Inicia Hermosillo De noche vienes, basada en el cuento de Poniatowska
Raquel Peguero Ť Hace un par de semanas Jaime Humberto Hermosillo dejó de sonreir y, nervioso, se preguntó: ``¿Por qué tengo que involucrar a la gente en esto? ¿No sería mejor que simplemente escribiera el guión y se lo diera a alguien con más energía y, seguramente, más capacidad para hacerlo?''
Lo pensó un momento y, moviendo la cabeza, repitió varias veces para que no se le olvidara: ``No-no-no-no'', porque de seguro se la iba a pasar asomándose por encima del hombro diciendo: ``Esa no es la cara que imaginé ni el color de la pared que pensé''. Así que, resignado, aceptó el imposible y, ¡por fin!, después de diez años, cuatro versiones del guión e invocando a Lubitsch dará el pizarrazo inicial de su película De noche vienes Esmeralda, basado en el cuento casi homónimo de Elena Poniatowska que conocemos como Sólo de noche vienes.
De nuevo con la sonrisa en los labios, Hermosillo explica en entrevista que no fue tan difícil la decisión. ``Por más que uno goce o sufra debe llevar su idea a su terminación. No soy un escritor. Escribir es un paso intermedio para contar lo que quiero, y ahorita llega el momento de la verdad. Ya están el reparto, las locaciones; se trabaja en la música, en un número coreográfico a cargo de Ema Pulido que va a apoyar a Claudio Obregón. Estos elementos deben concretarse, y si meto a mucha gente en estas complicaciones es para narrar el cuento con magia''.
Desde que leyó ese libro --regalo de Arturo Villaseñor--, Hermosillo pensó que ``sería una bonita película''. Hace seis años le dijo al desaparecido productor Manuel Barbachano Ponce que quería hacer algo con ese texto; como él dijo ``adelante'', habló con Elena --aunque no compró los derechos-- y el cineasta comenzó a escribir la primera versión del guión, la única por cierto que Poniatowska conoce, aunque sabe de las adiciones que le ha hecho.
``Respeto enterito el cuento --asegura--. Me precio de ser muy respetuoso con los autores originales y espero que lo que he añadido sirva para completar la idea que ella se propuso transmitir. Otros autores que he adaptado han quedado muy contentos con los resultados de la película y mi deseo es que Elena también lo esté.''
--¿Vas a seguir con tu cámara fija?
--No la amerita para nada. Ese fue un experimento que concluyó con La tarea prohibida, y no creo que pronto se me ocurra otra idea en ese sentido; tiene que estar muy justificado para que no sea un alarde de forma. Esta será una película con narrativa clásica, y espero que cuando dé la primera pizarra no se me olvide decir: ``en nombre sea de Lubitsch'', porque quiero que la película tenga algo como el toque de ese cineasta alemán. Ojalá por ahí me esté asesorando.
--En el reparto llevas actores que han estado en otras de tus películas, ¿prefieres trabajar con conocidos?
--Digamos que tengo algo avanzado y me siento más tranquilo. Me sigo poniendo muy nervioso en el trabajo con los actores, porque me atrae mucho y, sinceramente, no tengo los conocimientos necesarios para ser un buen director de actores: soy director de buenos actores. Uno tiene que tratar de conseguir lo que es más conveniente y no siempre lo logra. Durante la preparación de esta película tuve contacto con actores y una serie de personajes que terminaron no estando; uno de ellos, mi querido y admirado Héctor Bonilla, y Margarita Isabel. En fin, en esto del cine uno debe estar prevenido para el caos, al cual le tengo mucho miedo. Por eso me gusta hacer cine: soy muy maniático, muy obsesivo del orden, y simplemente de pensar que llego a un set que han decorado y está tan bonito y digo, la cámara va aquí y tienen que quitar los muebles que están atrás y poner las luces y ver todo ese desorden, me inquieto por saber a qué horas vuelve a estar todo en su sitio. Y eso sólo sucede cuando la película está totalmente terminada, porque la edición es también otro desorden, y es desorden tras desorden.
--¿Cuántas veces has hecho y rehecho la película en tu cabeza?
--A nivel de guión, constantemente durante los últimos seis años, pero pensando cómo se va a filmar, apenas el lunes pasado. Días antes me preguntaban cosas como ``¿de qué color va a ser la pared? ¿El vestido es corto o largo?'', y me atreví a contestar: ``Todavía no veo la película''. Cuando había algo de lo que ya estaba convencido, decía: ``Ya vi la película''. Lo manejo a mi conveniencia, pero formalmente sé cómo se va a mover la cámara hasta que ya cuento con todos los elementos. Soy muy renuente a escribir varias versiones del guión, si ahora tengo cuatro es por el tiempo y porque me torcieron el brazo los distribuidores que querían saber más, porque presentaba versiones cortas y una hojita adicional con doce puntos a desarrollar. Me gustan las películas cortas y ésta, si me salgo con mi propósito, deberá durar exactamente 85 minutos. Si le ahorro cinco minutos de los 90 siento que los espectadores lo agradecen y se quedan con ganas de verme. No soy de los que filman más material que luego se queda en el cesto del cuarto de edición. Eso es un desperdicio de tiempo y quisiera usarlo para filmar más veces una toma o un movimento de cámara más complicado.
--No te gusta la improvisación, ¿pero sí la experimentación?
--No creo que sea experimentar, más bien han sido búsquedas. El contenido temático es el que debe dictar la forma de una película, de otra manera trabajas al revés. En De noche vienes..., precisamente a partir de un análisis temático he encontrado la que considero es la forma más adecuada. Puedo resumirlo en una frase: no será una película realista. Nos estamos tomando libertades.
--Cómo seguir con tu obsesión por las mujeres cachondas.
--Con De noche vienes..., no va a quedar duda (ríe). Uno no es consciente de ello y eso es bueno, porque cuando están terminadas las películas los demás te hacen ver las constantes. También es algo que el público espera ver en tu trabajo. Me gusta contradecir las expectativas de los espectadores: no ser complaciente. A veces esperan un final feliz y no se los doy. Lo cierto es que esta película es optimista. Me siento en un momento en que debo contar algo así, tengo esa necesidad porque a veces me siento muy pesimista. Como contrapeso quiero hacer algo que tenga un final, digamos, feliz, pero que sea consecuencia del mismo planteamiento de la historia, no forzado. Si algo uno detesta en el cine es que una película que debiera tener un final no feliz, lo tenga. En este caso, el mismo tono de la historia lo amerita. Además, hay un invisible hilo conductor con María de mi corazón y ésta será, de alguna manera, su venganza. No te voy a contar cómo. Piensa que aquella se quedó encerrada en un manicomio por causa de un hombre, y Esmeralda practica felizmente la poligamia con cinco. Todo contado en tono de comedia.
--¡Pero si te encanta causar revuelo!
--Sin duda hay cosas muy corrosivas en muchas de mis películas, pero trato de verlas con una mirada amable para que lleguen a un público mayor. Mi propósito no es escandalizar, sino plantear algo que a me interesa y que, si es fuerte, pues va. No quiero hacer películas para que se enlaten, sino para que se cuelen por lo hoyitos de ese muro que se llama censura y lo agrieten para que se ensanche la tolerancia.