¡Calma, mucha calma dear Woody, no te vayas a ``achicopalar'' (léase deprimir) ante las agresiones que en tu contra formula Mia Farrow, en su autobiografía What fallas away (Lo que se deja caer) de reciente aparición en las librerías de la urbe de hierro! ¡Calma, mucha calma, memorable Woody Allen!, no te vayas a neurotizar ante aquel retrato ``devastador'' de tu personalidad que recreó con evidente mala fe en el susodicho texto la ex famosa actriz, amante que fue de Frank Sinatra y André Previn ¡Tranquilo, Allen Stewart Koningsberg!, no te vayas a histerizar ante aquellas líneas diabólicas con las cuales te describe la Farrow; ten presente que naciste en 1935 y que a los 62 años de edad esas violencias verbales afectan física y mentalmente.
¡Sosegado Woody!, también ante la crítica que horas después de la aparición del volumen en los infernales espacios neoyorkinos escribió: ``Si se acepta el satánico retrato que Mia Farrow hace de Woody, no se podrían ver las películas de Allen sin sentir náuseas''. ¡Despreocúpate de ese precipitadísimo comentario!, pues más allá de él y de aquella que lo provocó, nosotros, los cientos de miles de cineadictos que poblamos este mundo atiborrado de imágenes en perpetuo movimiento, ¡jamás contemplaremos tu imagen con asco! Porque, ¿quién que te vio en los inicios de tu carrera artística cuando fatigabas noche tras noche los centros nocturnos de Manhattan realizando talmúdicas rutinas cómicas podrá recordarte con asco? ¿Y quién que te vio encarnar en el celuloide hacia los inicios de la séptima década a Virgil Stockwell, representante del american dream, en Take the money and run, o aquel otro personaje poseído por el espíritu romántico de Humphrey Bogart en Play it again Sam, o aquel erótico psiquiatra enamorado de una oveja en Everything you alway wanted to know about sex, but were afroid to ask, te podrá recrear mentalmente con vómitos y mareos? Nadie, nunca, jamás... ¿Y quién, en el caso de volver a ver en algún cine club, tu genial interpretación de Boris Grushenko, aquel militar condenado a muerte por intentar asesinar a Napoleón, en La guerra y la paz, podrá sentirse asqueado?
¿Quién rechazaría tu imagen al contemplarte en Bananas, cinta a propósito de la efervescencia revolucionaria de una república bananera, o en The front, película de Martin Ritt, donde diste aliento a Howard Prince write incluido en las listas negras del macartismo? Nadie, nunca, jamás. ¿Quién que vuelva a enfrentar visualmente tus guiños expresivos en Zeling, el hombre camaleón que por una extraña enfermedad adoptaba el aspecto y la personalidad de los individuos con quienes se encontraba, o en Sleeper contemplando aquel gigantesco plátano, muestra absurda de una fruta del futuro, o en The purple rose of Cairo, introduciendo en el lienzo inmaculado de la pantalla, sentiría malestar estomacal? Nadie, nunca, jamás.
Ahora toca acercarnos a un ser en permanente crisis de corazón (crise-de coeur) capaz de revivir en los arduos fotogramas ese desgarramiento sentimental, y preguntarnos si causaría repulsión verte como Alvy Singer en Annie Hall, discurso cinemático cercano a la autobiografía que por cierto obtuvo cuatro Oscares, o como Isaac Davies --exitoso escritor de telenovelas-- enamorando casi al mismo tiempo a la jovencita Tracy (Mariel Hemingway) y a la adulta Mary (Diane Keaton) en Manhattan, o como Sandy Bates, acosando una tras otra a Dorie (Charlotte Rampling) la neurótica actriz y a Daisy (Jessica Harper) la inmadura intérprete musical, y a Isabel (Marie-Christine Barrault) la francesita madre de dos hijos, en Stardust Menuries. No, nunca.
Entonces, dear Woody calma, mucha calma, recuerda que tus fieles cineadictos conocemos y respetamos tus preocupaciones vitales, que podemos resumir así: ``...la única y auténtica realidad de nuestras vidas no es el amor ni el sexo, cada día más difícil de obtener, sino la muerte''. Pesimista visión existencial --amor-muerte-- que planteaste de una manera cabal en Crímenes y pecados (1989/90).
Conocemos y respetamos también aquello que escribió la crítica francesa: ``...petit bonhome fascine/traumatise par les femmes, victime des innombrables agressions de la vie urbaine''.
Conocemos y respetamos de igual manera la decisión de titular a tu última película, de 1996, Everbody says I love you (Todos dicen que te quiero). ¿Entonces?.