La Jornada Semanal, 9 de febrero de 1997
Esta es la penúltima carta de un conjunto de ciento
cincuenta y cinco que se extienden entre diciembre de 1939 y febrero
de 1942, enviadas por Felisberto Hernández a su mujer, la
pintora Amalia Nieto. El escritor es, por ese entonces, un pianista
que trata de sobrevivir como tal, intentando giras de conciertos, por
el interior de Argentina primero y después por el Uruguay. El
humor de que a veces hace gala y el reiterado augurio de que con el
próximo concierto comenzará una serie de actividades
exitosas y bien pagadas, no llegan a encubrir la amargura y la
fatiga. Es admirable el tesón con que Hernández arrostra
el desinterés, la mediocridad de ambientes que poco tienen que
ver, no digamos con el arte, sino con una mera convivialidad culta,
mientras intenta salvarse mediante la lectura. Habiendo conocido a
Felisberto, no es difícil imaginar cuánto de su
personalidad final tiene origen en la necesidad de disimular aristas
decisivas de su ser para hacerse aceptar, caer bien, convencer,
imponer sus hambrientas necesidades como necesidad de los otros.
El concierto al que alude al comienzo parece haber sido más catastrófico que otros. Pasa casi sobre ascuas al hablar de él para poner en un primer plano su proyecto literario. Éste crece a lo largo de estos años y toma la delantera sobre sus otras preocupaciones: el piano, la composición, la taquigrafía. Si la expresión bastante descuidada de sus cartas, escritas a veces en el agotamiento y el desánimo, en ese sonambulismo que lo horroriza, no está a la altura de sus proyectos, no por ello dejan de aparecer rasgos a los que luego pondrá su sello: la búsqueda de "extrañas y misteriosas relaciones ųno causasų en el arte".
La idea de una novela lo ronda. Quizá se trate de El caballo perdido, quizá de alguna que quedó inconclusa. Pero el conjunto de estas cartas, boceto de un proyecto de vida que cuajó quizá por donde el autor no lo previó, constituye una involuntaria novela autobiográfica. Cuando logre volver a Montevideo, el reencuentro matrimonial en el que parece tener tanto deseo fracasará al poco tiempo. La venta del piano que le permite pagar el pasaje de regreso lo ayudará a orientarse decididamente hacia una escritura que va a alimentarse de los duros años anteriores, resarciéndolo, en parte, de tantas desilusiones. (Ida Vitale.)
Treinta y tres.
20-X-41 y a los 39 justos.
Muchas gracias. El tele de "La casa de las tres niñas" llegó al mediodía. La "alhaja" se despertó con besos de María Cristina. Y estos besos fueron muchos y repetidos por las tres niñas; que resultaron cuatro, con ella.(1)
Después de una tupida y estúpida trama de cuentos, chismes, susceptibilidades, requisitos y expedientes, se realizó el conciertillo escolar; estaba precedido por una charla: "Lo que ocurre al artista con los sentimientos." Nunca el ambiente fue más frío, hostil y fuera del concepto del acto que se realizaba; salvo los niños y alguno que otro de los maestros. Pero el piano, el Director y otros fueronhorribles. Y pasemos la esponja. No mando más que esos diez (para que las tres niñas se repartan sin pelearse) porque pienso seguir adelante como sea, aún con algún fracaso que pudiera ocurrir. Pero iré mandando(2) después de sobrepasar, en todos lados, esa reserva que me garantice el "andar". šOlé! Si el nuevo concierto que aquí se proyecta no anda (déle con el andar) no esperaré más y me iré a Nico Pérez.(3)
No he comprado ni un libro (ni vino; hoy un poco de cerveza) pero entrando(4) por los libros tengo mucho que contarte. Y "quiera dios", que pudiera contártelo con la misma suerte de la carta anterior. En fin, parece que cuando se trabaja para afuera, en las cosas desagradables, y no se está [sic] en el concepto común de atorrantismo,(5) parece que se tiene más derecho a ser sentimental. De cualquier manera, resulte o sea como sea la realidad que yo me imagino, y en la que me imagino actuar, trataré de darte el más íntimo pensamiento; y creo que he evolucionado en ellos; aunque parezca que con tanta evolución siempre sigo lo mismo(6) o que la evolución es demasiado lenta. Pero con respecto al arreglo de mí mismo, y el que me permitirá arreglarme con la vida, te diré que embalaré(7) (dijera Julio)(8) con las cosas de arte y la novela. He pensando en las