Quien salió en defensa de Lozano y paró de tajo la campaña priísta contra el ex procurador, no fue el PAN sino el gobierno norteamericano. La efectividad del contragolpe del FBI y de la DEA a la campaña priísta, a través de una Corte Federal de Houston, tiene que ver mucho más con la política y las elecciones del 6 de julio que con el narcotráfico o la certificación.
La filtración de información sobre el clan Salinas y los vínculos de Rubén Figueroa, Acosta Chaparro, Carrillo Olea, Beltrones y miembros del Ejército, es un golpe de timón de la política estadunidense y va dirigido por igual contra los dos bandos del priísmo (dinosaurios y neoliberales) y en favor del PAN.
El escándalo también revela que las discrepancias en el PRI --entre salinato y dinosaurios-- es en realidad una disputa entre el cártel de Tijuana contra el de Ciudad Juárez, con lo cual la acción norteamericana constituye un nuevo panameñazo donde todo el priísmo es llevado a la Corte, al igual que el general Noriega.
Estados Unidos sale en defensa de Lozano (el priísmo huye a salto de mata y ya ni se acuerda de La Paca y la calavera) porque éste ha sido su hombre en el gabinete de Zedillo durante dos años. El ex procurador panista fue la fuente de información hacia Estados Unidos, sobre los vínculos entre políticos y narcotraficantes; a Lozano, por ejemplo, le es agradecida la entrega de Juan García Abrego, lo cual abrió una amplísima fuente de información sobre las redes de la narcopolítica en México, base para sustentar el golpe dado desde Houston a la seguridad nacional de México. No obstante, Lozano se desgastó muy rápido porque servía a tres patrones: al bloque Diego Fernández-PAN-Salinas (a los que abandonó por las presiones de Janet Reno); sirvió formalmente a Zedillo y a la estructura institucional, y al Departamento de Justicia que le daba trato de jefe de Estado en Washington. Por estos últimos, los priístas se equivocaron, pues Lozano no estaba solo, y ello aceleró la crisis preelectoral y la intervención norteamericana.
El golpe de Estados Unidos sobre México ha convertido a Clinton y a la justicia norteamericana en el juez de la confrontación mexicana; es decir, en el juez entre los priístas y en la confrontación PRI-PAN, que se disputan la conducción del proyecto de integración. Lo que Salinas hizo, el PAN y Zedillo están a punto de capitalizarlo sin el PRI. La intervención de Clinton es muy precisa al avalar a Zedillo. En retribución por el pago anticipado, le está despejando el camino de las presiones provenientes del mismo PRI y abriéndole brecha para relevar a su propio partido facilitando su alianza abierta e institucional con el PAN para la gobernabilidad de 1997 al 2000. Zedillo será el primer presidente que tendrá tres años perfil priísta y que en los tres restantes tendrá un marcado tono blanquiazul, gracias al golpe de timón que presenciamos.
La visita de Clinton para el 11 y 12 de abril tendrá como objetivo confirmar que respetará a quien gane las elecciones, lo cual significa que la gobernabilidad estará fundada en una nueva mayoría. A ello obedeció el apresuramiento de Zedillo y del secretario de Defensa para dar el golpe contra el general Gutiérrez Rebollo violentando toda la estructura militar, la cual tuvo que pasar el trago amargo y entregar a uno de los suyos a la justicia civil, sin pasar por la protección o la vista de la justicia militar. Zedillo y el general Cervantes actuaron como parte de una estrategia común que sólo explica el relevo político para el 6 de julio, avalado por Estados Unidos ya que es parte de su plan para el rescate de México y la homologación bipartidista del sistema político mexicano al norteamericano. A pago por adelantado: democracia por adelantado; de esta manera Clinton será ante su congreso el artífice de la nueva democracia mexicana al venir a aportarle recursos en dólares. Ya la Agencia para el Desarrollo Internacional ha informado que invertirá de manera inmediata 200 mil dólares en distintas ONG para promover la limpieza electoral en estas elecciones. Esos recursos son parte de los 2 millones de dólares que traerá Clinton en su portafolios personal para garantizar el relevo y la alternancia en México. Clinton viene a dar, no a restringir fondos; su objetivo es la política, no la certificación ni la lucha contra el narcotráfico. ¿Podría haber razón más noble y futurista para visitarnos?
Dado este esquema, el PAN, que hasta ahora ha nadado de muertito frente a la crisis interna y las acusaciones contra Lozano, ha anunciado un cambio de estrategia electoral (agresividad y resistencia civil) como preparación para convertirse en mayoría en la próxima legislatura.
En esa nueva estrategia, el PAN levantará frente al PRI la agenda del escándalo y la corrupción; y al mismo tiempo buscará polarizar el voto argumentando que el PRD es continuación del PRI y que ellos son la alternativa frente al priísmo de alma y de cuerpo. En esa estrategia, Zedillo ha contribuido a favor del PAN nombrando a Roque Villanueva presidente del PRI, quien está cumpliendo la suicida tarea de endurecerlo y caricaturizarlo hasta hundirlo.
El 1o de septiembre Zedillo estará abrazando al nuevo líder de la mayoría que responderá su IV informe, y será un panista según sus cálculos. El Congreso mexicano habrá cambiado para que nada cambie: el rumbo neoliberal estará garantizado y seremos para el mundo una democracia moderna a los pies del amo.