El PASE, nueva esperanza para 22 millones de pobres en México
Roberto Garduño E. /I Ť El fracaso de programas y políticas de asistencia social a los mexicanos más pobres, que se llevaron a cabo en años anteriores, propició la creación de un nuevo proyecto gubernamental que pretende ``recuperar'' de la depauperización a más de 22 millones de personas a más tardar en el año 2000.
El denominado Programa de Alimentación, Salud y Educación (PASE) que el pasado primero de septiembre de 1996 anunciara el Presidente de la República, Ernesto Zedillo, deberá ``entrar'' en nueve de las regiones más empobrecidas del país a partir de la segunda quincena del mes de marzo.
Tal es la premura, que los encargados de ofrecer respuestas a las difíciles condiciones de millones de mexicanos ya estudian junto con el mandatario las formas en que el PASE se implantará y qué dependencia lo conducirá. Se prevé que el próximo jueves, el gabinete de desarrollo social se reúna y dé una salida al asunto.
Ante el elevado volumen de recursos que en 1997 manejará el programa, los funcionarios federales no han acordado la puesta en marcha, que según la Secretaría de Desarrollo Social debió ocurrir en la segunda quincena de enero.
El Documento de trabajo del PASE -La Jornada tiene una copia- establece en su diagnóstico que ``la persistencia de problemas alimentarios y nutricionales se explica en parte por la reducción del ingreso real de las familias, el acceso inadecuado a alimentos nutritivos y el cambio en los hábitos alimenticios''.
Para el gobierno las principales ``deficiencias alimentarias'' se ubican en los ámbitos rural y urbano-marginado, que se concentran en las regiones sur, sureste, golfo y centro-norte del país. Estas afectan más a los niños, las mujeres gestantes y en lactancia, ancianos y discapacitados.
Destaca que las autoridades se apoyan en los resultados de la Encuesta Nacional de Nutrición elaborada en 1988. Así, 41.9 por ciento de la población menor de cinco años padecía desnutrición; en el medio rural, 44.3 de los infantes tenía algún grado de desnutrición y en las regiones sur y sureste los índices fueron de 58.8 y 63.9.
En las comunidades mayoritariamente indígenas, las tres cuartas partes de los menores de cinco años mostraban algún grado de desnutrición, y más de 30 por ciento la padecía en grado severo. Cuatro años después las cosas no variaron mucho, ya que por la desnutrición era la quinta parte de la mortalidad infantil.
Entre las ``realidades'' que atañen a los mexicanos pobres, el gobierno asume que unas 10 millones de personas carecen de acceso regular a servicios de salud, prevalecen altas tasas de enfermedades infecto-contagiosas y coexisten en el país males propios de la pobreza como el cólera, las infecciones respiratorias, la desnutrición y las muertes maternas y perinatales.
Además, el PASE pretende reducir las altas tasas de inasistencia escolar. En 1990 no estaban inscritos 2.5 millones de niños de seis a 14 años, por carecer de recursos económicos. En 1994, 10 por ciento de la población de 15 años o más era analfabeta y el promedio de escolaridad en 1994 era de siete años.
``El nivel de educación de las mujeres incide en la fecundidad. En 1994 la tasa global de fecundidad, es decir el número de hijos que tiene una mujer durante su vida fértil, era de 2.9 hijos. En el grupo de mujeres sin escolaridad, esta tasa aumenta 5.6 por mujer'', se argumenta.
El objetivo, se indica, es apoyar a las familias en situación de pobreza extrema para que tengan acceso a una alimentación básica, a servicios primarios y preventivos de salud y nutrición, así como a la educación primaria y secundaria.
Los ``principos rectores'' del PASE son los siguientes: vincular complementariamente las acciones de alimentación, salud y educación; asegurar que las familias beneficiarias reciban servicios preventivos de salud y que los menores logren terminar al menos la educación básica; fomentar la participación activa de la madre beneficiaria en la atención de la salud y la educación básica de sus hijos.
Asimismo, propiciar que la prestación de servicios de salud y de educación, y la entrega de la transferencia de ingreso, se otorguen de manera segura, cómoda y que no representen dificultad o costos adicionales en las familias beneficiadas.
También disminuir al máximo las posibilidades de desviación, discrecionalidad, politización y manipulación de los apoyos que se asignan a la población mediante mecanismos seguros, automatizados, eficientes y procedimientos de control; entregar los apoyos y las transferencias monetarias con oportunidad, honestidad, control, seguridad y eficiencia.
Otro objetivo es garantizar la transparencia, imparcialidad y auditabilidad en la selección de beneficiarios, con base en la situación socio-económica de las familias. Entre la población objetivo se encuentran las familias en pobreza y pobreza extrema que habitan en localidades rurales y urbanas de alta y muy alta marginación. Los recursos presupuestarios para la operación del PASE son federales e independientes de asignaciones del ramo 26, y no se requiere aportación estatal.