Guillermo Almeyra
La seriedad de la prensa ``seria''

Como los lectores de La Jornada recordarán, Fausto Bertinotti, diputado y líder de Refundación Comunista de Italia, visitó --con una delegación de su partido-- Cuba (donde se entrevistó dos veces con Fidel Castro ) y México (donde se entrevistó con el subcomandante Marcos, con Cuauhtémoc Cárdenas y con Andrés Manuel López Obrador, y concedió una larga entrevista a nuestro cotidiano).

Uno de los resultados de su visita es el llamado al presidente Zedillo a respetar los acuerdos de San Andrés y aceptar la propuesta de la Cocopa, llamado que fue firmado por 122 parlamentarios italianos --tanto diputados como senadores-- y respaldado por una manifestación ante la embajada mexicana en Roma. Otro, no menor, pero menos espectacular, es el interés de las máximas autoridades cubanas, Castro incluido, por conocer de viva voz las opiniones de la delegación comunista italiana, que fue invitada a detenerse en La Habana con ese fin en su retorno a Roma.

Bertinotti, para que la prensa italiana no pudiera dejar de hablar de Chiapas y de México, se hizo acompañar en su viaje por enviados de los tres principales diarios del país y por un representante de alto nivel de la agencia noticiosa Ansa, la agencia ``de bandera'' peninsular. Por consiguiente, todos los medios --gráficos o audiovisuales-- informaron sobre el viaje del político que ejerce algo así como un derecho de veto sobre las medidas antipopulares que el gobierno Prodi pudiera adoptar.

Sobre las posiciones de Bertinotti, nos remitimos a la entrevista que le hicimos. De lo que hoy preferimos hablar es de la libertad de prensa y, sobre todo, de la ética de la prensa ``seria''. Por ejemplo, Guzzanti, el comentarista de La Stampa, órgano de la FIAT, no expuso dichas posiciones sino que criticó a Bertinotti por haberse reunido con ``el tiranosaurio Fidel'' y con ``Marcos, el guerrillero de ficción, de telón de fondo cinematográfico''. En cambio, Beppe Severgnini, del Corriere della Sera, órgano de los grandes industriales y financieros de Milán, quien tampoco hizo conocer realmente o discutió las posiciones de Bertinotti, habla del ``sub-sub-comandante Fausto'', mientras Curzio Maltese de La Repubblica, el gran diario del centro casi bizco de tanto mirar hacia la derecha, califica a Bertinotti de ``nuestro político más trendy'', más en boga.

El que bate todos los récords es Piero Fassino, ex responsable de Relaciones Internacionales del ex y post comunista Partido Democrático de Izquierda, que ahora es subsecretario de Relaciones Exteriores del gobierno de Romano Prodi. Fassino, como recuerda Maurizio Matteuzzi en Il Manifesto, fue guerrerista en Somalia, apoyó los bombardeos estadunidenses en Irak, las posiciones occidentales en la tragedia de la ex Yugoslavia y siempre ha querido demostrarse como un aliado firme y respetuoso del Pentágono. Ahora, según él (en una entrevista a la televisión oficial) América Latina vive en plena democracia desde hace diez años y Marcos sería ``un Zorro'' o ``la Madonna de Evita''.

Este es el nivel de objetividad informativa de la gran prensa y de los políticos de la izquierda tradicional. Esta es su concepción de la democracia y su rigor ético. Es evidente que Rifondazione, Castro o el EZLN y Marcos pueden ser criticados y discutidos desde muchos puntos de vista, pero esa prensa no respeta la capacidad de comprensión de los lectores, no busca confrontar ideas, posiciones, propuestas, ni ver la parte de verdad que puedan tener quienes piensan de modo diferente a los financieros que dirigen y orientan esos medios de masas. Simplemente, como Goebbels, miente creyendo que algo quedará de la mentira si ésta es repetida hasta el hartazgo y, sobre todo, si se ocultan los elementos que pueden llevar a descubrir la verdad.

La gran prensa ``liberal'' demuestra una vez más que es como el taxi, y baja su bandera cuando le pagan. El resultado es la caída de la venta de los grandes diarios: el de Fassino, L'Unitˆ, por ejemplo, ha caído en un año de 160 mil ejemplares diarios a 134 mil, y es el diario del partido que es el eje del gobierno. Ahora piensa llevar a 90 los 160 periodistas que escriben en la sección nacional y reducirla a un mínimo, potenciando en cambio cultura, espectáculos y deportes. Entre el abandono del análisis y de la preparación política de los lectores y la mentira directa o por omisión, este diario de ``izquierda'' cree poder encontrar la solución a su crisis de credibilidad: ¡figurémonos qué hace el resto de la prensa ``seria''! Los ``liberales'' no tienen ni quieren tener ideas ni, mucho menos, discutirlas. Por eso no informan: tratan de ningunear o de linchar. Y pierden a la larga, e incluso a la corta pierden.