La sociedad de mercado es capaz de muchas cosas, entre otras de acostumbrarnos a productos tan extraños como el Pato Purific. Las teodiceas de remotas civilizaciones son mucho menos intrincadas que los nombres y los prestigios de las cosas que se venden en el supermercado. En buena medida, esto se debe al insistente trabajo de la publicidad. Aunque aún no se conoce al ser humano capaz de pedir una Cubanderas, es innegable que los mensajes publicitarios tienen el don de filtrarse al inconsciente y de guardar ahí un persistente inquilinato. Por más resistencia que opongamos, los slogans de otros días, que deberían haberse perdido en la noche de los tiempos, siguen ocupando un molesto desván en la memoria. Cuando un homúnculo entusiasta nos propone hacer la prueba del añejo o tomar una copa de obviamente, lo más grave no es su falta de ingenio sino que sepamos a qué se refiere. En publicidad el tema del momento son las campañas de las distintas empresas telefónicas. Queremos distraer la atención del lector de este importante asunto para llevar su mente a otro sitio, la esquina donde conviven dos anuncios altamente contradictorios. En un cartel espectacular, una asociación de publicistas propone rechacemos la violencia (al fondo hay algo que, visto desde un automóvil, parece una multitud en concordia, es decir, con las manos alzadas y rodeada de palomas). El mensaje, hay que decirlo, es un poco vago. ƑCuál es la amenaza que debemos rechazar? ƑQué tipo de violencia se cierne sobre nosotros? Al ciudadano raso le basta salir a la calle un viernes de quincena o ver los últimos hallazgos judiciales (un cráneo partido en dos como un defectuoso tupper-ware en una finca de nombre edénico) para anhelar una paz con justicia y dignidad. La verdad sea dicha, no conocemos a nadie de la Liga del Machete dispuesto a filetear rivales. Ni siquiera en esta rijosa redacción hemos visto que alguien llegue al grito de: "šSoy violento y qué!" Para los publicistas asociados, la violencia parece ser una abstracción, un cataclismo posible, una niebla difusa, un virus aún no detectado. Lo extraño es que en la pared de junto, a escasos dos metros de la multitud con palomas, un ciclópeo basquetbolista salta en favor de una marca de tenis amparado en el siguiente lema: nunca podrás poner suficientes clavos en el ataúd de tu enemigo. Hay que decir que en México quedan muy pocos slogans sorprendentes; a fin de cuentas somos la nación donde la Lotería Nacional informa que a las mujeres nada las erotiza tanto como el dinero (o la lana, para citar su esfuerzo metafórico) y donde la Secretaría de Hacienda amenaza con quemar vivos a los contribuyentes morosos. Sin embargo, incluso en un entorno de mensajes desquiciados sorprende que el rechazo a la violencia abstracta esté tan cerca de la proclamación de la violencia concreta. ƑNo habría manera de que los publicistas amigos de la paz se preocuparan del olor guerrero que promueven los tenis de junto?
Entre la chinche y el infinito
Pocos seres biológicos resultan tan repelentes y difíciles de clasificar como los directivos de futbol. ƑQué sitio ocupa esta ralea en la evolución de las especies? El escritor Manuel Vázquez Montalbán ha ensayado una respuesta: "Las teorías raciovitalistas que han concebido filósofos de la importancia de Bergson y Ortega y Gasset se encontrarían abocadas a la desorientación congnoscitiva más aguda ante la evidencia de quienes presiden los clubes de futbol, eslabones perdidos, rigurosamente perdidos, de la cadena de evolución genética entre la chinche de agua y el infinito."
