3. Las autonomías indígenas y la conformación de un sujeto político y social indio representan la alternativa liberadora de las estructuras corporativas del sistema de partido de Estado y de la política asistencialista del indigenismo oficial. Esta es la conquista esencial de estos años que pretende revertir el actual gobierno, para el que es inadmisible la existencia y actuación políticas de un sujeto independiente de sus mecanismos de control y mediatización. El EZLN, el Congreso Nacional Indígena, la llamada sociedad civil, constituyen un reto que afecta la sobrevivencia y reproducción del sistema de partido de Estado. Por ello, el gobierno trata de consolidar una política que garantice, por encima de cualquier otra consideración, la estabilidad y salvaguarda de los intereses del sistema del partido de Estado y del modelo económico vigente.
A partir de la decisión presidencial de llevar adelante una reforma electoral sin el consenso de todos los partidos y sin consultar a la sociedad, haciendo uso de su confesada mayoría en el Congreso de la Unión, la clase en el poder opta por una línea de confrontación y endurecimiento por la vía de retornar al clásico presidencialismo corporativo (y en consecuencia, ser el jefe del Ejecutivo cabeza visible y militante del partido oficial), no llevar a cabo la reforma del Estado, no solucionar los problemas que dieron origen a los movimientos armados, ni cambiar un ápice la política económica, preparándose, por otro lado, para una lucha social de largo plazo a partir de la militarización en todos los órdenes, el cambio del marzo jurídico para un mayor control del conflicto social, la disidencia y las rebeldías.
4. Es paradójico que el movimiento indígena y el EZLN, por su propuesta de autonomía, han sido acusados de pretender romper la unidad nacional, ``balcanizar'' el país, crear estados dentro del Estado, buscar el aislacionismo y estimular los odios étnicos, cuando es precisamente la clase gobernante la que ha seguido una política de articulación y asociación con el capital financiero internacional para poner en venta nuestros recursos naturales, nuestra planta productiva y nuestra fuerza de trabajo, renunciando de hecho a la soberanía económica y poniendo en grave riesgo la soberanía política. Desde hace tres sexenios estamos ante lo que, sin exagerar, podrían ser considerados como gobiernos de traición nacional que actúan en función no del desarrollo del país o del mejoramiento de las mayorías nacionales, sino en aras de los intereses y beneficios de un pequeño grupo de la oligarquía nacional y extranjera.
5. Los pueblos indígenas se han convertido en una parte constitutiva fundamental de la cuestión nacional. Sin ellos es imposible transitar a la democracia. La forma para establecer un régimen democrático basado en el pluralismo y el multiculturalismo es la autonomía. Las autonomías indígenas se constituyen en la forma de inserción de los indios en la vida política nacional a partir de una concepción democrática de la sociedad y del Estado. La autonomía no es una fórmula o una panacea para resolver todo los problemas. Es el inicio de un camino: la base para una estrategia de participación política, de desarrollo económico y de una lucha contra la pobreza, la explotación y la marginación. La autonomía puede ser el instrumento para combatir el racismo, nunca reconocido como un mal de la sociedad mexicana, a partir de una fraternidad de los diferentes, de una unión de los pueblos de México en el respeto a su diversidad. Las autonomías no afectan los derechos ciudadanos ni los derechos individuales, por el contrario, los complementan, los enriquecen, les otorgan la dimensión necesaria en una nación pluriétnica. Las autonomías le dan un significado nuevo a la democracia a partir de la adopción de formas políticas comunes en los pueblos indígenas: gobernar como servicio, ``mandar obedeciendo'' revocación del mandato, etcétera; también, las autonomías pueden ser incorporadas como estrategias colectivas de resistencia para una inserción de nuestro país, con equidad y beneficio mutuo, en la esfera internacional.
En todo caso, las autonomías deben formar parte del proyecto de nación democrático-popular porque a través de las mismas se crean las condiciones para poner fin a siglos de opresión y, en consecuencia, se podría empezar a restañar la herida histórica que dio origen a nuestra patria, y también porque se reconoce un derecho fundamental de los pueblos: el de libre determinación por el que debemos luchar todos los mexicanos y las mexicanas.