La cuestión ya no consiste --por lo visto-- en el móvil del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, ni en el origen de los cuantiosos depósitos de Raúl Salinas de Gortari, conectado éste con Salinas Pliego, otros empresarios y su propio hermano. Ahora el asunto estriba en el origen de la osamenta de El Encanto, las visiones de La Paca, las estupideces de Chapa Bezanilla y los errores de Lozano Gracia. El PRI logró cambiar todo súbitamente: durante meses acechó el momento para operar la voltereta.
El Procurador del Distrito Federal ha sido presentado como un héroe por haber aclarado, por fin, que los huesos ``hallados'' por Chapa habían sido ``sembrados'' por La Paca, lo cual era muy sencillo de averiguar ya que esta señora vidente le había dado el pitazo al Ministerio Público: ella tenía que saber de dónde había salido el cadáver.
Pero lo más difícil --el esclarecimiento de un crimen político, sus móviles, los posibles trafiques y otros muchos delitos que pueden estar detrás del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu-- sigue sin esclarecerse. La policía ha logrado pillar a unos presuntos responsables de delitos relativamente menores, pero los peces grandes siguen por ahí en circulación.
Mario Ruiz Massieu declaró en Estados Unidos que Carlos Salinas de Gortari le regaló unos 800 mil dólares. ste probablemente lo hizo, pues logró repartir 800 millones de dólares en bonos sexenales entre sus más allegados. Esta cantidad (unos dos mil 500 millones de pesos de entonces) fue erogada directamente desde el Ramo 23 del Presupuesto federal y existe el registro en la Cuenta Pública de 1994. Sin embargo, ni el actual Procurador (supuestamente sin partido) ni el anterior (del PAN) ni el Contador Mayor de Hacienda (del PRI) han movido un dedo para averiguar el escandaloso e ilegal reparto de recursos públicos.
El señor Lozano Gracia se lavó las manos en el caso Tabasco, donde Madrazo Pintado gastó 70 millones de dólares, de tal manera que el Ministerio Público no conoce oficialmente la procedencia exacta de tan grande cantidad de dinero. Pero lo que sí sabemos es que una parte de aquel gasto se realizó en la campaña de quien hoy es Presidente de la República. ¿Qué intereses fueron los que realmente afectó Lozano Gracia en su gestión como jefe del Ministerio Público federal? Encarceló a Raúl Salinas --hermano de quien ya no es--, pero protegió a quien ahora sí es y a los allegados de éste. No se conoce, por lo demás, ninguna investigación seria de actividades de Carlos Salinas, entre ellas, esa misma de los 70 millones de dólares de Tabasco, pues quien los suministró debió haber sido el mismísimo titular del Ejecutivo para que los gastaran el candidato a Presidente y el aspirante a gobernador, ambos del PRI.
Raúl Salinas de Gortari pudo haber sido una especie de tesorero y cobrador de algunas operaciones ilegales de su hermano, pues nadie va a creer que aquél le haya prestado dinero a Salinas Pliego con una tasa mayor que la del mercado, y que éste no le haya preguntado al supuesto prestamista de dónde había sacado tan elevada suma. Tampoco se puede creer que varios empresarios le hayan entregado a Raúl Salinas millones de dólares sin pedirle a éste siquiera un recibo. Eso sólo lo ha creído el Ministerio Público Federal, es decir, Lozano, primero, y Madrazo Cuéllar, ahora.
Los huesos del consuegro, La Paca, la amante de Raúl Salinas, el yerno de la vidente, el pago de testigos y otras dulzuras de la picaresca nacional son tan sólo bolas de humo que el gobierno está arrojando sobre la sociedad para ocultar lo verdaderamente importante. Con todo lo grave que pueda ser la presunta conducta de Chapa Bezanilla en el trato con los testigos del proceso contra Raúl Salinas, el asunto original ha quedado opacado: la operación voltereta ha dado resultado, aparentemente.
Ernesto Zedillo empinó al PAN para que uno de sus más importantes dirigentes (su coordinador parlamentario) tomara la dirección de la Procuraduría General de la República y cargara, así, con todo el descrédito de la procuración de justicia. El Presidente logró su propósito y los panistas han tenido que pagar las consecuencias de su colaboración con el irreformable sistema de partido-Estado, es decir, con el priísmo. Calderón Hinojosa, presidente del PAN, explica su desacierto con la afirmación de que era la justicia el eslabón más quebrado de las instituciones nacionales y había que colaborar para recomponerla, pero no era esto lo que podía hacer un procurador panista, sino embarcarse en una empresa imposible que terminó por desacreditarlo a él mismo y a su partido. El cambio que México requiere no se puede llevar a cabo bajo una política colaboracionista, sino a través de la persistente y sistemática lucha por reformas democráticas de fondo. El sistema de partido-Estado no es ``perfectible'' sino superable.
No puede haber ``aterrizaje planeado del sistema'', como lo planteó el PAN desde 1988, sino superación del régimen político para entrar a la democracia. La gestión de Lozano, la manera en que Zedillo lo elogió, lo hizo su cómplice y lo despidió casi a patadas, es apenas una muestra de los desaciertos del PAN, la perfidia del poder y la vigencia de los postulados democráticos.
No se vale dejar de sacar conclusiones de todo esto.