Javier Flores
El poder de la imaginación

Las pasiones del alma son capaces de modificar al cuerpo, sostiene Cornelio Agrippa Von Nettesheim (1486-1535). Esto ocurre por la fuerza que tiene la virtud imaginativa sobre la materia. Así, la imaginación de una mujer embarazada imprime sobre su hijo aquello que desea 1. Esta idea era compartida por quienes cultivaban la magia, actividad que reunía a algunos de los intelectuales más destacados del siglo XVI. La magia natural --que debe ser diferenciada de la hechicería-- es, sin duda, uno de los pilares sobre los que se funda la ciencia moderna. ``...la envidia de la mujer grávida --ejemplifica Agrippa-- actúa sobre un cuerpo extraño, marcando su fruto con la cosa que deseó. Así se crean muchas generaciones de monstruos''.

Paracelso (1493-1541) compartía esta opinión. En su Tratado sobre las enfermedades de la matriz señala que la imaginación de las mujeres embarazadas es capaz de modificar a este órgano influyendo sobre las características del nuevo ser 2. Pero ¿cómo logra la imaginación modificar un órgano o un cuerpo? Es precisamente Paracelso quien ofrece una explicación detallada que conjuga algunas de las concepciones de la medicina y la filosofía renacentistas y que ha sido rescatada magistralmente por Alexandre Koyre 3.

El elemento principal es el alma, que en Paracelso es un centro de vida, de fuerza mágica, un fuego ardiente. Es, además, un centro de pensamiento, conciencia y voluntad. La imaginación, por su parte, es como el propio término indica, la producción mágica de una imagen, que es la expresión de una tendencia de la voluntad del alma. La imagen así creada nace en nosotros, en nuestra alma ``...es nosotros mismos, y somos nosotros mismos quienes nos expresamos en ella''.

La imagen sirve de molde a la potencia plástica del alma por el que ésta fluye tratando de realizarla y realizarse en ella. La imagen es una especie de producto orgánico, es el cuerpo en el que se encarnan el pensamiento y la voluntad del alma. El alma da así a los pensamientos, las ideas y los deseos, un ser (la imagen) que si bien aún no es el ser real, está dotado de una existencia mágica, independiente en cierta forma de la existencia y la voluntad del alma, pues tiene la facultad de actuar y ejercer por sí misma una influencia, incluso sobre otros cuerpos. Para crear al ser real, el alma se sirve de la materia del cuerpo para imprimir a partir de la imagen-molde la forma imaginada. Sobre este punto Agrippa sostiene que la imagen se reproduce en la sangre que la imprime en todos los miembros que nutre, tanto en los suyos propios como en los extraños a veces.

Es así como se explica en el siglo XVI el nacimiento de los monstruos y prodigios, pero también los nacimientos normales y los casos bien conocidos de semejanzas sin lazos de parentesco, pues las mujeres embarazadas crean y ponen en el mundo los hijos a los que su alma imprime la forma imaginada. Pero no sólo eso, si tuviéramos una imaginación suficientemente fuerte podríamos cambiar por completo el aspecto y la forma exterior de nuestro cuerpo y aún más, este mecanismo puede explicar la acción de una voluntad sobre otras.

Pero esta concepción sobre el poder de la imaginación no surge solamente de una motivación médica o mágica, expresa además la creencia en la identidad de los procesos entre un mundo superior (macrocosmos) y uno inferior (microcosmos).

Es así como Dios creó el universo --añade Paracelso--, imaginándolo.

1. Agrippa, C. Filosofía oculta, Kier, Buenos Aires, 1991, pp.

105-106.

2. Paracelso. Obras completas, Edicomunicación, Barcelona, 1989, p. 286.

3. Koyre, A. Místicos, espirituales y alquimistas del siglo XVI alemán, Akal, Madrid, 1981, pp. 69-120.