Octavio Rodríguez Araujo
Ciudad Mendoza, un ejemplo

Al Comité Eureka, por sus 20 años

Después de una larguísima recta, se entra en la espesa niebla de las Cumbres de Maltrata en la frontera de Puebla y Veracruz. Al terminar la sinuosa carretera y ya de bajada, en Veracruz, rodeada de montañas está la ciudad de Mendoza, que en realidad es el municipio Camerino Z. Mendoza, que cuenta además con tres localidades rurales. La calle principal de la ciudad atraviesa otros cuatro municipios cuyos límites sólo son distinguibles para la gente de ahí. Los otros municipios son Nogales, Río Blanco y Orizaba.

En Mendoza gobierna el PRD, en Nogales el PRI y en Río Blanco y Orizaba el PAN. Pero el caso de Mendoza es peculiar. Es el único municipio que cuenta con un parlamento municipal formado por cuatro representantes de cada una de las colonias y localidades rurales. Estos representantes son electos democráticamente por su comunidad, y son portavoces directos de los intereses de la sociedad, además de vigilar las actividades y las finanzas del presidente municipal, el síndico y los regidores que conforman el cabildo municipal.

No es exactamente el PRD el que gobierna Mendoza, sino gente identificada más bien con la sociedad y que eventualmente pertenece o ha pertenecido a éste u otros partidos. En otros términos, la sociedad mendocina se ha dado un gobierno y participa de manera permanente a través de sus representantes comunales electos al margen de los partidos. Cada año se informa a la población de lo que se ha hecho, el costo de cada una de las obras o actividades y el origen de los recursos. Esta información consta en un gran muro al lado del palacio municipal para que todo el que pase por la calle pueda verla.

Fui invitado a dar una conferencia sobre participación social y democracia y, desde luego, sobre los cambios que se han dado en el régimen político mexicano y sus perspectivas. En mi charla introduje el caso del municipio de Oleiros en Coruña, España, que de alguna manera es semejante pues también está gobernado por la sociedad y no exactamente por un partido. Conviene decir que en Mendoza y en Oleiros los gobernantes son de izquierda, varios de ellos provenientes de partidos comunistas y similares; formalmente sus presidentes municipales son, respectivamente, del Partido de la Revolución Democrática y de Izquierda Unida.

Después de mi charla hubo muchas preguntas e intervenciones sobre la experiencia que han tenido en Mendoza. Me llamó la atención que ninguna de las intervenciones pusiera en duda, siquiera de manera implícita, la democracia en el ejercicio del poder municipal. Fue claro, incluso en conversaciones posteriores en corto, que hay conciencia de que la democracia sólo se garantiza con la participación social, del pueblo, y que sin ésta es posible, como ocurre en otros ámbitos, que un gobierno electo democráticamente ejerza el poder sin democracia o para fines personales o de grupo. Para decirlo de otra manera, quienes conforman el parlamento municipal han aprendido que si ellos (o quienes les sucedan) siguen cumpliendo el papel de representantes de la sociedad (al margen de los partidos) y la sociedad aprende a participar libremente en los asuntos públicos, no habrá poder antidemocrático, ni en este gobierno ni en los próximos. Saben, asimismo, que este proceso de aprendizaje y de ejercicio democrático puede fracasar, pues apenas comienza, y no hay costumbre de participación ciudadana responsable y comprometida con fines no egoístas. Pero en dos años no sólo no ha fracasado sino que va muy bien.

Esta experiencia municipal me pareció un ejemplo de lo que un pueblo, fastidiado ya de imposiciones y unido en lo fundamental, puede hacer.