Las cuatro estaciones y una discusión para la agenda
Son multitud las personas que creen que las estaciones del año se deben a las distancias variables de la Tierra al Sol. Sucede que la azul esfera se desplaza rodeando alegremente al astro y describiendo la forma de una elipse: un círculo extraño de radio variable. Una elipse es un círculo achatado. En la máxima distancia al Sol se dice que la Tierra tiene su afelio y en la mínima su perihelio. En el afelio muchos creen se daría la crudeza del invierno y en el perihelio tendríamos las bondades del verano. Nada más equivocado. La elipse que describe la Tierra es casi un círculo, por lo que las variaciones de calor según la distancia son en realidad mínimas. Lo que causa las estaciones es la inclinación que sufre el eje de la Tierra con respecto al plano de su órbita al circundar al Sol. A esta inclinación variable se debe el sueño de los osos y ardillas en invierno y los alegres colores de la mariposa de primavera.
Esfericidad rectificada
En lo anterior hay una afirmación que debe aclararse. La Tierra no es precisamente una esfera. Por el momento angular que tiene, se ve obligada a tomar la forma de una pera. Pero esta última forma es tan poco notoria que para fines prácticos podemos considerar a nuestro planeta como una esfera. A casi todos los astros y demás cuerpos celestes que vemos, los podemos pensar de la misma forma.
Las moléculas antropólogas
Dejemos que la Historia antigua de la humanidad nos la cuente ella misma. Los segmentos de ADN de quienes habitaran el planeta hace miles de años, son la clave de la antropología molecular o genética, que nos puede dar información de hombres y mujeres del pasado, registrada en sus patrones a nivel celular. La antropología molecular puede mostrarnos también nuestra pequeñez, pues fósiles gigantescos han empezado a narrar su historia. Es dudoso que las moléculas puedan mentir.
Las máquinas sí pueden pensar
El doctor R. Penrose en el polémico La nueva mente del emperador da argumentos según los cuales una máquina algorítmica (una máquina que funciona siguiendo una receta) no puede tener la capacidad de pensar o tener conciencia. Esto no significa, como él mismo menciona, que no se pueda con el tiempo crear una máquina pensante. Esta máquina sería excepcional y en nada se parecería a una de las actuales computadoras. El cerebro se cree es una máquina NO algorítmica por excelencia, que funciona según un mecanismo más sutil que el algoritmo (la receta de instrucciones). Para poder construir la máquina soñada se necesitan conocer procesos de gran complejidad que aún ahora escapan a la dureza de la observación científica.
La guerra de los ratones
En los medios de comunicación masiva hay personas que sostienen que una guerra de medios (Internet incluido) es menos peligrosa y hasta preferible que la guerra a mano armada. Se puede ganar una guerra con el mouse sin hacer daño a la gente ni provocar hambrunas. La oscura realidad es que la guerra de medios y con el ratón haciendo ``click, click'' como demente en las puertas del espacio virtual, es una treta más de los imperios para hacer sus armas reales más mortíferas que nunca. La guerra psicológica de medios exagera el poder ante el enemigo (como en el caso EU vs. Irán) para prepararlo a perder. Esta es una forma de mostrar al enemigo que se es fuerte cuando se es débil, para amedrentarlo. Antes de la Guerra de las Galaxias ha llegado la Guerra de los Ratones.