La Jornada 25 de febrero de 1997

Plantea Muñoz Ledo reinstalar la mesa de la reforma política, una vez conocidos los principales candidatos a la gubernatura

Alberto Nájar Ť Porfirio Muñoz Ledo exigió ayer que, una vez definidos los tres principales candidatos a jefe de gobierno, se reinstale la mesa de reforma política para el Distrito Federal. Dijo que es un error minimizar la presencia del PRI en la ciudad y reconoció que, por el momento, no se ha detectado que el gobierno pretenda ``meter mano negra'' en el proceso electoral interno.

El precandidato perredista insistió en su exigencia para que se definan los debates con Cuauhtémoc Cárdenas, e incluso dijo que los días que restan a la precampaña deben dedicarse a este propósito. Hasta ahora, añadió, no hay evidencias de que su contrincante rehúya los encuentros, simplemente ``tiene menos interés'' en el asunto.

Muñoz Ledo se reunió con editores y algunos reporteros antes de dedicar algunas horas a repartir volantes en la entrada de la estación Insurgentes del Metro y por algunas calles del primer cuadro. En la plática con los comunicadores advirtió que sería contraproducente aprobar este año el estatuto de gobierno para el DDF, pues representaría una imposición que dañaría a todo el país.

Así, se pronunció por que se reinstale el diálogo por la reforma política de la capital, una vez que se definan los candidatos de los tres partidos más importantes. Y es que, a su juicio, lo único que puede rescatar el prestigio del gobierno mexicano ``en esta época de escándalos'' es garantizar que el proceso electoral sea transparente.

Reconoció no estar muy seguro de que el PAN sea el enemigo a vencer, como tampoco de que el PRI esté ya derrotado. Pensar lo contrario sería un error, incluso si se toma en cuenta que el voto duro de todos los partidos está a la baja; actualmente es del 15 por ciento, en promedio.

Dentro de este panorama también es necesario tomar en cuenta que muchos electores no deciden aún el sentido de su voto, por lo cual la moneda sigue en el aire.

En el panorama interno, el precandidato reconoció que el comité estatal del partido y el presidente del CEN, Andrés Manuel López Obrador, se han comportado de manera imparcial, hasta el momento, aunque insistió en que es necesario tomar definiciones en torno a los debates con su contrincante. Empero, aclaró que el problema es la falta de comunicación entre los precandidatos; ``algunas fallas y equívocos, nada más''.

Rechazó que los debates sean el eje de su precampaña, pues se trata simplemente ``de política contemporánea; no soy yo''. Los encuentros permitirán que los militantes conozcan con precisión las propuestas de cada uno, y al mismo tiempo servirán para definir el perfil que tendrá el partido, ``si queremos gobernar o seguir siendo oposición''.

Afirmó que el riesgo de infiltraciones gubernamentales está descartado, o por lo menos ``no se ha detectado que quieran meter mano negra''. Recordó una frase de su compañero Pablo Gómez, quien habría dicho que el PRI no mandaba a sus militantes a votar en los comicios perredistas ``porque luego se quedan con nosotros''.

Después de la reunión, convocada en principio como plática informal y que derivó en una conferencia de prensa de 45 minutos, Muñoz Ledo se fue a hacer campaña a la estación Insurgentes del Metro, donde repartió volantes y respondió preguntas de todo tipo de los transeúntes.

Luego se trasladó al Centro Histórico para continuar su campaña en el Sanborns de Los Azulejos, donde saludó a compradores, comensales e incluso se metió a la cocina para dialogar con los empleados. Su recorrido terminó en las oficinas de los asambleístas Pedro Peñaloza y Gonzalo Rojas, en en Zócalo.