Dos años de La Jornada Electrónica
Dos años para un periódico mexicano impreso significan 720 ejemplares. Para La Jornada Electrónica han significado 720 días de desvelo.
Varias horas después de que la mesa de redacción se ha quedado vacía, desde el otro lado del vidrio que nos separa, los que hacemos esta edición sólo vemos las débiles luces de algunas pantallas de computadora. Es lo que queda del día. A lo lejos escuchamos el repicar de los teletipos, ya sin el frenesí diurno. Los reporteros y los redactores ya se han ido a descansar cuando nuestro trabajo apenas comienza. Antes, se han seleccionado las notas, que en los talleres ya están en primera plana, las fotos y los cartones. Los cambios naturales en las noticias y encabezados de primera plana no nos permiten más que adelantar un poco el trabajo que se hará necesariamente hasta el momento que el periódico se encuentre listo para su impresión.
Sin embargo, a diferencia de la edición impresa, la nuestra no tiene que robar la atención en los puestos de periódicos, no existe ese concepto en el WEB. Nuestro público no incluye al despistado que se sorprende por un encabezado. Tampoco nos conooce el lector casual que se asoma a ver que hay de nuevo. Todos los días sabemos de qué lugar, en qué momento y qué notas fueron leídas y cuántas veces. Y podemos con orgullo, saber que tenemos un público constante que sin fallar leerá la edición que estamos preparando.
La Jornada, como periódico, ganó su prestigio en la calle con un periodismo profesional, oportuno, comprometido con la verdad y, de manera muy importante, con las aspiraciones y preocupaciones de sectores que habían permanecido marginados de la atención de los grandes medios: los trabajadores del campo y la ciudad, los indígenas, los estudiantes, las mujeres. Ha seguido el nacimiento, consolidación y faenas de las organizaciones que, con distintas inquietudes y enfoques, conforman esa vasta fuerza que hoy conocemos como sociedad civil. Hoy, después de dos años, La Jornada tiene asimismo un prestigio bien ganado en el vago lugar que describe el acrónimo WWW. Esas voces y esfuerzos son hoy conocidos mucho más allá de las fronteras del país, gracias, por supuesto, a cada uno de los lectores que examinan día tras día nuestro pequeño nicho en ``La Red''.
Cuando cumplimos seis meses, solicitamos a nuestros lectores que nos enviasen postales para poder confirmar que teníamos un público constante. La respuesta fue increíble para el poco tiempo que llevabamos. La mayoría de ellos son estudiantes mexicanos que se encuentran en universidades extranjeras. Ese era nuestro objetivo principal al comenzar, mantener al tanto a los mexicanos fuera de la patria en los momentos tan difíciles que atraviesa nuestro país. Después se sumaron articulistas de otras publicaciones e incluso miembros del personal diplomático mexicano. La presión para hacer nuestro trabajo nos obliga a mantenernos constantes y a no fallar en ningún momento.
Sin presupuesto extra, con ingenio, con mucho empeño, con terribles desveladas y con grandes errores en ocasiones, desde la madrugada del 6 de febrero de 1995, enviamos todas las noches un paquete de noticias a Justin Paulson -nuestro primer sitio oficial- quien se levantaba en la madrugada a poner la edición, a los dos sitios en la UNAM y por un tiempo al sitio en Canada.
No sólo fuimos el primer periódico mexicano en el WEB, sino que nos hemos mantenido como el diario mexicano mas leído en el mundo. Gracias a todos y seguimos apreciando las postales que aún nos llegan.