La Jornada Semanal, 9 de febrero de 1997
De madre a hijo
Bien, hijo, hablaré:
La vida no ha sido como transparente
Estrella para mí.
Ha habido clavos en ella.
Astillas en ella,
Tablas arrancadas,
Lugares sin alfombra donde poner
El pie desnudo.
Todo el tiempo ha sido un escalar,
Un llegar a lugares,
Un dar vueltas por las esquinas,
Un ir a oscuras sin rasgo de luz.
Bien, muchacho, tú no vuelvas atrás,
No detengas el paso ante el valladar.
No lo detengas ahora, cuando
Aún estoy aquí, escalando.
Ves, muchacho, la vida no ha sido
Como transparente estrella para mí.
Los puentes del ferrocarril
Lanzan un triste canto al aire.
Los puentes del ferrocarril
Lanzan de nuevo un triste canto al aire.
Siempre que pasa
Deseo ir con él a alguna parte.
Llego a la estación
Con el corazón en la boca.
Llego a la estación
De nuevo con el corazón en la boca.
Busco un vagón que me lleve al sur.
Estar fuera de casa
Es cosa terrible,
La nostalgia de ella y un terrible
Padecer para contener el llanto.
Sin embargo, abro la boca y trato de reír.
Traducción: Enrique Cortazar
Langston Hughes (Missouri, 1902) es quizás el más destacado poeta negro de Norteamérica. Muy joven vivió en México, en donde se aficionó a las corridas de toros. Entre sus obras más conocidas se cuentan Fine Clothes to the Jew; Dear Lovely Death; Shakespeare in Harlem; Fiels of Wonder y One Way Ticket.
ųinvención y homenaje, Octavio
Pazų El día sigue trabajando
elabora su cuerpo transparente. Con fuego, el martillo incorpóreo, La luz me derriba.
a la piedra de fuego central, no soy sino una pausa entre
Dos vibraciones
Y árboles. šTláloc, ayúdame!
Uno de los campos de batalla sin futuro del principio
De la luz. A través de mi cuerpo veo mis otros cuerpos
Congregándose y danzando peleando unos con otros
Con alegría solar. Todas las piedras saltan hacia adentro,
Y el corazón borracho como una piedra, acuchillado por el
Pero más allá de mi vista perdida hay una espiral de alas.
Mis ojos alados están de vuelta y cantando: sí, cantando como
Siempre he deseado estar cantando Y me reclino sobre mi canción
No importa lo que digan, aquí no está mal. No, está bien:
Es mejor que lo que los astrónomos pudieran soñar
Con sus extenuantes computadoras. Me he afeitado el pecho
Que no sea realmente yo instantáneamente cerca
Calor, pero qué gloria, aquí en el centro todo el centro que hay
Antes de la historia... Te envío un Sí abrasador
Desde los mil brillos cruzados de los hoyos negros de obsidiana:
Que devuelve algo más Que sangre. Entre las hojas, he arrancado el corazón del sol
Valle Mexicano
Luego me levanta. Enganchado
de un resplandor sin presión: Cielo
Soy puro espacio:
mientras el sol me saca los ojos
Cielo.
Sí,
Ahora,
ahora
águilas
Desde los cambios coronados de plumas negras del aire
sobre este valle.
Árboles adentro, Dios sabe dónde,
en México.
para estar
Lentamente cerca y sin pelo que estorbe
šOh suave poder universal! Hace calor, quizá demasiado
Soy como la
teoría de una hoja
Que cierra más que abre
cierra:
El sol mexicano que se perdió hace tanto tiempo.
Traducción: Alberto Blanco
El pasado 19 de enero, en Columbia, falleció el poeta estadunidense James Dickey (Atlanta, 1923). Dickey es autor de The Zodiac, The Strength of Fields y de una notable recopilación de poemas: The Early Motion: Drowning with Others and Helmets.