Guillermo Almeyra
La bomba de tiempo balcánica

Desde hace dos meses Serbia está en convulsiones y en Albania, en el último mes, se suceden los estallidos sociales mientras la crisis se une al desarrollo del capitalismo de rapiña, con su especulación financiera y sus estafas a los pobres e ilusos, para acabar de destruir lo poco que queda de un país ya destrozado durante décadas por los ultraestalinistas de Henver Hoxa.

En Belgrado la lucha no se da, como pretende presentar la prensa, entre Milosevich y sus ``socialistas'' y la coalición ``Zajedno'' (que, por otra parte, está compuesta por partidos y tendencias que sólo tienen en común su odio al poder de la vieja burocracia reciclada). La falta de democracia real en el campo político y los años de populismo nacionalista tanto por parte del gobierno de Milosevich como de la oposición de Vuk Draskovich y la guerra en Croacia y en Bosnia-Herzegovina, con el nacionalismo serbio triunfante, después, han infectado la vida política de la más importante región de la ex Yugoslavia y hacen temer estallidos mayores. La dirigente democrática Vesna Pesich llama a abandonar el nacionalismo chovinista y étnico para centrar la defensa de lo serbio en el plano moral y cultural, no en un concepto racista, pero es difícil que sea muy escuchada. Al mismo tiempo, está el problema planteado por el nacionalismo extremo de los partidarios de Seselj, que tienen el 17 por ciento de los votos, muy poco menos que ``Zajedno'' y que pueden inclinar la balanza hacia un nacionalismo serbio agresivo.

Eso es lo que desean los nacionalistas albaneses, en Albania y en el Kosovo: una guerra civil serbia, fomentada por el nacionalismo granserbio que estimula a su vez al granalbanés. Albania ha perdido los negocios de oro que le dejaban, durante la guerra de Bosnia, el contrabando de armas, el apoyo turco, el contrabando de petróleo. Y ahora en el campo albanés se planta más marihuana que verduras, para compensar esos ingresos, mientras el Partido Democrático, del presidente Sali Berisha, no ha conseguido inversiones extranjeras a pesar de los bajísimos salarios albaneses, porque su régimen es profundamente corrupto y sacaba provecho de la estafa de las sociedades financieras que, ofreciendo intereses mensuales oscilantes entre el 10 y el 50 por ciento, llevaron a los albaneses a vender sus casas o sus tierras para darles el dinero en depósito, a los emigrantes en el exterior a depositar en ellas sus remesas de fondos, y a los comerciantes a transferirles sus capitales.

Con una desocupación al 60 por ciento y con la expropiación de todo por un puñado de especuladores estrechamente enlazados con el poder, es claro que crecen los socialistas que dirigen la protesta. Surge así en el poder la tentación dictatorial o el deseo de jugar con el fuego del nacionalismo albanés en Kosovo, para dirigir hacia Serbia la crisis en el país. Ahora bien, si Kosovo estalla, estallan también Macedonia, Serbia y todos los Balcanes, ya inquietos por los acontecimientos en Bulgaria, por la crisis en Rumania, por el conflicto entre Turquía y Grecia, por la oposición popular en ésta al neoliberalismo. Existen incluso en Kosovo quienes creen que iniciando una lucha armada contra Belgrado serán rápidamente reconocidos y defendidos, como República independiente, por los países que se apresuraron a reconocer la independencia croata y dieron origen a la matanza étnica en la ex Yugoslavia.

Los países que son el eje de la Unión Europea (Francia y Alemania, pero también, en esa región y en mucho menor medida, Italia) tienen una responsabilidad fundamental. Pero hasta ahora silban y miran a otro lado, como si el Adriático en vez de ser más estrecho que el Río de la Plata fuese ancho como el Pacífico y no pudiera ser cruzado por una inmigración clandestina masiva ni por los refugiados de todas las guerras locales, y los Balcanes no formasen parte de Europa. ¿Vamos, pues, a una tercera guerra balcánica, para desmembrar aún más la región, aunque el capitalismo esté mundializado? ¿Es todavía posible el rechazo del nacionalismo étnico y religioso, con toda su barbarie, y la recomposición de una sociedad pacífica, pluriétnica y pluricultural sobre la base de la oposición, no entre las supuestas ``razas'' o las religiones, sino entre la democracia y el poder corrupto y totalitario?