El alarde humano
Los humanos estamos dispuestos a aceptar que otros animales poseen inteligencia, pero nos seguimos reservando el derecho a ser el único animal consciente. Esto es, el único que sabe de sí mismo y reflexiona sobre el mundo. Los demás animales sólo poseen respuestas instintivas, automáticas, sobre las que no poseen control. Eso decimos. Pero ya desde 1871, Darwin afirmaba en The Descent of Man que nuestra mente y la de otros animales era ``ciertamente de grado y no de tipo. Hemos visto que los sentidos e intuiciones, las varias emociones y facultades, tales como amor, memoria, atención, curiosidad, imitación, razón y otras, de las cuales el hombre alardea, pueden encontrarse de manera incipiente y en ocasiones hasta bien desarrollada en los animales inferiores''.
Estudios recientes
Hay conductas animales que, si bien son complejas, resultan innatas y sin componente intelectual, es cierto. Pero en los últimos 20 años los estudios en animales han producido datos asombrosos y han demostrado que simplemente no habíamos aprendido cómo hacer preguntas a los animales. Tampoco los habíamos observado emplear herramientas, pero sí las emplean: los cuervos usan piedras y pueden resolver problemas de una cierta complejidad; las garzas arrojan trocitos de pan a los peces con el fin de ponerlos al alcance de un picotazo, y si bien el conductismo de Skinner atribuye a las ratas conductas de una extraordinaria complejidad como simple resultado del encadenamiento de respuestas simples, otros psicólogos, como Tolman, encontraron que las ratas pueden planear respuestas por completo novedosas.
Discernimiento
Lo que es más asombroso, Wolfgang Klher descubrió en los chimpancés la capacidad de elaborar imágenes mentales para la solución de problemas; por ejemplo, ante dos varas cortas, pero que pueden ensamblarse, imaginan esta solución y la realizan para obtener una vara larga con la cual alcanzar alimento. También amontonan cajas para llegar a un racimo de plátanos. Ambas soluciones requieren la producción de algo que suponíamos exclusivamente humano: un concepto.
Uno de los ejemplos más claros de discernimiento y de conducta novedosa, es el lavado de camotes descubierto por una manada de monos japoneses. Para alimentarlos, los investigadores simplemente les arrojaban alimentos en la playa, con el resultado de que se llenaban de arena, lo cual ningún humano piensa que moleste a los animales.
Pero hacia 1953, los investigadores observaron que una joven de la manada, a la que llamaban Imo, llevaba su comida a lavar para quitarle la arena. Con el tiempo ese hábito se fue extendiendo hasta que abarcó a la manada entera, siendo los machos dominantes los últimos en aprender. Un caso de aprendizaje cultural no humano.
El mito de las herramientas
Y que únicamente los humanos empleamos y hacemos herramientas es otro de nuestros mitos. En la misma obra citada Darwin descubre: ``Se ha dicho con frecuencia que ningún animal usa ninguna herramienta; pero el chimpancé en estado natural rompe una fruta nativa, algo como una nuez, con una piedra... y yo mismo he visto a un joven orangután meter una vara en una grieta, deslizar su mano hacia el otro extremo, y usar la vara de manera correcta como una palanca''. Otros meten varas en los nidos de termitas, dejan que éstas suban a la vara, la sacan y chupan a lo largo las termitas. Los monos también logran sacar yogurt de unas botellas estrechas, provistas por los investigadores, empleando troncos de bambú para hacer largas cucharas. La identidad, el reconocimiento de uno mismo, es un proceso interno que podemos comprobar en los monos si los proveemos de un espejo y los observamos jugar con su propia imagen.
Crisis de identidad
Y por cierto, hablando de identidad, y cuando todo el PRI se haya pasado al PRD, como está ocurriendo, ¿habrá cambiado el PRI de nombre o el PRD de contenido? Otra crisis de identidad: como bien denunciaron preocupados periodistas hace días, unos canallas pretenden convertir Chiapas en un lugar lleno de industrias forestales y ferrocarriles; cuando los indios manejen grandes sierras y programen las computadoras de los trenes, ¿dónde quedará la identidad india? ¿Quién bordará los huipiles y morrales del Homo coyoacanensis? Bien por la denuncia a tiempo.
El juego
¿Y el juego? El juego verdadero es también humano, decimos. Los animales que parecen jugar sólo están ensayando el ataque y la pelea.
Pero chimpancés enanos juegan su propia versión de la ``gallina ciega'': Cada uno se cubre los ojos con hojas de plátano y cruzan sin ver por un tronco. El chimpancé tiene más del 99 por ciento de nuestros genes, así que podemos verlos como casi humanos. Mucho más alejadas de nosotros están las aves y también presentan conductas de extraordinaria perspicacia. Cuando, por los años 30, en Inglaterra se comenzó a repartir leche en botellas selladas, muchos clientes se quejaban de encontrarlas abiertas por la mañana. Los culpables eran ciertos pájaros que habían descubierto cómo pelar el papel del sello.
Pero eso no fue todo: de pueblo en pueblo la misma especie de ave fue aprendiendo a abrir las botellas y posteriormente el aprendizaje pasó a otras especies. Cuando la compañía lechera cambió las tapas, aprendieron a abrir las nuevas. Los pelícanos coordinan su cacería de forma cooperativa y planeada para rodear un cardumen de peces, y hasta no tenerlo atrapado comienzan todos a comer. En fin, que si la inteligencia es un continuo que se distribuye a todo lo largo de las especies animales, la conciencia parece tener una modalidad similar.
No nos extrañemos, pues en nuestra propia especie la conciencia surge lentamente en la infancia, florece y luego también se apaga con la vejez y la pérdida de facultades.