La culpa es de DHL
En la novísima versión de Romeo+Julieta, el héroe de Shakespeare es víctima de un error de mensajería. Una compañía muy parecida a DHL o UPS le envía el recado más importante de su vida: Julieta ha tomado un filtro que le paraliza el corazón, pero revivirá al cabo de unas horas. Él no lo recibe. Como sabemos, la fatalidad ordena que los amantes mueran para escarnio de sus familias enemigas; sin embargo, en la película las camionetas tipo DHL adquieren tal fuerza visual que el espectador contemporáneo, en vez de pensar en la diosa Fortuna, piensa en el pésimo servicio de las compañías mensajeras. Esto nos recuerda el caso de un colaborador con problemas para las siglas (y acaso para la realidad). Suponemos que nos mandó su texto por DHL porque el otro día habló furioso y dijo: "ƑCómo que no han recibido mi artículo? šSi lo mandé por LSD!" |
Acerca de los monstruos La idea de máquina que come Ƒen qué te hace pensar? ƑQué viene a tu cabeza cuando la oyes? Se presenta así, sin más explicación, máquina que come. Veamos frases donde aparece el artefacto. 1) Detrás de esa puerta blindada está la máquina que come. 2) ƑYa le diste de comer a la máquina? 3) La máquina tiene mucha hambre hoy. Sólo esta tercera posibilidad es de verdad inquietante. En las dos primeras puede tratarse de máquinas usuales, un coche por ejemplo, una manera rara de hablar de un coche y nada más. Pero en la tercera, al hablar de hambre, surge la noción de organismo, de cosa viva, se cruza con la de máquina, es decir, lo metálico, la piedra inerte, y de esa contradicción emerge el monstruo. ƑCómo lo imaginas? ƑMoloch gigantesco y estrepitoso con humo y gemidos vagos de víctimas? ƑO, al contrario, pequeño aparato que se guarda en una caja de puros y se alimenta de pétalos y azúcar? La noción de riesgo, de peligro, está muy ceñida a la percepción del monstruo. La criatura inversa a nuestro monstruo, el animal que no come, es menos inquietante porque es pasiva. Hay algo siniestro en la frase "voy a enseñarte mis animales que no comen". Pero hay que matizar: aunque son horrendos intelectualmente, no comprometen la seguridad personal. No muerden, no mastican. En toda cosa que mastica puedes estar tú en calidad de alimento. Eso es preconceptual, y lugar común entre los animales. El alimento es terreno fértil para crear monstruos: imagina simplemente unos caballos que comen carne, imagínalos olisqueando cuando ven a lo lejos un conejo. El asco ronda esta imagen. En Macbeth dos comparsas hablan de unos caballos que se devoraron entre ellos con grandes y horrendas tarascadas. Shakespeare lo hace para tejer un clima de anomalía contranatural que pueda servir de fondo y metáfora del asesinato de un rey justo. Como se ve, el procedimiento para crear monstruos es muy sencillo. Basta con sobreponer dos grupos o categorías diferentes de seres y fundirlos en una sola criatura. Se trata, pues, de una especie de química de conceptos. Pero por sencillo que sea el procedimiento, no es fácil acuñar criaturas respetables y duraderas. Para eludir entes triviales es necesario depurar la noción, hacer lista negra de lo que no es monstruo legítimo y responder una pregunta. Por ejemplo, las meras exageraciones, un plátano que mide 20 m de largo y pesa no sé cuántas toneladas, Ƒes monstruo legítimo? El diccionario de la Real, en la tercera acepción de "monstruo", dice que sí: "3) cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier línea". Este es el sentido de la palabra en los Siglos de Oro. A Lope le decían El monstruo de la naturaleza no, por ejemplo, porque tuviera tres brazos, sino por su célebre fertilidad. Este sentido más bien estadístico de monstruo no interesa aquí. También hay que distinguir al monstruo de los llamados fenómenos. Éstos pueden ser de diferentes tipos. Los más comunes, creo, son los que se exhibían en los circos y las ferias, y por los que la palabra cobró su tono de horror y tristeza. El prototípico borrego con dos cabezas y cuatro ojos que miran para todas partes, el hombre gordo o gigante, que es simplemente estadístico, la mujer barbada o la tribu de enanos, en fin, todos los que podrían agruparse bajo el rubro pedagógico de "Niño, no señales al señor". Se cuenta que la decadencia de estas exhibiciones, allá en los cincuenta, coincide con el descubrimiento científico de hormonas, genes y demás, que aclaró y divulgó el mecanismo biológico de este tipo de anormalidades. Los avances acercaron el concepto de fenómeno al de enfermedad y Ƒquién se burla de un enfermo? O búrlate, pero no se te olvide que mañana puedes estar tú como él, o peor. Está también el grupo que podríamos llamar de monstruos menores o habituales, formado por combinaciones de criaturas próximas. De animales con animales, por ejemplo, tan felizmente usadas por los griegos antiguos en el Minotauro, las Sirenas o la Quimera, y descritas por Borges en su Manual de zoología fantástica. En ella debe incluirse a King Kong que, aunque no es cruza, tiene exageración de tamaño y, sobre todo, sentimientos, más que de perro, de cantante de boleros. Hay un antecedente de este estilo de galanes, pero invertido, en una novela de Balzac donde una pantera hembra se enamora de un hombre. Esta concepción de la mujer fue común en la tipología femenina del siglo pasado, que idealizaba a la mujer para mejor sojuzgarla. En esta vía es interesante el animal que... Pero tenemos que detenernos. Continuamos el próximo domingo.
