En el tema indígena, rechazo a intereses políticos de ``falsos redentores'': Zedillo
Elena Gallegos, enviada, San Bartolo Tutotepec, Hgo., 12 de febrero Ť Frente a miles de tepehuanes, náhuatls y otomíes que se reunieron en las faldas del Cerro de la Gruta, Ernesto Zedillo advirtió que como Presidente de la República no aceptará que en aras de la causa indígena se nutran posiciones demagógicas y aspiraciones ilegítimas de poder; dijo que su gobierno no reivindicará ``intereses políticos de falsos redentores'' y reiteró que no aceptará tampoco una reforma constitucional que implique la fragmentación del país.
Aseguró que sí cree en la necesidad de una reforma a la Constitución y a las leyes que dé igualdad a los grupos étnicos, garantice el respeto a su cultura y a sus prácticas, pero aclaró que no admitirá nada que implique exclusión, marginación o la perpetuación del estado de injusticia que los indígenas ya han padecido durante siglos.
En esta región serrana, una de las que sufren mayor atraso y en donde la población indígena --más de 100 mil habitantes, 70 por ciento de los cuales son monolingües-- se distribuye en 121 comunidades de las que sólo 25 tienen caminos (aquí la gente tiene que marchar a lomo de mula hasta trece horas para llegar a la población más cercana que tenga servicios de salud y educación), Ernesto Zedillo retomó:
``Menos aún aceptaré ninguna reforma que fragmente a la nación mexicana, porque mexicanos somos los otomíes, los tepehuanes, los náhuatls y los mestizos como yo, ¿o no somos todos mexicanos'', preguntó a la gente.
Un largo ``¡sííí!'' se escuchó por el lomerío y las cañadas. El Presidente agregó: ``por eso preservaremos la integridad de nuestro territorio; preservaremos la unidad de la nación, y sólo haremos aquellas reformas que reivindiquen los derechos genuinos que por muchos siglos han reclamado los indígenas''.
¡No permitamos --les pidió--, no dejemos que este tronco común que nos ha dado identidad, fortaleza y capacidad para resistir históricamente muchos embates de allá afuera, sea debilitado!
Entonces se refirió a los ``falsos redentores'', aludiendo a una frase que minutos antes había lanzado Gabino Zapote, quien habló en representación de las comunidades indígenas de la zona y había dicho:
``Los indígenas de Hidalgo sabemos lo que significa la manipulación de nuestras causas y sabemos lo que significan los redentores que buscan su propia redención. No admitimos que nadie asuma nuestra representación. Las causas de los indígenas las manejamos los indígenas''.
Miles traídos de todas las comunidades aledañas, con sombreros y paliacates nuevos, aplaudieron a su orador. Por eso el Presidente dijo después: ``no reivindicaremos intereses políticos de falsos redentores, como dijo aquí su compañero; porque los indígenas de México ya no se dejan engañar. Fueron muchas veces usados y manipulados, fueron por siglos explotados...
``Pero hoy, en 1997 --continuó Zedillo--, no podemos ni habremos de aceptar que en aras de la causa indígena se nutran posiciones demagógicas y aspiraciones ilegítimas de poder político y yo sé que en esta tarea contamos con ustedes''. También les dijo que honrará el compromiso hecho cuando buscaba la Presidencia, en el sentido de que trabajará por los más pobres y entre ellos, especialmente, por los indígenas.
Estableció que lo que se debe admitir, lo que es evidente para todos, es que aún subsiste la injusticia con los indígenas y que esa situación a todos también avergüenza.
``Son rezagos que hemos arrastrado por siglos, pero que no podemos aceptar que los sigamos llevando por siglos. Es el momento de la historia que a nosotros nos ha tocado construir para empezar a reivindicar esos derechos y para hacer realidad esa justicia que la patria les debe a ustedes y que ustedes se deben a sí mismos'', dijo, y agregó que para ello no basta con recursos o con voluntad política, se necesita la participación de los indígenas, no sólo su voz, también su acción.
Pruebas a los secretarios de Estado
El Presidente inició su gira por la entidad en el corazón de la Huasteca. En Huejutla. En la cancha de la Unidad Deportiva dio el campanazo de salida a una docena de corredoras. De ahí se fue a inaugurar las instalaciones de la nueva Universidad Tecnológica de la Huasteca.
