AMENAZA EL DESAMPARO A 11 MILLONES DE MEXICANOS POBRES
Roberto Garduño Espinosa, enviado Ť Unico tanque de oxígeno para la salud de 11 millones de indígenas y campesinos, el Programa IMSS-Solidaridad está condenado a muerte por decreto.
Benefactor de 10.9 millones de indígenas y campesinos de 140 mil comunidades miserables, al programa le quedan sólo unos meses de vida, pues pasará a ser letra muerta cuando inicie su descentralización en 17 estados del país en los próximos meses.
Nos falta de todo, dice el personal médico de varias clínicas.
Foto: Fabrizio León
El Plan Nacional de Desarrollo establece que una vez cerrado el proceso de descentralización de la Secretaría de Salud (Ssa) --a la fecha abarca 24 entidades--, el siguiente paso que habrá de darse en la ``federalización'' del sector será entregar a los gobiernos estatales el manejo de los servicios del IMSS-Solidaridad, al que este año se destinó un presupuesto de 2 mil 254 millones de pesos, el más alto en su historia.
No hay marcha atrás. Un comité de planeación de la Ssa y el IMSS concluyó semanas atrás un plan para entregar el programa a los gobiernos de los estados.
En un recorrido realizado por La Montaña de Guerrero, donde dejó de operar el programa hace 12 años, y la Mixteca de Puebla, en la que sí presta atención el IMSS-Solidaridad, se encontraron dos realidades: clínicas donde el personal debe cobrar cuotas de recuperación de 3 a 10 pesos --cuando la atención debería ser gratuita-- para sufragar el costo del consumo de energía eléctrica y, por el contrario, centros de salud en los que el abasto de medicamentos es abundante.
Para el coordinador nacional del programa, Javier Cabral Soto, el IMSS no se siente despojado; por el contrario, ``se va a estimular a los estados a participar, no va a desaparecer. La comunidad tiene que evitar que desaparezca''.
En la Secretaría de Salud no hubo respuesta a las constantes solicitudes que este reportero presentó desde hace varias semanas para conocer la postura de esa dependencia en torno a la evolución que habrá de tener la descentralización.
Antonio Rosado García, dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), anunció que el presidente Ernesto Zedillo pidió al director del IMSS, Genaro Borrego, un estudio sobre la viabilidad de que el programa permanezca como está.
El líder sindical fue duro con el secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente: ``es un proyecto de trabajo del secretario; pensamos que está mal informado, porque a mí en lo personal me ha dicho que los servicios de salud de los 14 estados donde había IMSS-Solidaridad (en 1985 IMSS-Coplamar) no sólo están bien, sino que están mejor de lo que estaban; eso me demuestra que él nunca los ha ido a visitar y yo sí''.
El origen y la desarticulación
En 1973, la reforma a la Ley del Seguro Social promovió la creación del programa Solidaridad Social por Cooperación Comunitaria. Seis años después, el gobierno federal decidió que el Instituto Mexicano del Seguro Social y la Coordinación del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados de la Presidencia de la República (Coplamar) crearan un plan de acción en las comunidades más pobres del país.
En abril de 1983, el gobierno federal ordenó la desaparición del Coplamar y cedió al Seguro Social la responsabilidad operativa del programa; dos años más tarde ocurrió la primera desarticulación, al concretarse la descentralización de los servicios a población abierta.
En aquella ocasión, el IMSS transfirió 23 hospitales rurales y 911 unidades médicas rurales a 14 estados del país. Entonces, el programa quedó circunscrito a 17 entidades (Baja California, Campeche, Coahuila, Chiapas, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz, Yucatán y Zacatecas).
Los efectos de la descentralización
Guerrero fue uno de los estados que en 1985 recibieron del IMSS-Coplamar el manejo de las instalaciones del programa. Se argumentó entonces que las autoridades estatales garantizaban ``un manejo satisfactorio'' de las clínicas. Ahora las cosas son distintas, y donde se daba servicio gratuito a indígenas y campesinos, hoy se les cobra una ``cuota de recuperación'' de 3 a 10 pesos.
Para los 300 mil tlapanecos, mixtecos y nahuas que sobreviven en los 16 municipios de La Montaña sólo existe un hospital de segundo nivel con 30 camas en la cabecera de Tlapa de Comonfort; no hay más.
