Bases militares en 80 por ciento de comunidades zapatistas: ONG
Juan Balboa, corresponsal /I, Ocosingo, Chis., 11 de febrero Ť En los últimos dos años, aprovechando la orden presidencial del 9 de febrero de 1995 y los cerca de 17 meses de diálogo en San Andrés Larráinzar, el Ejército Mexicano logró establecer un cerco militar en los cuatro municipios considerados de conflicto -principalmente en la Selva Lacandona-- y, en ese lapso, instaló, sin un acuerdo previo con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), 30 de los aproximadamente 40 campamentos castrenses que existen actualmente en la zona y en los cuales habitan, según datos de organismos no gubernamentales, cerca de 25 mil militares.
En la actualidad, 80 por ciento de las comunidades que se ubican en la zona principal de conflicto --Ocosingo, Las Margaritas, Altamirano y Palenque--, y en donde habitan milicianos o simpatizantes del EZLN, según los gobiernos del estado y federal y la propia Secretaría de la Defensa Nacional, son vigiladas por campamentos militares --la mayoría de ellos con helipuerto-- ubicados a tan sólo 500 metros de los poblados; en algunos casos invadieron las cabeceras de las pistas aéreas, y, en otros, viven en los alrededores de los poblados indígenas.
De acuerdo con datos proporcionados por comunidades de la región, organizaciones indígenas de los cuatro municipios, organismos no gubernamentales y la observación directa, se comprobó que el Ejército federal ha logrado penetrar y establecerse en la mayoría de las cañadas y valles en donde han sido detectados milicianos y bases de apoyo de los zapatistas, y en donde mantiene su principal campamento el subcomandante Marcos.
De Roberto Barrios a Guadalupe Tepeyac; de Altamirano a Boca Lacantum; de Amparo Agua Tinta a Las Tasas; de Ocosingo a San Quintín, o de Palenque a Comitán, unos 25 mil soldados pertencientes a dos zonas militares, 31 (San Cristóbal de las Casas) y 39 (Ocosingo ), están distribuidos en 40 campamentos. Existen en la zona unos 25 batallones de infantería y motorizados, además de unas dos docenas de grupos de operaciones especiales, centros de adiestramiento e ingenieros constructores.
La penetración de los militares ha sido sigilosa. Aprovecharon la orden del presidente Ernesto Zedillo, hace dos años, para empezar la penetración a las comunidades zapatistas, pero sobre todo fueron ganando posiciones estratégicas mientras el diálogo de San Andrés Larráinzar se desarrollaba, coinciden organizaciones como la ARIC-independiente, la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos, la ORCAO y representantes de los gobiernos autónomos.
Para organismos no gubernamentales como el Servicio Internacional para la Paz (Sipaz), la aguda escalada de la militarización en Chiapas se intensificó en los últimos meses. ``Esta crisis dentro de la crisis en las negociaciones de paz ha resultado en una consolidación del control militar sobre todas las áreas consideradas como base de apoyo del EZLN'', apunta.
Coincide con las organizaciones indígenas en lo referente al desplazamiento de miles de soldados y unidades militares a la Selva Lacandona y en las cañadas de la zona de conflicto: ``el objetivo es la contención total'', agrega, y señala que cada una de las poblaciones estratégicas se encuentran vigiladas de cerca por al menos un campamento militar.
Apoyado por los proyectos ``interinstitucionales'' de los gobiernos estatal y federal, pero sobre todo camuflajeado por una supuesta labor social o de asistencia a la población civil, el Ejército Mexicano ha logrado posesionarse poco a poco del corazón militar del EZLN.