Desde Foucault se ha hablado con insistencia de mecanismos de control sobre la sexualidad, sin embargo, poco se ha avanzado en la demostración cabal de estos dispositivos, en especial aquellos dirigidos a la regulación del sexo biológico. Los criterios en los que se basa la asignación de un sexo en el recién nacido con ambigüedad en los genitales y el arsenal de recursos técnicos que esa decisión acarrea, revelan algunas características de uno de los más importantes mecanismos de control del sexo en los humanos.
Un equipo médico altamente calificado decide el sexo basado en rigurosos criterios científicos, pero esto ocurre sólo en apariencia. Los exámenes se orientan principalmente a indagar las causas (etiología); pero conocer el origen de una singularidad --cosa que es, sin duda, muy importante-- no es un hecho que justifique por sí la asignación de un sexo, puesto que, en la práctica, ante una misma causa, la decisión puede ser completamente opuesta. Por ejemplo, en algunos casos en los que hay una anormalidad específica en los cromosomas (como en la combinación 45, X/46, XY), se puede asignar al bebé un sexo femenino, o bien uno masculino dependiendo del grado de virilización que presenten los órganos sexuales 2. De este modo la decisión final atiende no a la etiología de la ambigüedad, en este caso una causa genética, sino a un criterio estrictamente morfológico.
La asignación del sexo presenta una alta dosis de arbitrariedad. En el recién nacido con cromosomas considerados típicamente masculinos (46, XY), la decisión puede ser particularmente compleja.
Un sexo masculino o femenino puede serle impuesto dependiendo de criterios discutibles como la longitud del pene. Si mide por debajo de 1.9 centímetros en erección 3, la decisión puede orientarse hacia la asignación de un sexo femenino. También es determinante el grado de desarrollo de la cirugía, pues en la actualidad es más fácil construir una neovagina que crear un pene funcional. En el caso ya citado de mosaicismo (45, X/ 46, XY) se llega al extremo de considerar la baja estatura, característica en estos sujetos, como sugerente para la asignación de un sexo femenino 2.
Además del tiempo que debe pasar el recién nacido en el hospital para que se le realicen las pruebas de laboratorio, entra en un proceso más prolongado de tratamiento que incluye procedimientos médicos, quirúrgicos y psicológicos. Se trata con ello de lograr la corrección más o menos definitiva de su estado ambiguo.
Lo anterior equivale a decretar la muerte del hermafrodita y a la creación de un sujeto con un sexo artificial definido entre las dos únicas posibilidades médica y socialmente aceptables: hombre o mujer.
La terapia médica consiste en la administración de hormonas esteroides con lo que se persigue el desarrollo de los caracteres sexuales correspondientes a la nueva condición. La medicación es muy importante en la pubertad, etapa en la que se requiere de una vigilancia y control especiales que en no pocas ocasiones debe continuarse en etapas posteriores.
Desde el punto de vista quirúrgico la idea es virilizar o feminizar los genitales, según sea el caso, mediante la construcción de órganos o la eliminación de los del sexo indeseable.
Aunque las limitaciones, como ya vimos, todavía son nuy importantes, se han logrado notables avances en la corrección de la posición de la uretra (conducto que debe terminar en la punta del pene o en la vulva según el sexo elegido), también se ha eliminado prácticamente la clitoridectomía (ablación del clítoris) sustituyéndola con sofisticadas técnicas que excluyen sólo el tejido eréctil, así como en la reconstrucción plástica de la región genital con el fin de que adopte la apariencia del sexo deseado 4. No está de más señalar lo penoso que es para una persona ser sometido a constantes intervenciones quirúrgicas --esto lo entiende cualquiera que haya ingresado a un quirófano. No pocas veces, la cirugía es múltiple y se realiza en varios momentos de la vida del sujeto.
El dispositivo de vigilancia acompaña a estas personas prácticamente toda su vida, pues tienen que realizar constantes visitas médicas y hospitalarias con el fin de evitar cualquier desviación que atente contra su nueva identidad sexual. Pero... un momento. Todos estos procedimientos diagnósticos y correctivos se aplican en personas que pueden ser perfectamente sanas. En otras palabras, a diferencia de otras urgencias --como cuando hay un infarto cardiaco o una obstrucción de la tráquea-- su vida no corre ningún riesgo 5. Sin embargo son vistos enfermos y su ``mal'' es considerado una emergencia médica, se trata de una concepción de lo patológico de origen claramente extracientífico.
Es importante dejar bien claro que la medicina no actúa de mala fe o proponiéndose provocar un daño a estas personas. Por el contrario, su participación parte de la creencia de que un sujeto con ambigüedad sexual tendrá una vida infeliz y es muy probable que en nuestra sociedad esto sea cierto, pero también lo es que quedan implicadas consideraciones de tipo ético, sobre todo por la ausencia del propio sujeto en la decisión sobre su identidad sexual. Sea como sea, queda clara la participación de un saber en la preservación de un paradigma de dos sexos.
2. Migeon y Berkovitz, Op. cit., p. 90.
3. La medición corresponde al límite inferior de una desviación estandar de 2.5 centímetros. Pero, en mi opinión, el empleo de un lenguaje estadístico no es suficiente para conferirle el rango de un criterio científico. Lee, P. A. y cols. Micropenis I. Criteria, etiologies and clasification. Johns Hopkins Med J; 146: 156-63, 1980.
4. Ver por ejemplo, Gearhart, J. P. Surgical management of genital ambiguity. En : S. E. Carpenter y A. Rock.. Pediatric and adolescent ginecology. Raven Press. Ltd., New York, 1992, pp.
95-102.
5. la excepción serían algunos casos de pseudohermafroditismo en los que hay un desbalance del equilibrio hidroelectrolítico (reducción de sal) y cambios en la tensión arterial, como en algunos tumores suprarrenales que, por cierto, se manifiestan no al nacimiento sino tardíamente.