En 1575 apareció publicada en Francia una obra extraña, firmada por el cirujano francés Ambrosio Paré. En ella aparecen detalladas descripciones de seres extraordinarios, algunos reales y otros producto de la viva imaginación de los habitantes de la Europa del siglo XVI. Las descripciones fabulosas son tan impresionantes como las ilustraciones, que corresponden a obras de diversos artistas de la época y que en conjunto forman un libro monstruosamente bello, digno de ser ambicionado por los coleccionistas. Des monstres et prodiges, por supuesto, suscitó la ira de la medicina oficial y una querella contra su autor que fue a dar al propio parlamento por atentado contra las buenas costumbres (¿dónde hemos escuchado ésto?). En realidad el odio que despertaba Paré entre los teólogos oscurantistas que se habían adueñado de las universidades era el producto del choque entre concepciones distintas, por un lado la medicina medieval y por otro la medicina renacentista. Ambrosio Paré estaba situado justo en la transición entre estas dos visiones acerca de lo orgánico. El oscurantismo, venerador de Aristóteles y Galeno, no aceptaba ningún conocimiento que no estuviera respaldado por las obras de estos autores y escrito en latín, los representantes del Renacimiento, más cercanos a las tradiciones y conocimientos populares, escribían en su propia lengua e incorporaban los oficios, considerados inferiores a la naciente medicina --Paré no era propiamente un médico al estilo tradicional sino un barbero-cirujano. Pese a ello, la obra se publicó y permite entender a Paré como un punto intermedio entre las concepciones medievales y las que habrían de dar lugar a la ciencia moderna. En este artículo se abordarán solamente los casos de los seres que poseen simultáneamente órganos sexuales masculinos y femeninos en la obra de Paré, los hermafroditas 1.
Paré realiza una de las primeras clasificaciones del hermafroditismo. En primer término, al separarlo claramente del grupo de los prodigios del que formaban parte en la antigüedad. Para él un prodigio es algo que acontece totalmente contra la naturaleza ``...como una mujer que dé a luz una serpiente'', mientras que los monstruos son cosas que aparecen ``...fuera del curso de la naturaleza...como una criatura que nace con un sólo brazo, otra que tenga dos cabezas y otros miembros al margen de lo ordinario''. De acuerdo con esto los hermafroditas, al poseer órganos al margen de lo ordinario quedarían ubicados en el terreno de las monstruosidades 2. Pero la clasificación no termina ahí. El autor identifica cuatro variedades de hermafroditas: a) Hermafrodita macho: Tiene el sexo de un hombre perfecto, puede engendrar y presenta en el perineo un orificio en forma de vulva que no penetra en el interior del cuerpo y del que no sale ni orina ni semen 3. b) Mujeres hermafroditas: Tienen vulva bien formada por la que arroja semen y las reglas. Tiene además miembro viril situado por encima de la vulva, sin prepucio, sin erección y no sale de él ni orina ni semen, no tienen escroto ni testículos. c) Hermafroditas que no son ni machos ni hembras: Totalmente privados y exentos de capacidad reproductiva con sexos imperfectos situados generalmente uno arriba del otro y sólo son empleados para expulsar orina. d) Hermafroditas machos y hembras. Tienen ambos sexos bien formados y pueden emplearse para engendrar.
Puede apreciarse que en Paré se conservan nociones antiguas como la creencia de que los monstruos ``...en la mayoría de los casos, constituyen signos de alguna desgracia que ha de ocurrir'' y por otra parte el intento de realizar clasificaciones basadas en observaciones rigurosas. Las cuatro variedades de hermafroditas planteadas por él anticipan las que privaron hasta hace poco en la medicina del siglo XX (pseudohermafroditas masculinos, pseudohermafroditas femeninos y hermafroditas verdaderos que en la actualidad están siendo sustituidas por otras clasificaciones que atienden a las causas --etiología-- de la ambigüedad de los órganos sexuales).
Los orígenes del nacimiento de monstruos o prodigios son múltiples e incluyen una amplia variedad de creencias ampliamente extendidas en la Europa del siglo XVI. Entre ellas se encuentran la gloria o la cólera de Dios, la imaginación (idea que era compartida por magos y médicos contemporáneos de Paré como Agrippa y Paracelso) y la cantidad o corrupción del semen, entre muchas otras. Para el caso del hermafroditismo, la etiología planteada por este autor formaba parte de la última citada, en particular la cantidad de semen: ``En cuanto a la causa, es que la mujer aporta tanto semen como el hombre en proporción y por eso la virtud formadora, que siempre trata de crear su semejante, es decir, un macho a partir de la materia masculina y una hembra de la femenina, hace que en un mismo cuerpo se reúnan a veces los dos sexos...''
Pero algo quizá más importante que las causas cuya imprecisión es compartida también por la medicina del siglo XX es que en Paré aparece de una manera muy clara el papel de la medicina en la regulación del sexo a nivel de la sociedad a través del planteamiento de criterios 4 por los cuales debe asignarse a una persona un sexo determinado entre dos posibilidades, hombre o mujer. Pero es aquí donde aparece lo que en mi opinión es la aportación más importante de Ambrosio Paré en este capítulo de la historia de la medicina, la aceptación de un tercero y cuarto sexos: ``Los médicos y cirujanos experimentados y entendidos pueden discernir si los hermafroditas son más aptos para ostentar y utilizar un sexo u otro, o los dos o ninguno en absoluto.''
1. Afortunadamente existe una versión en castellano publicada en 1987 y reimpresa hace 4 años, con un estudio preliminar y traducción de Ignacio Malaxecheverría. Paré, A.: Monstruos y prodigios, Siruela, Madrid, 1993.
2. Esta distinción es un tanto confusa en Paré pues también se refiere al hermafroditismo como integrante de una tercer categoría, la de los mutilados, entre los que se encuentran los ciegos, tuertos y jorobados.
3. En la antigüedad se pensaba que tanto los hombres como las mujeres emitían semen con participación de ambos en la generación, esta idea permanece viva en Paré.
4. Los criterios son: a) Las dimensiones de las partes genitales; b) la función de los órganos sexuales, si hay erección y si emiten semen o sangre; c) el rostro; d) los cabellos (finos o gruesos); e) la voz (varonil o débil; f) los senos; g) el aspecto de todo el cuerpo (robusto o afeminado); h) el carácter (atrevido o temeroso);i) la distribución del bello púbico.