dimensiones posibles de esta existencia y veo que no tendré tiempo de hacer más preparativos para una base de cultura fuera del arte y que me sirva para el arte. Muchas veces he estado tentado de preguntarte, si en caso que dejara de estudiar lo que no es directamente arte, se notaría mucho mi falta de cultura, de esa cultura que todos tuvieron ųen la Universidad o donde fuera. Pero después he pensado ųel consuelo comúnų que muchos artistas están peor que yo en ese sentido y sobre todo que me hice de las desconfianzas suficientes para no caer en cosas falsas aun cuando como artista quiera meterme en cosas que no sé. Alcanzo a comprender los peligros del artista cuando se mete en cosas que no son su arte y pretende que sean y pretenda poner una teoría porque no conoce bien muchas o porque no conoce los errores posibles donde tan a menudo caen [...]. Hasta lo mejor, para no meterse, es saber lo difícil que es poseerlas bien y con su propia capacidad eliminativa. Entonces me dedicaré a leer las novelas modernas que pueda conseguir y a estudiar formas, estructuras y el mundo de extrañas y misteriosas relaciones ųno causasų en el arte. No temas que deje la novela; al contrario. He tomado de nuevo lo mío, de vuelta, con gran conciencia de mi destino y vocación y pelearé por él. Esto es lo mejor de todo lo nuevo, de lo mejor en lo que pueda decirse evolucionar. Por desánimo, por soledad, incomprensión y desinterés, renuncié a lo mío y empecé a morirme en sensaciones que no eran mi vida, en un pesado e idiota sonambulismo que me horroriza y no sabes con qué desesperación trato de despertar; de ser sensible a la vida. Y lo haré aunque esté solo. Pelear por eso mío. Empezar como un adolescente en esa forma del arte. Eso es lo que me hará pelear mejor, para las otras cosas de la vida, porque estaré despierto y sensible. Ya no gastaré la vida inútilmente, ni tendré proyectos al azar ni tan lejanos. Son tan pocos los que encontraré en esta vida que quiero, necesito y fatalmente haré en el arte, que te pido no dejes de lado a los Cáceres,(9) aunque me parece inmejorable lo de Gil.(10) Pero mira que son muy pocos y necesitamos de todos mientras no se porten demasiado mal. No pienses ni un segundo que no seguiré la novela. Nada más improbable que eso. Y tú fuiste la que me provocaste y de ahí vendrá mi salvación si es que alcanzas a comprender todolo que eso será para mí. En la noche leo cosas de arte. Ya me he pasado los diarios Argentina Libre, Sur y todo lo que tengo a mano en ese sentido. Tal vez lea después el libro de Alonso sobre Neruda. Y tú serás la que me irás informando de los libros buenos de la nueva literatura. He pensado lo que me dices de la impresión del "paisaje", que era lo que me parecía mejor de lo que hiciste acá. Y me da remordimiento haberme metido en lo que no entiendo y haberte creado un ambiente falso alrededor de él. No sabes cuánto siento no estar ahí y cuánto más valoraría la vida de ahí en ese sentido. Sólo yo sé lo que he pensado, penado y aprendido en este retiro. Escríbeme todo lo que puedas de lo que se refiere a esas cosas: lo que pintas, lo que piensas, los tipos11 que encuentras (claro, eso hasta por ahí). Será la mejor manera de sobrellevar la desgracia y quién sabe si no la suprimiremos. Por lo pronto, cuando esté ahí, seré otro tipo muy distinto buscando trabajo.
De Ana no te digo nada, pobrecita, y no quieras suponer lo que la extraño. El "caníbal" que dibujó era precioso. Aquí no hay nada decente que mandarle; y todavía que todo es tan caro y malo, ni pienso en la comisión que cobran por llevarlo, me parece una idiotez. Cómprale algo en mi nombre Ƒquieres?
Escríbeme mucho, que yo también a medida que vaya "despertándome" iré escribiendo.
NOTAS: 1 Felisberto Hernández está en casa de su hermano, en la ciudad de Treinta y Tres, Uruguay. El telegrama le es enviado, con motivo de su cumpleaños, por Amalia Nieto, por la madre de ésta y por Ana María, su hija, y quien lo despierta es su sobrina./ 2 enviando./ 3 Pueblo del mismo departamento./ 4 comenzando./ 5 rioplatensismo por "vago, haragán"./ 6 igual./ 7 me apresuraré./ 8 Julio Paladino, profesor de filosofía amigo./ 9 Esther de Cáceres, poeta, también médica, y Dr. Alfredo Cáceres, psicólogo./ 10 Luis Gil Salguero, profesor de filosofía./ 11 individuos.