En medio de la política de dimes y diretes de las últimas semanas, entre personajes como Roque Villanueva, Fox, Castillo Peraza y otros que pretenden, como forma de participar en la vida pública, hacer gala de su corto o largo ingenio, es muy positivo que el PRD presente ante la opinión pública su Programa para el desarrollo económico con justicia social, elaborado por el Comité Ejecutivo Nacional con críticas al sistema neoliberal, pero, lo más importante, con propuestas concretas y recomendaciones viables.
El programa significa, en primer lugar, una respuesta al presidente Zedillo, quien hace algún tiempo comentó que muchos critican su plan económico, pero que nadie elabora propuestas alternativas. El PRD demuestra con hechos que sí existen estas propuestas diferentes y que lo único que falta es ponerlas a debate.
Por otra parte, el programa alternativo es una muestra de la vitalidad del partido que lo propone, que no obstante encontrarse enfrascado en el difícil proceso para elegir candidato al jefe de Gobierno del DF entre sus dos más importantes líderes, y buscar elaborar democráticamente sus listas de candidatos a los cargos legislativos, se da tiempo para poner en el tapete de la opinión pública su propuesta más significativa.
Se puede estar en desacuerdo con el PRD en diversos temas, pero es indudable que su crítica a las fórmulas económicas de los gobiernos pasado y actual es certera, y sus propuestas viables.
Nadie duda que es necesario corregir a fondo el programa económico puesto en marcha por Salinas y continuado por el doctor Zedillo, para encontrar otro en el que la riqueza se distribuya con mayor equidad y en el que todos participemos no sólo en las responsabilidades sino también en el disfrute de los bienes. Propuestas como suprimir el impuesto del 2 por ciento a los activos, bajar el IVA en términos generales y subirlo en artículos de lujo, son propuestas concretas que, de echarse a andar, podrán abrir nuevos cauces a la producción y al empleo.
Las metas posibles, como son aumentar el producto interno bruto al 6 por ciento anual, bajar la inflación a cerca del 10 por ciento y disminuir el déficit público, deberán obligar a los otros partidos con registro a pasar del debate chocarrero a una confrontación seria de tesis y objetivos concretos, y serán sin duda motivo de atención de los comentaristas políticos que se interesan más por la nota de ``color'' que por la política, por los programas y plataformas partidistas.
Está muy bien que el PRD deje a sus rivales en el combate de desplantes, insultos y descalificaciones y eleve la discusión política a un nivel de dignidad y autorrespeto.
Otro tema de capital interés para todos los mexicanos es el de la deuda externa, de la que ya poco se habla, pero cuyo servicio devora recursos inapreciables para México; el programa que comentamos propone que la deuda sea renegociada, con objeto de lograr un tipo de cambio fluctuante, dentro de una banda de flotación que evite simultáneamente la sobredevaluación de nuestra moneda y el aumento excesivo de las tasas de interés.
La codicia no puede ser motivación primordial de la economía; es necesario plantear, como lo hace el PRD, la posibilidad de una economía con miras no a la acumulación de riqueza ni a la búsqueda de intereses personales o sectoriales, sino al bien de la colectividad, al incremento de la producción y a la autosuficiencia económica.