Lo acompañaron en la gira los secretarios Francisco Labastida, Miguel Limón Rojas y Carlos Rojas, el subsecretario de Salud, José Narro Robles, así como el gobernador Jesús Murillo Karam.
Luego encabezó una reunión de evaluación de los programas de desarrollo rural. Ahí, bromeó al gobernador: ``Chucho, qué bueno que le echas muchas ganas a estos programas, pero no queremos que nada más le pongas el corazón, también queremos que le pongas presupuesto''.
Y al anunciar los apoyos que a través de Alianza para el Campo (111 millones de pesos se canalizarán este año a Hidalgo) y Procampo, aprovechó para preguntar a Labastida: ``A ver, secretario, ¿cúal es el presupuesto de Procampo para el estado? Labastida contestó de inmediato: ``210 millones de pesos''. ``¡Ahhh --se rió el Presidente--, le puse una trampa, son 202 pero como ya dijo 210, pues a ver ahora de dónde los pone''.
Pero siguió el examen al secretario de Agricultura: ``con eso, ¿cuántas hectáreas vamos a apoyar?'' Labastida no titubeó: ``más de 400 mil'', devolvió de inmediato. Entonces el Presidente aprobó: ``exactamente 418 mil hectáreas'', y dirigiéndose al auditorio explicó: Es una pruebita que les pongo a los secretarios para ver si están bien concentrados, y como tuvo un buen grado de aceptación le voy a poner 9.3. Espero que a la próxima sea 10.
En la gira puso especial énfasis en hablar del respeto a la ideología y la militancia partidista y en reiterar que los programas se aplicarán sin tomar en cuenta eso; ``afortunadamente en nuestro querido país hay libertad para que cada ciudadano piense, dentro del marco de la ley, como le dé la gana, y ese respeto a la forma de pensar de cada uno, es muy importante''.
A la salida del acto, una señora se le atravesó para decirle que le habían gustado mucho sus palabras. Sorprendido, Zedillo le preguntó: ``¿de veras?, pero si soy muy malo para los discursos''.
Finalmente, en Real del Monte, tierra del gobernador, el Presidente pudo observar las obras de remodelación urbana, a cargo del arquitecto Alejandro Ortega, de la UAM; saludó a miles que se apostaron en las calles para aguardar su paso y atestiguó la firma del Convenio de Desarrollo Social, mediante el cual la Federación canalizará recursos a la entidad por 413 millones de pesos.
``El verdadero federalismo --explicó Zedillo a la gente que lo escuchó en la plaza principal junto al espléndido templo del Señor de Zelontla--, es dejar atrás el manejo personalista que en el pasado se hizo de los programas que con ello, aunque siendo útiles, se desvirtuaban. Hoy eso es inaceptable. El pueblo ya no acepta más la manipulación porque sabe que el dinero lo aporta él mismo y que el gobierno sólo es el gestor, el intermediario''.
Aquí también reiteró su llamado a hacer el más escrupuloso manejo de los recursos ya que, dijo, cuando eso no ocurre el pueblo está en su más absoluto derecho a inconformarse y denunciarlo, y las autoridades están obligadas a responder a esos llamados. Después asistió a una comida y luego regresó a la ciudad de México para abordar el avión que lo llevó a Mérida.
De Guty Cárdenas a Manzanero
En un acto inusual en las giras de trabajo del Presidente, esta noche en Mérida la gente se volcó a las calles a bailar y cantar. Fue una verbena. Con sus ternos de mestizas y flores rojas y amarillas en el pelo, las mujeres esperaron al visitante y lo apapacharon, yucatecas al fin, hasta el cansancio. Frente a la Ermita de Santa Isabel, los yucatecos ofrecieron la magia de su música.
Orquestas y cantantes llenaron la noche meridana. La gente se estremeció cuando Las Maya --hace 42 años que cantan juntas-- entonaron viejas melodías. Irma Dorantes, el Coro de Yucatán y la Orquesta Típica hicieron, con sus voces y acordes, la reseña musical. Armando Manzanero, solo con su piano, cerró el espectáculo. La gente no lo dejaba irse.
De ahí, la comitiva fue seguida por un mariachi, como en las películas de charros enamorados. Las trompetas, el guitarrón y los violines anunciaron el paso del Presidente que cenó en casa de los Enríquez Achach, donde se ofrecieron panuchos, salbutes, tamales colados y taquitos dorados con salsa de chile habanero.