Eduardo R. Huchim
El paso y el tropiezo

Con la apertura de su proceso para designar candidato a jefe de gobierno del Distrito Federal, el Partido Revolucionario Institucional acaba de dar un significativo paso hacia el inicio de su conversión en un verdadero partido político, máxime si la competición interna por el DF se da en los términos de equidad y transparencia anunciados por su líder nacional, Humberto Roque Villanueva, el gesticulador metido a denostador de sus opositores.

Que el PRI no es un auténtico partido sino el órgano electoral del gobierno es de sobra sabido, así como conocida es la práctica del dedazo para la nominación de sus candidatos. Convocar entonces a una contienda abierta por la candidatura capitalina, es un hecho que debe ser analizado teniendo en cuenta todo el valor que lo acompaña.

Conviene, eso sí, tomarlo con todas las reservas necesarias dada la prolongada tradición tramposa, fraudulenta y simuladora del PRI. Varias veces se ha señalado en este espacio el carácter doblemente antidemocrático que rodea al PRI desde su nacimiento, cuando como PNR defraudó a sus militantes al imponerles a su primer candidato presidencial y luego defraudó al electorado nacional al imponerle a su candidato como presidente. Será necesario, pues, esperar a la culminación del proceso y comprobar si la fraudulencia no triunfa, o bien si no se trata de una simulación, de una farsa con tres protagonistas: José Antonio González Fernández, Alfredo del Mazo González y Manuel Jiménez Guzmán. Es decir, habrá que ver si el paso no se torna en tropiezo.

Aunque una golondrina no hace verano, el camino recién abierto por el PRI puede conducir a su democratización interna, tantas veces demandada y ofrecida, pero no concretada, y cuya ausencia ha sido una de las causas de las renuncias que recientemente se han multiplicado. Pero de aquí no ha de inferirse que tal democratización es deseada por todos o la mayoría de los priístas, pues entre éstos existen amplios sectores habituados a las decisiones cupulares y a que el tlatoani ejerza sus facultades digitales o, al menos, tenga la última palabra. Y esos tales no solamente no la quieren sino seguramente intentarán azolvar las vías a la eventual democratización.

Suponiendo que el proceso abierto por el PRI se desarrolle en completa limpieza y tenga un final feliz, habrá que ver si, de cara al electorado capitalino, el inicio del camino a la democracia interna no llega demasiado tarde para el PRI. Porque la derrota priísta en los próximos comicios del DF es una posibilidad cierta en febrero, si bien las cosas pueden cambiar de aquí a julio.

Por lo pronto, desde el punto de vista publicitario, la convocatoria priísta ha tenido la virtud de disputar a los opositores la atención pública antes concentrada exclusivamente en la selección interna del PAN y el PRD. En un solo acto, el PRI no sólo polarizó el interés general sino también desdibujó la presentación del nuevo Partido de Centro Democrático, de Manuel Camacho Solís, ex de tantos puestos públicos.

Ahora bien, aun cuando los resultados electorales de julio no favorecieran al PRI en el DF y se concretara el triunfo de alguno de los partidos de oposición --en la actualidad el PAN puntea en las encuestas--, lo aconsejable no será dar marcha atrás sino ensanchar el camino hacia la democracia interna y, por ende, a la conversión en auténtico partido político.

Es hora de que los priístas, sobre todo quienes militan más por convicción que por interés en puestos públicos, se persuadan de que la única opción del PRI para encauzar su viabilidad es justamente el de su conversión. Pretender continuar las prácticas viciadas de siempre lo llevarán seguramente al abismo, que no es la derrota electoral --ganar unas veces y perder otras es consustancial a la democracia-- sino su anulación como fuerza política.

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Pablo Chapa Bezanilla puede ser culpable de graves delitos, de los que tal vez no sean ajenos Antonio Lozano Gracia y otros de sus colaboradores. Pero esto no es lo fundamental. Lo esencial es que el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu no está completamente esclarecido y, en cambio, ya hay quienes se hacen lenguas de la presunta excarcelación inminente del acusado de la autoría intelectual de ese crimen, Raúl Salinas de Gortari. Más que el gran escándalo sobre la osamenta de la finca El Encanto y la culpabilidad o torpeza de los investigadores anteriores, importa poner atención a lo otro: el grado de responsabilidad de Raúl Salinas en el asesinato, el origen de su cuantiosa fortuna, la complicidad o ignorancia de su hermano, el ex presidente.