La Jornada 19 de febrero de 1997

Con una exposición de 95 imágenes, la Galería Witkin, de Nueva York,
inicia hoy un homenaje al decano de la fotografía en México, Manuel
Alvarez Bravo, que el pasado 4 de febrero cumplió 95 años

Merry Mac Masters Ť El pasado 4 de febrero Manuel Alvarez Bravo cumplió 95 años y la ciudad de Nueva York lo está festejando. Hoy, miércoles, se abre al público la muestra Manuel Alvarez Bravo. 95 Images for a Ninety-Fifth Birthday (95 imágenes para un cumpleaños nonagesimoquinto), en la Galería Witkin, y a partir de las 21 horas, y hasta la medianoche, habrá una recepción para el decano de la fotografía mexicana en el Museo de Arte Moderno (Moma por sus siglas en inglés) con motivo de la apertura al público mañana de la retrospectiva que como título lleva sólo su nombre.

Aunque la relación formal del Moma con Alvarez Bravo comenzó en 1942, fecha en que fotografías suyas entraron a la colección, es apenas hasta ahora que el recinto le ha hecho justicia, asegura su director, Glenn D. Lowry, en una información divulgada por el recinto. Manuel Alvarez Bravo es, por lo tanto, la ``culminación'' de esa larga asociación del museo con el artista, ha dicho Lowry.

En 1943 imágenes suyas fueron incluidas en la colectiva organizada por Moma, Masters of Photography (Maestros de la fotografía), que viajó por Estados Unidos y Canadá durante un lustro. El artista estuvo presente en las exposiciones de envergadura armadas por el recinto como Twenty Centuries of Mexican Art (Veinte siglos de arte mexicano), de 1940, y The Family of Man (La familia del hombre), en 1955. Luego, en el 71 una retrospectiva de 60 fotografías se exhibió allí. Sin embargo, no es hasta la presente muestra que Moma ``le ha hecho justicia total a la gama y profundidad de los logros de este maestro.''

La retrospectiva está planteada como la exhibición más comprensiva jamás dedicada a la trayectoria de Alvarez Bravo. Curada por Susan Kismaric, jefa del Departamento de Fotografía, consiste en 175 imágenes, con énfasis en las impresiones vintage (se trata de la primera copia hecha por el autor), 80 de las cuales provienen del archivo personal del artista. La muestra examina su carrera larga y productiva, desde sus tempranos experimentos con la abstracción, a través de obras modernistas inspiradas por las corrientes internacionales como el surrealismo, hasta la realización de un estilo personal preocupado con las costumbres y rituales mexicanos.

Al decir de Kismaric --de nuevo citamos la información del museo--, Manuel Alvarez Bravo fue entre la primera y la segunda guerra mundial ``uno de los inventores'' del vocabulario moderno de la fotografía. El hecho que pudo alcanzar tal maestría es aún más ``impresionante'' si se toma en cuenta que el artista no vivía en uno de los principales centros de actividad fotográfica como Nueva York o París, asegura.

La muestra del Moma revisa 70 años de carrera, de los veinte hasta el presente, enfocada hacia su trabajo ``seminal'', desde 1920 hasta los cuarenta. Para la curadora la estructura cronológica de la exposición enfatiza ciertos elementos recurrentes en la obra del artista: compasión por las clases bajas, un aire de misterio, un sentido de lo surreal y una preocupación por la muerte.

En la década de los veinte Alvarez Bravo experimentó con la abstracción. La revista Luna córnea, en su primer número, partió de la obra temprana del artista de la lente, piedra de toque en la fotografía mexicana. Al decir de Rita Eder en su ensayo ``El arte de Alvarez Bravo en los años treinta'', sus primeras fotografías muestran la tendencia pictorialista tan de moda en la época de su formación. La investigadora señala que pronto hay un cambio, en el que intervino la presencia de Edward Weston y Tina Modotti en su paso por México.