Al fondo, en la cañada principal del cerro La Lucerna, en plena Montaña Alta, apenas sobresale el caserío de Malinaltepec. Ahí los tlapanecos son atacados por la diarrea y las enfermedades respiratorias; cuando las mujeres embarazadas no pueden dar a luz por parto natural porque el ``niño viene atravesado'', y no llegan a Tlapa, distante 80 kilómetros, se mueren en las cajas de las camionetas de redilas.
La doctora Isabel García, quien acababa de atender a tres niños con diarrea, recordó que en julio pasado le llegó un memorándum con el logotipo de los Servicios Estatales de Salud firmado por el director operativo, César Piña Cámara, donde le informaban que esa dependencia ya no pagaría las cuotas por el consumo de energía eléctrica en la clínica, y que esa responsabilidad le quedaba a ella.
``Por eso tenemos que cobrar tres pesos como cuota de recuperación, y ¿cómo pedirle a la gente si está muy pobre?'', cuestiona.
Isabel resume así sus tres años entre los tlapanecos: ``estamos muy deficientes de atención y de medicamentos. La mesa de exploración es muy vieja; queremos equipo de parto porque no podemos hacer un cesárea; no llegamos ni a una pinza, y las mujeres se mueren en el camino a Tlapa. Yo le pediría al doctor De la Fuente un estetoscopio y una ambulancia, porque sí hay una, pero la usa el presidente Municipal, y sólo él decide quién la utiliza y quién no''.
Atendemos con lo poquito que nos da Salubridad
Sobre el mismo corredor de La Montaña Alta, rumbo a Metlatónoc, se encuentra Atlamajalcingo del Monte. Enclavado en otra cañada, el pueblo tiene una clínica rural atendida por dos enfermeras, Elena García y Elena de Jesús, quienes entre risas comentan:
``Lo único que tenemos es ampicilina y pemprocilina de 400 y 800 mil unidades. Todos los centros están así; a veces nosotros tenemos algo y lo aportamos. Aquí, aunque se le dé una receta a la gente, no compra la medicina pues no hay farmacias y menos dinero.
``Nos falta de todo; no sirve la mesa de auscultación, perillas, equipo rojo para sacar a los pacientes de los paros. Si no tenemos perilla, menos vamos a tener tanque de oxígeno''.
Les avisaron que la clínica tendría que pagar la energía eléctrica ``y aún así atendemos, con lo poquito que nos da Salubridad'', agregan.
Para el 12 de febrero se quieren llevar las medicinas
En Chaucingo, en La Montaña Baja, las cosas no varían: las clínicas de los Servicios Estatales de Salud se encuentran semiabandonadas. En el centro de salud no hay médico; la única enfermera, Estela Rodríguez, cierra a las 14:30 horas.
``Aquí tenemos muy poco; mire: en el garrafón de alcohol sólo hay un litro, y ahora tenemos que hacer un inventario de las medicinas que nos sobran, porque nos las quieren quitar; el 12 de febrero se quieren llevar las medicinas''.
Lejos de La Montaña, en Chacaltzingo, Morelos, --otro de los estados a los que se dio el manejo del programa en 1985-- la clínica permanece cerrada. De la puerta sobresale un recado escrito en una hoja de papel: ``salí a Cuautla,discúlpeme''.
Las clínicas IMSS-Solidaridad en la Mixteca poblana
La carretera que bordea el río Tlapaneco comunica a Guerrero con Puebla. En esa región de la semidesértica Mixteca se halla Zaragoza de la Luz, comunidad de mil 300 habitantes. Sobresale las torres de la parroquia y la antena del radio de banda civil de la clínica IMSS-Solidaridad.
Tomás Torres Flores, de 25 años, es el médico pasante adscrito. Relata que en la unidad trabajan además dos auxiliares del área médica que fueron seleccionadas entre la población del lugar. Mientras la señal de la banda civil reproduce mensajes, el encargado de atender a una población de mil 300 habitantes señala que cada dos meses le proveen la dotación de medicamentos que solicita. ``Siempre llegan; por eso no hay problema, lo que sí necesitamos es más suero antialacrán'', indica.
