Querido trabajador a punto de aforarte:
Ha llegado a mis manos perversas un modelo de contrato, de ésos de letra menos que pequeña que habrás de firmar cuando, en ejercicio de una libertad invocada pero no tan cierta en cuanto a opciones de conducta, tengas que declarar tu amor a cualquiera de las Afores que con harta generosidad publicitaria te ofrecen sus servicios. Al fin y al cabo, quien va a pagar las facturas de esa publicidad, vas a ser tú.
Si tienes curiosidad, lee con cuidado las cláusulas excesivamente técnicas que te pondrá enfrente uno de estos muchachos que ya andan a vueltas por la ciudad en busca de trabajadores aforables. Me parece que puede ayudarte que te diga algo, al menos respecto del modelo que tengo a la vista y que, supongo, se va a repetir en todos los demás casos.
Te recuerdo que de lo que se trata es de que tus fondos del SAR, que hoy aparecen ya en alguna cuenta bancaria, y las futuras cotizaciones del IMSS o del Infonavit hechas por tu cuenta, se entreguen a una Afore propiedad, posiblemente, del mismo Banco que tiene tus fondos del SAR para que, al final de un largo camino, con un montón de beneficios derivados de las ganancias de las acciones o de los valores del Estado o de particulares comprados por tu cuenta (salvo situaciones de quiebra o desastre económico), te entreguen lo que esté en la cuenta; o por conducto de una compañía de seguros que se quedará con los fondos, te den una pensión vitalicia. Claro está que si vives poquito, el negocio de la compañía de seguros será sensacional.
Por lo pronto, en la primera cláusula la Afore te dice con ternura que tú reconoces ``expresamente que por la naturaleza de sus inversiones en acciones de la(s) sociedades de inversión especializada(s) de fondos para el retiro y de aquéllas inversiones que esta(s) última(s) realiza(n) en el mercado de valores, inclusive sobre los instrumentos de renta, no es posible garantizar rendimientos y que, por lo tanto, sus (tus) inversiones se encuentran sujetas a pérdidas o ganancias que en lo general provienen de fluctuaciones del mercado''. ¡El querido mercado!
Un bastantito más lejos, para tu mayor ilusión (cláusula 20) te anuncian que las comisiones que te cobrará la Afore por manejar tus centavitos (por supuesto que de acuerdo con leyes, reglamentos y reglas generales) serán comisiones sobre saldos, por mensualidades vencidas (cuanto más tengas, más te quitan, o sea que te cobran por guardarte tu dinero); comisiones sobre flujos que se cobrarán al individualizarse los recursos, lo que sospecho se refiere al traspaso del Banco actual a su Afore; comisiones por cuota fija a cambio de servicios, que te cobrarán sobre la marcha, y comisiones por prestar servicios adicionales, que también te cobrarán a discreción cuando te los presten. Supongo que los servicios consistirán en darte algo del dinero tuyo ahorrado, o cuando se te ocurra cambiar las inversiones, o irte a otra Afore. Supongo.
Claro está que con ese dinero tuyo y, supuestamente con tu consentimiento, comprarán acciones y valores emitidos por sus propias compañías filiales y un poquito de valores del Estado (petrobonos, tesobonos, y esas cosillas) y de ese dinero dispondrán a su gusto para invertirlo o prestarlo con beneficios considerables. Y el gobierno lo empleará para pagar la famosa e impagable deuda pública. Y tú serás, con tu modesto salario, el protagonista.
¿Te sugiero algo? Si eres asegurado antiguo, quédate en el sistema anterior. Y, en todo caso, vete a la Afore del IMSS.