La Jornada 19 de febrero de 1997

Sereno, el alto mando castrense recibió la noticia

Juan Manuel Venegas y Rosa Icela Rodríguez Ť ``Hasta en la Iglesia hay algunos malos'', fue la lapidaria frase de un general del Ejército Mexicano que escuchó a su superior, el secretario de la Defensa Nacional, general Enrique Cervantes Aguirre, acusar a un compañero de armas de servir a los barones de la droga.

En el majestuoso salón de recepciones de la Sedena, el alto mando castrense aceptaba, en un hecho histórico en la vida del país, que uno de sus miembros había sido cooptado por el narcotráfico, que le redituó ``cantidades considerables de dólares en efectivo''.

Los gestos se endurecieron. Al micrófono Cervantes explicaba uno a uno los presuntos ilícitos en los que incurrió el general brigadier Jesús Gutiérrez. En primera fila, el ex secretario Juan Arévalo Gardoqui; el jefe del Estado Mayor Presidencial, Roberto Miranda; el director de Seguridad Pública del Distrito Federal, Enrique Salgado, y los titulares de las 31 Zonas Militares del país.

Ningún movimiento entre los jefes militares, ninguna mueca ni asomo de sorpresa. Sentados por orden alfabético, los generales de las Fuerzas Armadas de México, si acaso al llegar, expresaron su sorpresa por la cantidad de reporteros: más de 200 fotógrafos, camarógrafos, corresponsales extranjeros.

Y es que a un llamado de la Defensa, decenas de reporteros se dieron cita a las 18:30 horas en el Casino Militar del Campo Marte, desde donde fueron transportados en autobuses hacia la Sedena. Otra parte de ellos se trasladaron desde la PGR. Todo en completo misterio. Nadie sabía nada. Aunque muchos especulaban que sería ``algo relacionado con la información publicada por Siglo XXI y La Jornada''.

El salón, con enormes candiles, óleos de Benito Juárez y de Venustiano Carranza, recibió desde las 19 horas a los miembros del Ejército Mexicano con uniformes de gala y también en primera fila algunos de los funcionarios de la PGR, incluido Luis Raúl González, el fiscal del caso Colosio.

Al salir, un general opinó: ``Es una tristeza, pero recibirá su castigo''. En tanto, reporteros enviados desde Guadalajara hablaban sobre Gutiérrez Rebollo: ``Quién lo dijera, si era una dama o, digo, un caballero, siempre nos dio buen trato... nos regalaba cachuchas, hacía unas comilonas, era recibido entre los grupos más selectos de la sociedad jalisciense... ayudó en el terremoto de Colima... nunca una mala cara, siempre nos recibió''.