La red se internacionaliza En 1972, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (ARPA) cambió de nombre a DARPA; la D especificaba que se trataba de una agencia del Departamento de Defensa. El Congreso estadunidense canceló entonces los proyectos que no estaban directamente relacionados con la milicia. Arpanet llevaba ya algunos años funcionando, pero el ejército estaba interesado en una red de comunicaciones que pudiera conectar computadoras móviles, instaladas en vehículos terrestres, navíos o aviones. Así, se concibió una versión inalámbrica de Arpanet, inspirada en la red Alohanet de la Universidad de Hawai, que utilizaba transmisiones de radio para comunicar computadoras. Dado que las señales de radio no eran convenientes para grandes distancias y que resultaban muy susceptibles a la interferencia, los científicos de ARPA recurrieron a satélites de comunicaciones. De esa forma surgió Satnet, que enlazó por primera vez computadoras en Estados Unidos, Inglaterra, Noruega, Italia y Alemania. Fue hasta que las compañías telefónicas reemplazaron las líneas de cobre del Atlántico por cables de fibra óptica, que la calidad y eficiencia de las llamadas intercontinentales mejoró notablementey se abandonó el costoso uso de satélites.
Redundancia y seguridad nuclear
Desde el comienzo de la guerra fría, Paul Baran, un ingeniero de la corporación Rand, había estado obsesionado con la supervivencia de los sistemas de comunicación en caso de una guerra nuclear. Para garantizar una respuesta eficiente a un ataque soviético, hacía falta contar con telecomunicaciones confiables que pudieran sobrevivir a las bombas. Baran creía que una red sería más robusta si se introducían altos niveles de redundancia. Es decir, que las conexiones entre lo nodos fueran siempre más de una. Su modelo de conexiones redundantes se inspiraba en el cerebro humano: en caso de daño, las neuronas crean nuevos vínculos. Pensaba que la red de comunicaciones tendría que ser de tipo neuronal, y que no usara nodos centrales de conexión. De esa manera, el sistema de comunicaciones dejaría de ser un cuerpo vulnerable para dividirse en cuerpos autónomos y versátiles.
Las misiones de la red
A medida que los usuarios de Arpanet aumentaban, los mandos militares de DARPA comenzaron a preocuparse por la seguridad de la información clasificada. Originalmente, para que se le asignara una conexión a una universidad, ésta tenía que estar involucrada en proyectos de investigación con las fuerzas armadas, financiados por el gobierno. Las conexiones eran costosas: tan sólo el mantenimiento anual de un nodo costaba más de cien mil dólares anuales, independientemente del tráfico que tuviera. Entre otras cosas, la red era utilizada para hacer escenarios simulados de ataques nucleares contra la Unión Soviética; asimismo, se usaba para comunicar reportes sísmicos relacionados con pruebas atómicas subterráneas. En 1972, los media dieron la noticia de que la red se utilizaba desde diferentes puntos para acceder y actualizar las bases de datos de las intervenciones del Pentágono y la CIA en el extranjero, así como los archivos de las organizaciones e individuos subversivos a nivel nacional e internacional. El ejército trató de evitar el escándalo anunciando que los archivos de los subversivos domésticos habían sido destruidos. Tres años más tarde se supo que el ejercito no se deshizo de esa información, sino que utilizó la red para mover los archivos a otros recintos más seguros (esto pudo ser probado porque existían bitácoras de transferencia de información).
La red que nadie quería
Desde 1971 se discutía el papel que debía tener DARPA en la red. Su función había sido crear Arpanet y ponerla a funcionar, de ninguna manera era su asunto administrarla u operarla. El mantenimiento de la red era costoso y estaba consumiendo los recursos de la agencia, así que decidieron cederla a otra organización. Pero a pesar de que era claro que se trataba de una herramienta útil y revolucionaria, nadie quería hacerse cargo de ella. Se le ofreció a AT&T pero la compañía telefónica la rechazó, pensando que no podría obtener ganancias de ella. Como nadie la quería, ARPA terminó cediéndola a la Agencia de Comunicaciones de la Defensa (DCA), en 1975. La red quedó en manos de una rigurosa burocracia militarizada, hasta 1983, cuando DCA, preocupada por la seguridad, dividió los 113 nodos de la red en dos: 68 de Milnet para los sitios encargados de la información militar y 45 de Arpanet para la comunidad científica. ¤ Naief Yehya ¤ [email protected]
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