La invitación de la muestra del Moma trae en su portada la fotografía de 1930, Maniquíes riendo. Obviamente tomada en un tianguis, una hilera de glamorosas ``mujeres de cartón'' mira coquetamente al espectador. Muchas de las obras en la muestra tienen que ver con la idea de mirar o ver, y conjuntan la ironía con un ``homenaje'' al propio medio fotográfico. Ya para entonces Alvarez Bravo había empezado a hacer imágenes que explotan el poder de la fotografía de transformar lo ordinario en lo fantástico, un método que se ha convertido en un ``sello'' característico de su obra.

A través de sus placas de gente involucrada en actividades cotidianas, Alvarez Bravo ha registrado y, por tanto, ``preservado'' aspectos de la cultura mexicana. Junto a imágenes como Entierramiento en Metepec (1933), Día de todos muertos (1933), y Obrero asesinado (1934), la muestra también incluye algunos ``paisajes románticos poco conocidos, tomados en los años treinta y cuarenta, y que celebran su sentido de orgullo nacional.''

De acuerdo con información del museo, a partir de los cincuenta las fotografías de don Manuel han consistido mayormente en una exploración renovada de temas anteriores. Si en los sesenta se concentró en retratar a color temas de antaño, en los setenta comenzó a hacer placas en platino de negativos tempranos. La muestra comprende ejemplos de desnudos femeninos que comenzó en 1976, al igual que unos estudios de mediados de los noventa de enredaderas que crecen afuera de su casa en el barrio del Niño Jesús, en Coyoacán.

En la Galería Witkin

Lee Witkin empezó a exhibir obra de Manuel Alvarez Bravo en 1972 cuando éste ni era muy conocido en Estados Unidos, ni era tan común mostrar fotografía. Evelyn Daitz, actual directora de la galería, dice por teléfono desde Nueva York que es muy probable que Witkin, descrito como una persona ``sensible'', supo ``por instinto'' que don Manuel era un gran fotógrafo. Daitz habla entonces de lo que significa haber construido a través de 25 años una relación artista/galería, y ser testigo del crecimiento, con la oportunidad de exhibir con regularidad, ya que Alvarez Bravo siempre está produciendo obra nueva. Siente que la galería Witkin ha contribuido a la promoción de don Manuel en el país vecino y que en estos momentos los coleccionistas y el público están conscientes de que se trata de uno de los más grandes fotógrafos aún vivo y trabajando.

La exposición de la Witkin coincide con la del Moma, pero tiene como fin festejar su cumpleaños número 95. Para ello se ha escogido una muestra de su trabajo que llega hasta su obra más reciente. Se exhibirán desde sus imágenes más conocidas como La buena fama durmiendo, Retrato de lo eterno y El umbral, hasta otras poco vistas, o a color. Jill Seymour, directora asociada de la Galería Witkin, reitera que Alvarez Bravo goza de una fuerte reputación en el mundo del arte y la fotografía, y que las presentes muestras ayudarán a hacer su nombre y su obra aún más reconocidos.

(Manuel Alvarez Bravo se podrá ver en el Moma, en Nueva York, hasta el 18 de mayo. A mediados de junio vendrá al Centro Cultural/Arte Contemporáneo de la ciudad de México. Se estudian otras itinerancias. Se editará un catálogo de 240 páginas y 198 ilustraciones, con texto de Susan Kismaric. Para complementar la muestra del Moma se ofrecerán dos conferencias: ``Manuel Alvarez Bravo en contexto: La fotografía en México 1920-1945'', de James Oles, el 11 de marzo, y ``Lente de revelaciones: Manuel Alvarez Bravo y sus influencias'', de Liz Ferrer, el 15 de abril. Manuel Alvarez Bravo. 95 Images... estará en exhibición hasta el 3 de mayo. Y será inaugurada la muestra El viaje de Colette Alvarez Urbajtel, su compañera.