EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
Chiapas y los belibesantes

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Hace un año, el ``gobierno'' mexicano estaba en la lona porque en 1995 el producto interno bruto (PIB) sufrió una disminución de menos siete por ciento: la peor caída en varias décadas. Jorge del Valle, representante oficial para el diálogo con los zapatistas, dijo entonces a este diario: ``La negociación (de los acuerdos de San Andrés) no es en función de la correlación de fuerzas. Es en función de una causa a resolver. Si hubiéramos negociado en función de la correlación de fuerzas, otra cosa sería nuestro ofrecimiento'' (La Jornada, 29/01/96).

Hoy, doce meses después, los indicadores económicos afirman que durante 1996 el PIB creció poco más de cinco por ciento y, según esto, la correlación de fuerzas ha cambiado en favor de los tecnócratas. El ``gobierno'' ha desconocido los acuerdos de San Andrés; en el mundo indígena ya no existen causas por resolver y los zapatistas se han convertido en ``falsos redentores''.

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Hablemos de correlación de fuerzas, dice el tonto del pueblo con acento de gangoso, y tapándose la nariz para no sentir las fumarolas del volcán de excremento que amenaza con hacer erupción y sepultar a Tecamacharco; propone un balance político y económico de los primeros dos meses de este año. En diciembre pasado, al mismo tiempo que Emilio Chuay-ffet, Arturo Warman y Luis Téllez redactaban la contrapropuesta de reforma que paralizó el diálogo con los zapatistas, el gabinete económico de Zedillo efectuó una jugada que aun sus críticos reconocen como ``habilidosa''.

Por una parte, emitió bonos de deuda para obtener 12 mil millones de dólares y de este dinero tomó 9 mil millones de dólares para dárselos al gobierno de Estados Unidos en calidad de prepago, o pago adelantado, por los 50 mil millones de dólares que le prestó a México en 1995. Por la otra, aumentó en 24 por ciento el volumen de papel moneda que día a día pasa de mano en mano por todo el país. Pero, simultáneamente, elevó en 20 por ciento los precios de los productos y servicios que rigen la economía nacional.

De esta suerte, al inundar el país con una oleada extra de circulante, amortiguó los efectos inmediatos del alza, un fenómeno que la gente casi no sintió. Zedillo quedó bien con Clinton; Clinton se paró el cuello ante el Congreso de Estados Unidos, mientras el Banco Mundial aplaudía en secreto la imperceptible carestía aplicada en México: una medida, como de costumbre, ``dolorosa pero necesaria'' que, sin embargo, esta vez nos fue aplicada con anestesia.

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¿Cuándo terminará el efecto de la anestesia? Esta es una pregunta que inquieta a los empresarios o, por lo menos, al director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), Raymundo Wynkler, quien desde luego no habló por sí mismo el martes de esta semana, cuando ante los miembros de la Asociación Nacional de Importadores y Exportadores, dijo (que en las actuales circunstancias) ``llevar a cabo una devaluación sería monstruoso'' y tendría saldos ``muy peligrosos'' para el país, porque ``provocaría el disparo de la inflación, el crecimiento inmediato de las tazas de interés y una mayor pérdida del poder adquisitivo'' (La Jornada, 19/02/97).

¿A qué obedece tanto énfasis? ¿Por qué utiliza el señor Wynkler una palabra como ``monstruoso'' ligada al concepto ``devaluación''? ¿Qué intentó decir al hablar de saldos ``muy peligrosos'' para el país? ¿A quién o a quiénes comienzan los empresarios a tratar de echarle la culpa? ¿A Zedillo?

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Por supuesto que no. Wynkler fue muy claro al respecto. La economía mexicana, dijo, ``no se está cebando, ni se ha prendido ninguna bomba en los indicadores que señale la posibilidad de que habrá una crisis cambiaria. Incluso, el peso se encuentra en una nueva etapa de fortalecimiento. Una devaluación, como algunos lo piden, sólo se podría dar si la economía mexicana se debilita o si se tornaran negativas las expectativas para el presente año''.

--Separa --me dice el tonto del pueblo-- los conceptos ``debilidad'' y ``expectativas negativas'', y no te importe la rima, que en el lenguaje neoliberal no hay prosodia (y si no me crees lee a Pazos o a Sarmiento).

Dos días después del discurso de Wynkler, el Instituto Mexicano de Ejecutivos en Finanzas (IMEF) consideró que son erróneos ``los análisis que señalan que estamos acercándonos a condiciones parecidas a las que existieron antes de la devaluación de 1994'', pero no descartó que el tipo de cambio pueda tener ``movimientos inesperados o súbitos como respuesta a distintos eventos''.

--¿Cuáles pueden ser esos ``distintos eventos''? --pregunta el tonto del pueblo y dice: Tú ya los tienes ahí: que se debilite la economía o que empeoren las expectativas para este año. ¿Por qué habría de debilitarse una economía que, según Zedillo, está en franca recuperación?

A través de las ventanas de El Imperio de los Sentidos, el aire arrastra desde la cumbre del cercano volcán una nueva tufarada de mierda. El tonto del pueblo suspende su razonamiento.

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¿Dónde está el secretario de Gobernación? Todos sabemos que prosigue despachando en sus oficinas de Bucareli, que asiste a los actos públicos del gabinete, que recibe a gobernadores en privado y que se niega a declarar. La última vez que externó algo, con todo el peso de su investidura, hablando como jefe de la política interior del país, fue a finales de diciembre del año pasado --hace dos meses ya--, cuando de manera más bien sorpresiva informó que ``el gobierno no negocia con terroristas''.

