La Jornada 24 de febrero de 1997

Zedillo: la hora actual, más difícil que el inicio de 95

Rosa Elvira Vargas Ť Las ``sospechas fundadas'' de que el general Jesús Gutiérrez Rebollo se involucró con el narcotráfico constituyen casi un insulto para la conciencia de los mexicanos y llevará al gobierno a adoptar medidas inéditas para evitar este tipo de situaciones, aseguró el presidente Ernesto Zedillo. Dijo que, de resultar culpables el militar y los demás involucrados, espera que se les aplique ``todo el peso de la ley; lo máximo que está estipulado como penalidad''.

Sobre todo, Zedillo admitió que este hecho lo apena con la gente, por haber nombrado como responsable de la lucha contra el narcotráfico a una persona que, aparentemente honorable y austero, tenía en realidad una doble vida. Destacó que para él, representa ``uno de los momentos más tristes que he vivido como Presidente de la República''.

En la primera ocasión que se refiere extensamente y desde una perspectiva más personal que institucional al descubrimiento de los supuestos nexos del general Gutiérrez Rebollo con el comercio de estupefacientes, Zedillo dijo ante las cámaras de televisión que este suceso fue para él incluso más difícil que los primeros meses de 1995 ante la crítica situación económica de entonces y las medidas que tuvieron que adoptarse.

Es terrible para el país, apuntó, ``el que una persona en la que deposité la confianza para encabezar la lucha contra el narcotráfico, apenas dos meses después de ese nombramiento resulte que hay sospecha fundada de que puede estar involucrada con narcotraficantes. Sé que es algo que ha agraviado mucho a los mexicanos; estoy apenado, verdaderamente apenado, porque sé que esto constituye casi un insulto a la conciencia de todos los mexicanos. Para mí es un grave problema que estamos enfrentando y lo estamos haciendo como deben enfrentarse los problemas: en primer lugar, diciendo la verdad''.

Luego, insistió en que nunca tuvo la intención de ocultar esos hechos ``simplemente para evitar el bochorno y la vergüenza nacional'', y que decidió decir la verdad a la gente, aceptar lo que había ocurrido y procurar que se haga justicia.

Habrá un juez, dijo, que analizará la evidencia que le aporte el procurador de la República y, de resultar culpables, ``que se supone lo son, espero que todo el peso de la ley, lo máximo que está estipulado en la ley como penalidad por estos presuntos delitos, caiga sobre esas personas y, por supuesto, externo que estoy muy apenado con la gente por haber nombrado a esta persona''.

Zedillo añadió entonces que no puede dejar de reconocer ``el lado sórdido, el lado terrible'' que implica el hecho de que una persona que se tenía ``como alguien honorable, como un militar ejemplar, como un hombre austero --porque esa era la imagen que proyectaba, por lo menos hacia los altos funcionarios de la Secretaría de la Defensa y hacia mí mismo--, de repente resulte que no era así, y que tenía, por decirlo de alguna manera, una doble vida; es terrible que eso haya ocurrido''.

Sin embargo, dijo de inmediato que este caso ``me alerta como Presidente de la República; me doy cuenta que esta criminalidad ha llegado a tener una gravedad extrema, y que vamos a tener que tomar medidas que nunca se habían adoptado en nuestro país para evitar este tipo de situaciones''.

1997 será el año de la democracia mexicana

En una larga entrevista pregrabada con los conductores del programa Un nuevo día, donde las cámaras de Televisa captaron aspectos de los interiores de la residencia oficial de Los Pinos y el presidente Zedillo narró parte de la historia del inmueble y se refirió a su vida cotidiana y familiar, se abordaron otros temas. Uno de ellos, el de las expectativas presidenciales para este año.

Dijo que éste será un año ``muy interesante'', entre otras razones porque habrá comicios federales y en varias entidades. Según sus estimaciones, se afianzarán las manifestaciones positivas de la economía y la gente empezará a ``sentir un alivio'' en su situación financiera, aunque aclaró que eso no significa ``que el mundo nos va a cambiar radicalmente''.

Sin embargo, en lo político dijo: ``yo siento aquí, en mi pensamiento y en mi corazón, que va a ser el año de la democracia mexicana, realmente''.

