Juan Arturo Brennan
Cameratística iberomusical

Mientras varias de nuestras añejas instituciones musicales, tanto sinfónicas como de otras dimensiones, ya están dedicadas a concelebrar (sin mucha convicción y sin propuesta interesante alguna) los aniversarios de Schubert y Brahms, se hace más patente aún la ausencia casi total de una actividad camerística sólida, constante y creíble en nuestro ámbito musical. La estadística y el oído confirman el hecho: la estadística dice que las orquestas de cámara estables en México son tan pocas que se pueden contar con los dedos de una oreja, y el oído sabe que la calidad musical de las que existen es en general para llorar.

Es en este contexto que una presencia sonora como La Camerata es no sólo un bienvenido contraste sino también una invitación a la reflexión: ¿cómo es posible que no tengamos una orquesta de cámara estable y buena en este país?

El catalizador de esta retórica cuestión fue un reciente concierto en el BlasGa (para quienes gusten de lo coloquial) por La Camerata, cuyo programa estuvo conformado por obras iberoamericanas y coincidió con la celebración de un Congreso Iberoamericano de Música.

El programa estuvo compuesto por una inteligente y variada selección de música de Iberoamérica y, como es usual cuando de La Camerata se habla, la preparación e interpretación de las obras fue de buen nivel. Como director huésped del grupo, Jesús Medina abrió el programa con el Divertimento para nueve instrumentos de Rodolfo Halffter, partitura poco difundida del músico hispano-mexicano y que es, como casi todas sus obras, un reflejo de la transparencia, la claridad de ideas y la economía de medios que caracterizan su pensamiento musical. Perfiles melódicos diáfanos, impulsos rítmicos sabrosos y variados, y un hispanismo depurado y estilizado fueron muy bien trabajados por el pequeño ensamble mixto de cuerdas y alientos al mando de Medina.

Después, la soprano Lourdes Ambriz cantó el soberbio Himno al canto del gallo de Julián Orbón.

La fusión de la voz con el ensamble y ciertos toques dinámicos y de fraseo me permitieron intuir, quizá, la benéfica influencia de Eduardo Mata, sin cuya labor de promoción la genial música de Orbón estaría aún más abandonada por nuestros músicos. Otro solista de alto calibre, el saxofonista Abel Pérez Pitón, se encargó de la Fantasía para saxofón soprano y orquesta de cámara de Heitor Villa-Lobos. Además de las evidentes cualidades técnicas del instrumentista, la ejecución de esta extrovertida pieza permitió recordar que al lugar común de asociar la música de Villa-Lobos con la selva amazónica puede añadirse una asociación sonora muy urbana y muy francesa, que es evidente en esta rica pieza camerística. Muy brasileño el hombre, sí, pero una temporada en París deja marcado a cualquiera.

De Eugenio Toussaint se hicieron las Danzas de la ciudad, quinteto de breves piezas en las que el autor propone ante todo un trabajo rítmico de notable amplitud y complejidad. Este aspecto, además de las interesantes combinaciones tímbricas de las Danzas, fue trabajado y delineado con gran claridad por Medina y La Camerata, quienes por cierto protagonizan la grabación digital que de esta obra se hizo hace algunos años.

La sesión iberomusical de cámara concluyó con dos éxitos, uno nuevo y nostálgico, otro antiguo y renovado: el Danzón No. 4 de Arturo Márquez, y la versión original de cámara del Sensemayá de Revueltas, de estreno reciente.

Los aciertos evidentes en la ejecución de estas seis partituras de origen iberoamericano no hicieron sino confirmar el alto nivel de interpretación que se puede lograr cuando un grupo de cámara flexible y adaptable se conforma con la selección individual de sus miembros, y cuando el criterio básico es la excelencia musical y no algún arcano escalafón burocrático. Ahí donde otros grupos dan una de cal y una de arena La Camerata mantiene un nivel alto de calidad, que se complementa con programaciones siempre atractivas y alejadas del bostezo usual que habita en nuestras salas de concierto. De todo lo cual se desprende una pregunta lanzada con intenciones de subversión: si La Camerata es un grupo tan sólido y comprometido con el buen quehacer musical, ¿por qué vive azarosamente de un concierto a otro, sin la continuidad que necesita y merece, sin la posibilidad de hacer planes a mediano plazo por falta de un mínimo apoyo por parte de un medio que evidentemente necesita con urgencia grupos de este calibre?

Anuncio clasificado: Familia musical de número variable (somos pocos pero podemos ser más) solicita con urgencia padres adoptivos. Finalidad: hacer música sin recurrir al hueso. Comemos bien pero ensayamos duro y tocamos casi cualquier cosa. Informes con La Camerata.