A 18 kilómetros de Zaragoza, sobre la carretera Tlapa-Tecomatlán, se encuentra San Miguel de Lozano, donde el IMSS-Solidaridad edificó una clínica hace cuatro años. ``Antes de que llegaran los doctores teníamos que caminar hasta ocho horas para atendernos'', recordó doña Lucía, mujer de 78 años, viuda y sin hijos que ha hecho suya la tarea de custodiar el centro de salud, pues, ``es lo mejor que tenemos; aquí nos salvan las vidas...''
El doctor Alfonso Vázquez y la enfermera Yadira Ramírez esperan la llegada de pacientes que acuden porque se enfermaron de diarrea o los picó un alacrán. ``Sólo el suero antialacrán se termina pronto, pero dentro del cuadro básico de medicinas, tenemos todo'', informan.
El programa no falló: IMSS
Javier Cabral Soto, encargado por el IMSS para coordinar el programa, asegura que éste trabaja al ciento por ciento. Adelanta que su descentralización ya estaba prevista en el Plan Nacional de Desarrollo y, por lo tanto, se incluye en el proceso de ``federalización'' de la salud.
--¿Por qué si en 23 años ha funcionado, se plantea la descentralización?
--Yo creo que se inserta en una política de reforma del sector, en la estrategia de un nuevo federalismo, de una concepción de que los estados asuman un papel más activo.
--¿Falló el IMSS-Solidaridad?
--No falló. Tiene más de 23 años; es un proyecto de extensión de cobertura.
--¿Es saludable para el IMSS despojarse del programa?
--Es muy saludable para el IMSS, y yo creo que para la organización tripartita de la institución, participar junto con el gobierno federal y los gobiernos de los estados en el desarrollo de la comunidad.
--¿Los gobiernos de los estados serán capaces de manejar este programa?
--Es una modalidad, no abrupta, sino pensada, que estamos elaborando con las secretarías de Salud, de Desarrollo Social y de la Contraloría, para garantizar que los servicios van a continuar, van a seguir ampliándose, y van a dar respuesta a las necesidades locales.
--En estados de alta marginación como Chiapas y Oaxaca se han presentado quejas porque algunas clínicas no funcionan.
--Lo primero sería constatarlo. Tenemos un sistema de supervisión y un sistema de verificación, y un sistema de evaluación, e interconectadas todas las unidades médicas con nuestras camionetas y con nuestro sistema de radio de banda civil. Cuando no tenemos un médico, una enfermera o medicamentos, inmediatamente se reporta, porque tenemos supervisores zonales que tienen a su cargo 20 unidades rurales.
Amarga, la experiencia de la descentralización pasada: Rosado
El secretario general del sindicato del IMSS, Antonio Rosado García, es el principal opositor a que el programa pase a manos de los gobiernos de los 17 estados. Su organización mandó al presidente Ernesto Zedillo 400 mil firmas que piden no quitar al Seguro Social esas tareas:
``Hay muchas cosas malas en el país como para echar a perder lo bueno que existe, entre ellas, el IMSS-Solidaridad'', dice.
--¿El sindicato no cambia su postura?
--Hemos hablado con el director del IMSS y con el secretario de Salud para decirles que no es conveniente que se federalicen los servicios. Tenemos la experiencia amarga de que en 14 estados donde se dio en 1985 y 1986, se han echado a perder.
--¿Qué respuesta recibió usted?
--La Presidencia de la República pidió al licenciado Genaro Borrego que lo ilustre sobre la viabilidad de que el Seguro Social siga administrando este programa.
--Si ya no hay marcha atrás, ¿en qué estado quedarán los trabajadores?
--Todos esos trabajadores están bajo la protección del sindicato y sus condiciones no pueden cambiar sin que haya un inconformidad real del sindicato.
--¿De dónde proviene la decisión?
--A nosotros nos queda claro que es un proyecto de trabajo del doctor De la Fuente, pero eso no quiere decir que esté aprobado ni que estemos nada más porque él lo dice, dispuestos a aprobarlo.
--¿Ustedes cambiarán en esta exigencia?
--Solamente que el licenciado Borrego decidiera no administrarlo, mas le aseguro que él quiere quedarse con el programa.
Si se considera una decisión sexenal, la descentralización del programa, implicará cuestionar: ¿qué pasará con el tanque de oxígeno que atiende la salud de casi 11 millones de mexicanos que viven en condiciones de pobreza extrema en los lugares más apartados del país.