Expuso que hay nuevas reglas para garantizar que el voto cuente, que nadie intentará hacer trampa y que los comicios estarán ``totalmente libres de sospecha''.

Hizo énfasis en la nueva conformación de los órganos electorales, donde el gobierno ``nada tiene que ver'', e incluso comentó: desde que fue nombrado el presidente del Instituto Federal Electoral, ``no he cruzado palabra con él'' y seguramente tampoco lo ha hecho el secretario de Gobernación. Cada quién tiene su trabajo y responsabilidades, señaló.

Confió en que la gente y los partidos participarán activamente en la contienda.

``Que le pongan muchas ganas a sus campañas políticas'' y que luego los ciudadanos con toda libertad decidan por quién votar, exhortó.

Se refirió al pago adelantado del empréstito otorgado por el gobierno de Estados Unidos y dijo que la medida tiene valor económico y simbólico, y significa una respuesta para quienes, cuando se adquirió el crédito, ``me acusaron de que estaba enajenando la soberanía nacional; yo les dije que no era cierto, que las condiciones eran dignas. Afortunadamente los hechos han demostrado que teníamos la razón''; se superó la emergencia financiera y se pudo liquidar totalmente el crédito.

En materia económica, Zedillo admitió que ``las cosas siguen estando muy caras'', sobre todo en relación con los ingresos de la población, y que todavía falta tiempo para que la gente sienta una verdadera mejoría, pues eso no es trabajo de un año, ni siquiera de una generación.

Sin embargo, ponderó las variantes económicas resultantes de la actividad productiva de 1996, como el crecimiento del empleo, la baja en las tasas de interés y la poca variación en el tipo de cambio de la moneda.

Más adelante, el Presidente consideró que la reforma más importante de este sexenio es la relativa al sistema de pensiones de los trabajadores y afirmó que los beneficios de ésta serán claramente palpables desde el año 2006, cuando se perciba mayor crecimiento económico, del ahorro, la inversión y el empleo.

En otro punto de la charla, el jefe del Ejecutivo habló de la honestidad de los funcionarios públicos sobre la que, asumió, la historia remota y cercana no ha sido de mucha suerte. ``Más bien no ha sido nada afortunada en ese sentido'', dijo, y recordó que desde el inicio de su régimen exigió probidad a sus colaboradores, ``como principio fundamental''.

Advirtió que no puede asegurar que los servidores públicos de su gobierno no cometen faltas, pero dijo que si él se entera de situaciones así, o los funcionarios que deben supervisarlos, ``todo el peso de la ley habrá de caer sobre ellos''.

Se refirió entonces al patriotismo que debe caracterizar al Presidente de México y eso no es demagogia, sino algo que tiene que sentirse en la piel, en el corazón.

También negó que en México exista crisis de valores y aseguró que fueron estos los que, además de las políticas gubernamentales, permitieron al país superar la emergencia económica. No descartó que haya individuos con valores equivocados o que simplemente no los tengan, pero afirmó que si afectan a terceros, se les aplicará la ley.

Con frecuentes alusiones a la crisis de 1995, Zedillo habló de las reformas al sistema jurídico, cuyos frutos, destacó, no se darán en el corto plazo. Comentó que se arrastraban deficiencias graves de muchos años y fue un problema que hizo crisis al inicio de su gobierno, cuando los índices de delincuencia e inseguridad se dispararon en prácticamente todo el país.

Sin embargo, apuntó: ``más vale tarde que nunca''; ahora lo que se debe inculcar en la gente es una cultura de apego a la legalidad.

Entre preguntas de los conductores sobre sus aficiones musicales, su disciplina en la práctica deportiva o su admiración por Benito Juárez y donde su esposa y sus hijos varones tuvieron breves apariciones para la grabación del programa, Zedillo también fue inquirido sobre cómo se prepara para dejar de ser Presidente.

``Lo primero que hay que hacer es no prepararse'', acotó. ``Pensar en eso es empezar a perder el tiempo. Sencillamente sé que mi responsabilidad dura seis años; después de ese día dejo de ser Presidente; entonces ya me sentaré con mi familia a platicar qué hacemos y cómo lo hacemos''.