestra los vidrios de la ventana que Rubén García, el hijo del dueño de la vecindad y sus secuaces, rompieron para robar un extractor, dinero, ropa y unas esclavas de oro, que Salvador había comprado, para que los suyos pudieran cubrir los gastos del entierro cuando él muriera.

La familia ya lleva ocho años viviendo allí y hace seis que al joven supervisor de producción en compañías galleteras lo diagnosticaron como seropositivo y hace año y medio tuvo que dejar el trabajo. Su pensión mensual es de 630 pesos.

De entonces para acá, Salvador y Rosa se la han pasado infructuosamente en la 16va. delegación Gustavo A. Madero, levantando actas contra robo y ataques físicos y morales, así como en hospitales, porque ella sufre de descargas neurovegetativas y necesita que la operen. El ya lleva cinco intervenciones quirúrgicas: tres de los intestinos y dos de ganglios en la pierna.

Ante tan desesperada situación, acudieron a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), donde los han estado asesorando para liberarse de tantas irregularidades legales, así como de burócratas y judiciales corruptos.

No por nada, Rosa llora. No por nada, Salvador tiene los ojos hundidos y tose a cada rato, pero muy bajito, como si temiera que también las paredes fueran a condenarlo. He aquí lo que nos dijo:

``Todo empezó cuando perdí mucho peso y le preguntaban a mamá qué tenía. Ella les decía que problemas en el páncreas. Se supone que por esa época una tía de ellos me vio salir de Infectología. Desde entonces, a todos nos gritan que somos unos sidosos asquerosos, y aparte de que allanaron violentamente el departamento, vienen y se orinan en nuestra puerta y echan la suciedad del perro. Los demás vecinos no hacen nada, porque les tienen terror. A una señora hasta la hicieron abortar, pero nadie se atrevió a ser testigo. A nosotros nos amenazan con que al entrar nos van a ``picar''. Andan armados y se suben a la azotea a tirar balazos. A mamá le cobraron 150 pesos por un tubo del tendedero y le tiran la ropa, porque dicen que está impregnada de sida y que los vamos a contagiar pasando cerca de sus puertas.

``Ya todos en la cuadra están enterados y se me quedan viendo muy raro. Algunas marchantes en el mercado me niegan los productos o me dan el cambio sin siquiera rozarme la mano. Aquí al lado, hay una señora que nos había ofrecido dos cuartos, pero viendo las veces que han venido las patrullas y los judiciales, ya mejor se echó para atrás, por temor a las represalias.

``Además, nos amedrentan diciéndonos que tienen primos, licenciados, actuarios, judiciales, contadores y todo un mundo de profesionales a su servicio. Dicen que el papá del novio de una de las hijas trabaja como chofer en Presidencia y que, con sólo una llamada, pueden hacer que le cueste el puesto a quien nos ayude. Con la mano en la cacha de la pistola, Maximino le dijo a mi madre que `licenciados, aquí, nada. Aténgase a las consecuencias y hágale como quiera. Gracias a Dios todavía tengo mucho dinero para comprar a cualquier abogadillo.' Su hija, Leticia, nos ha dicho que `con dinero baila el perro' y que con la mano en la cintura nos saca de aquí, porque ella no quiere tener a muertos de hambre. `Maldita bruja sidosa, se los va a cargar la chingada. ¡Váyanse a tiznar a su madre!', gritó el otro día.

``Lo primero que el doctor me mandó es tranquilidad y reposo para que el virus no me afecte tan rápido. Cuando les pedimos que dejen de agredirnos se ríen y nos quitan el agua, bajan la luz, arrancan los cables del teléfono y meten el pasador de la puerta del zaguán para que no entremos.

``Cuando levantamos el acta, el licenciado dijo que no podía obligarlos ni a que nos corrieran ni a que nos siguieran alquilando, pero recomendó que depositáramos las rentas. Ellos nos advirtieron que si se nos ocurría hacerlo, nos iban a vaciar la carga de la pistola. Les dijimos que entonces ese sería el remedio, porque nosotros no dábamos problemas de ninguna índole.

``El argumento que dan es que los inquilinos les dijeron que si a tal fecha no nos desalojan, todos se les echarán encima, porque mi enfermedad es totalmente contagiosa, por las excreciones, la saliva, al momento de hablar y toser y todo lo demás. Es por eso que a gritos me dicen, `¡Sidoso desgraciado, no te queremos aquí!'.''

Cuando eso sucede, los vecinas cierran las puertas, corren sus cortinas y aquí no hay nadie, no vive nadie. Es un edificio fantasma.