Y desde entonces no ha vuelto a decir esta boca es mía. Muchas cosas han ocurrido en estos dos meses de silencio. A principios de enero se frustró el diálogo en Chiapas; la nueva presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos fue quemada el mismo día de su debut en escena, a causa del brutal desalojo de los barrenderos tabasqueños; en el estado de México, las huestes del PRI atacaron violentamente algunos de los palacios municipales más importantes que acababan de ganar el PAN y el PRD; en las mismas fechas, fueron robados los archivos del PAN y del PRD con los nombres, direcciones y teléfonos de militantes y seguidores de ambos partidos en el Distrito Federal, en donde, escasos días antes o después, fue atracada con saña inaudita Amalia García, la dirigente del PRD que ``operó'', como se dice ahora, la incorporación de Layda Sansores como candidata del PRD al gobierno de Campeche.

Además de todos estos atropellos, el endurecimiento del régimen ha traído consigo la detención de no pocos activistas políticos, especialmente en el campo, mientras no pocos simpatizantes del PRD, y algunos del PAN incluso, han recibido continuas amenazas telefónicas, como consecuencia del robo de los archivos de enero. Por lo demás, y por mandato de la reforma electoral ``definitiva'', los partidos han sido inundados con torrentes de miles y miles de pesos para que la política ciudadana se convierta en una rebatinga de hambrientos: cada candidatura es peleada a muerte y los jóvenes, a quienes el sistema no les da ninguna oportunidad laboral, trabajan haciéndole campaña al partido que les ofrezca mejores viáticos.

Mientras tanto, arrinconado en la selva, cercado por el esquema de contención militar de mayor envergadura que se haya visto en México, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, de acuerdo con el más reciente comunicado de Marcos, guarda silencio. Es tal el ruido que provocan las máquinas de guerra en las montañas chiapanecas, dice el texto, que ``los dioses buscan el silencio dentro de sí mismos'' (cita no textual).

En pocas palabras, y por virtud de esta increíble receta que combina fuerza, terror y dinero a manos llenas, la vida política del país sigue el curso que le ha trazado el ``gobierno''. Los indios zapatistas han quedado encerrados en su cuarto, castigados como niños; los partidos no hablan de otra cosa que no sean los comicios del próximo, y nuevo, 6 de julio, como si no vivieran en este país, y los movimientos sociales actúan por su cuenta, pero de pronto nadie los toma en serio.

--¿Qué significa esto? --me dice el tonto del pueblo reanudando su exposición. Dadas las luchas políticas en que está inmersa la sociedad mexicana, tanto en las ciudades como en el campo, no hay motivos para esperar nada que, en los próximos cuatro meses, pueda causar una devaluación, y mucho menos una devaluación ``monstruosa''. ¿Entonces?

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De acuerdo con analistas bursátiles consultados por el tonto del pueblo, el verdadero riesgo de una devaluación reside en el mecanismo financiero que le permitió al ``gobierno'' obtener los 12 mil millones de dólares de diciembre para el famoso y loado prepago a Clinton.

Una buena parte de ese paquete de bonos de deuda se vencerá a finales de marzo. Si los inversionistas deciden cobrar los intereses que les prometieron, con tasas por demás atractivas, y no los vuelven a invertir por alguna razón que sólo ellos conozcan, el ``gobierno'' tendrá que hacer un fuerte desembolso para pagarles, extrayendo naturalmente muchos millones de dólares de las reservas del Estado, con lo cual se derrumbará el peso y, volviendo al señor Wynkler, se disparará la inflación, subirán todavía más los réditos de los bancos y el poder adquisitivo del salario se volverá ridículo... (si esto ocurre a finales de marzo o principios de abril), a tres meses de unas elecciones que el PRI teme perder como nunca lo había temido.

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¿Cuáles son los factores que podrían alejar a los dueños de los bonos de deuda que se vencen en marzo y, en tal caso, ``debilitar a la economía mexicana'', como dicen los empresarios? La política del terror --el hostigamiento que las hordas del PRI ejercen contra los opositores-- está generando fricciones en todo el país que alientan la violencia y aumentan los márgenes de ingobernabilidad.

Sin embargo, nada amenaza tanto la imagen internacional del régimen de Zedillo como las cadenas de escándalos que brotan por todas partes y que surgen cada uno como resultado inmediato de la forma inequívoca en que las ``autoridades'' pretendieron sofocar el escándalo anterior: un proceso que día tras día se va más y más de las manos del ``gobierno'' y que pone en duda los supuestos beneficios de éste en la nueva correlación de fuerza sin causas que resolver.

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Desde Buenos Aires, y a través de Internet, la agrupación de los Belibesantes, a la que pertenecen hombres y mujeres de todo el planeta unidos por el correo electrónico y la convicción de ser ``beligerantes y dignos de dar un beso'', anuncia una campaña mundial de apoyo a los zapatistas. Todo el que quiera sumarse a ella, informan los Belibesantes, deberá besar públicamente a cualquier funcionario mexicano que aparezca en cualquier escenario político fuera de México, para exigir con esta particular forma de asedio, que se respeten los acuerdos de San Andrés. Si la iniciativa prospera, ya imagino en París a Marianne, o a Nathalie, con sus labios de fruta en pos del doctor Carpizo.