El dólar se fortalece frente a las principales divisas europeas. En lo que va del año se ha apreciado casi 14 por ciento con respecto al marco alemán. La noticia sobre la inflación alemana, que aumentó 0.5 por ciento en enero, y que en términos anualizados es de 1.8 por ciento, junto con la acumulación de casi medio millón más de desempleados, que en total representan 12.2 por ciento de la población económicamente activa, ha llevado a los inversionistas y especuladores a una mayor demanda de dólares.
El Bundesbank deberá ahora posponer la reducción de las tasas de interés y con ello postergar el estímulo previsto al crecimiento de la economía. Mientras tanto, las presiones sociales en Alemania han provocado que el déficit fiscal se aproxime al 3 por ciento del producto, límite fijado por los lineamientos de la convergencia de políticas económicas del Tratado de Maastricht para la creación del euro, la moneda única europea. Así, no sólo se dificulta la gestión política del canciller Kohl, sino que se abren más dudas sobre la posibilidad de llegar a los compromisos de la Unión Europea, precisamente por la eventualidad de una mayor inestabilidad cambiaria ante la apreciación del dólar.
Pero eso es en Europa y afecta a economías en condiciones débiles como la alemana. En cambio el peso mexicano muestra la potencia de la recuperación productiva y la fortaleza de la economía, y hasta se revalúa con respecto al dólar, tanto en términos nominales como reales. Y es que la economía mexicana, al contrario de la alemana, es capaz de atraer capitales que aumentan la disponibilidad de dólares y con ello se aprecia nuestro peso. Y no sólo eso, sino que a diferencia de lo que ocurre en Alemania, donde el Bundesbank tiene que mantener las tasas de interés ante una caída del marco, aquí el Banco de México puede bajar las tasas de interés al mismo tiempo que aumenta el valor del peso. Es un mundo extraño este en el que las variables financieras se determinan por las ``libres fuerzas del mercado''. En el caso de México esas fuerzas omnipresentes hacen ahora que dichas variables se muevan en bloque, en lugar de establecer variaciones complementarias para ajustar el comportamiento de los tipos de cambio y de las tasas de interés.
Es cierto que hay una recuperación económica, medida esta siempre contra la abrupta caída del producto registrada en 1995, cuestión que no debe perderse de vista a pesar del entusiasmo de muchas declaraciones del gobierno y de algunos grupos empresariales y sus centros de análisis económico. Pero también es cierto que esa recuperación se está dando en un entorno en el que el ajuste financiero está sustentado en bases frágiles y con un equilibrio muy inestable, para ponerlo en términos de la jerga técnica. La entrada de capitales tiene todavía un alto componente especulativo que se va a mantener en tanto el cálculo de los administradores de los fondos de inversión internacionales arrojen un rendimiento real positivo medido en dólares.
Ante un peso que se sigue encareciendo ya empieza, sin embargo, la compra de dólares baratos a la espera de un rebote. Y nos aproximamos, así, a un ajuste cambiario que siempre podrá ser explicado por las autoridades monetarias de Hacienda y del banco central como la expresión de las fuerzas del mercado, puesto que el régimen cambiario es de flotación. Sí, esa explicación será factible, pero la incertidumbre que esto crea entre los empresarios e inversionistas se resiente en la capacidad de recuperar la inversión productiva. Si los especuladores son los que ganan, eso quiere decir que lo que está mal es la política económica.
El manejo del tipo de cambio del peso frente al dólar está determinado esencialmente por los flujos financieros, relegando los factores productivos de la economía. Eso ni los alemanes lo pueden hacer. Sin embargo, esos flujos financieros y las intervenciones en el mercado que recientemente anunció la comisión de cambios pueden ser rebasadas por la misma especulación y las tendencias que ya son claramente observables en las corrientes del comercio exterior. Ante la evolución reciente del tipo de cambio y de la tasa de interés, no puede más que recordarse la advertencia de la abuela: ``en la vida todo se paga'', y la abuela era una gran economista. Mientras tanto, disfrutemos otra vez de un peso fuerte y de la imagen de una economía sólida, a la altura y más que la alemana, pues puede ser que el gusto no nos dure por mucho tiempo.