La Jornada 26 de febrero de 1997

Presión legislativa para no certificar; sería una ``bofetada'': Gurría

Mireya Cuéllar Ť A unas horas de que el gobierno de Estados Unidos emita su ``calificación'' a la lucha antidrogas de México, el secretario de Relaciones Exteriores, José Angel Gurría, dijo que un veredicto en contra sería una ``bofetada'', sobre todo porque es un juicio unilateral que pretende desconocer los problemas de gran demanda de drogas que hay en aquel país y también de corrupción.

En una entrevista radiofónica con el periodista Joaquín López Dóriga, el canciller recordó que cada año son las mismas ``presiones'', y que lo menos que espera México en esta ocasión es un ``pleno reconocimiento'' a su lucha contra las drogas.

Más allá de los efectos negativos que una no certificación podría tener en lo concreto -sobre todo en materia crediticia y comercial-, el hecho tendría un impacto muy fuerte en el ambiente general de la relación México-Estados Unidos, agregó Gurría, quien usó nuevamente el termino ``fractura'' para referirse a lo que podría ocurrir.

En tono de llamado, de reflexión, pidió a la ``gente sensata'' de Estados Unidos ``prudencia'' para evitar que el asunto del general Jesús Gutiérrez Rebollo derive en un fallo negativo para México sobre la certificación y se convierta en un elemento que dañe, ``fracture'', la relación con aquel país.

``Ha costado mucho trabajo construir la relación con Estados Unidos, tenemos una relación madura, respetuosa, pero en este tema particular, muy emotiva'', apuntó.

Rechazó las versiones en el sentido de que durante su visita a Washington recibió seis condicionantes a la certificación, entre ellas la detención de Amado Carrillo en un plazo de seis meses, porque, dijo, ``llevamos muchos años buscando a estas personas''.

Respecto a la creación de una fuerza multilateral, Gurría respondió: ``Hemos dicho en todos los tonos, en todos los foros, que México no va a participar en una fuerza multinacional contra el narcotráfico''. México es promotor de instancias de cooperación, pero no se ese tipo ``ni para el narco ni para ninguna otra cosa''. Ese, agregó, es un principio plasmado en la Constitución. Allí, el Ejecutivo no tiene siquiera opción.

El problema del narcotráfico, apuntó, se resuelve con voluntad política, trabajo, asignación de recursos de parte de cada uno de los países y con cooperación, pero no con ``injerencia internacional''.

El canciller reconoció que el tema ha provocado un ``trato tenso'' con el vecino del norte y señaló que allá se le ha dado una mala lectura a la detención de Gutiérrez Rebollo, ya que parece ``haber cambiado el ambiente de la opinión''. En lugar de considerarla prueba de los cambios estructurales, como algo que ``revela muy claramente cuál es la posición del gobierno al respecto'', le han dado una lectura ``inapropiada''.

De su reciente visita a Estados Unidos, dijo que fue ``delicada'', porque ``también hay que hacer algunas preguntas''.

-¿Como cuáles?

-Como cuando nos preguntan ¿cómo llega la droga a México?, ¿cómo se introduce por la frontera sur? Bueno, pues es la misma forma en que se introduce a Estados Unidos por la frontera norte; ¿cómo llega a nuestras costas la droga?, pues igual que como llega a Estados Unidos; ¿por qué hay corrupción en México?, bueno, por la misma razón por la que hay corrupción en Estados Unidos.

Gurría fue muy enfático al señalar lo ``inaceptable'' que resulta que el país con uno de los índices más altos de consumo de drogas -situación que fomenta el fenómeno del narcotráfico- plantee el problema como si fuera un asunto estrictamente mexicano.

Y ejemplificó a la inversa. Qué pasaría si México se sentara en el lugar de juez y dijera: ``Vamos a dejar de cooperar con Estados Unidos en materia de narcóticos en virtud de que no estamos satisfechos con el esfuerzo que ellos están haciendo para reducir su consumo, porque éste en Estados Unidos afecta nuestras instituciones, nos crea corrupción y está también generando un problema de consumo en el mismo México. Sería una acción igualmente inútil que la que llevan a cabo ellos''.

Pero se ha llegado a un punto en el que el canciller habló de fractura en la relación, le planteó López Dóriga.

Y el secretario respondió que el tema de la certificación es como el de los derechos humanos y el de la ley Helms-Burton: un país decide erigirse en juez y unilateralmente declara que otro no está haciendo un esfuerzo suficiente en el combate a las drogas y que, por lo tanto, le aplica una mala calificación que se conoce en el mundo entero, que es como una bofetada.

México, dijo, no puede aceptar nada menos que un reconocimiento pleno a su esfuerzo, no sólo porque hay 20 mil soldados que todos los días están en esa brega, sino porque se ha contribuido con vidas a esa lucha y con resultados concretos.

Recordó también que por primera vez México y Estados Unidos hicieron un diagnóstico conjunto del problema del narco y la cooperación que debe existir a fin de combatirlo. Sin embargo, dichas medidas no se dieron a conocer a raíz del caso del general Gutiérrez Rebollo.

Confió en que habrá un reconocimiento pleno a la labor de México en la materia y en que no se tomará en Estados Unidos ninguna decisión que pudiera afectar el ambiente de la visita del presidente Bill Clinton, confirmada para el 11 y 12 de abril.

Sobre los efectos que podría tener el hecho de que no se dé la certificación, Gurría explicó que tendrían que ver con aspectos comerciales y de crédito, relacionados, por ejemplo, con el Banco Interamericano de Desarrollo. ``La verdad es que nosotros dependemos básicamente del mercado y, por lo tanto, el flujo de recursos de estas instituciones es realmente modesto''.

Por otro lado, explicó, hay un tratado de libre comercio, que es el marco jurídico en el cual se desarrollan nuestras actividades y que ha sido un gran éxito: ``el comercio total supera los 140 mil millones de dólares y, en este sentido, cualquier intento de vulnerarlo sería como darse un tiro en el pie''.

No estoy satisfecho con los progresos de la lucha antidroga en México: Jones

El embajador de Estados Unidos en México, James Jones, se negó ayer a especular sobre la decisión final de Washington en torno a la certificación, y dijo no estar satisfecho con los progresos de la lucha antidroga en México, como seguramente tampoco lo está el presidente Ernesto Zedillo, ``pues lo que se quiere es poner tras las rejas y eliminar a estas organizaciones''.

Explicó que sus recomendaciones a Clinton en la materia son ``confidenciales'' y que considera que no conduce a nada bueno ``echarnos la culpa un país a otro'' por el problema del narcotráfico.

Se negó a comentar las declaraciones de Gurría en el sentido de que un fallo en contra provocaría una ``fractura'' en la relación de ambos países.

Jones hizo un pormenorizado recuento de los logros mexicanos en materia de combate a las drogas, y dijo que la pregunta es si el gobierno mexicano está comprometido con esa lucha y si va a lograr acabar con el narco y la corrupción, así como mejorar la capacitación y el profesionalismo de las agencias del orden público. ``Creo que el gobierno lo va hacer. Va a tomar tiempo, no hay duda al respecto'', añadió.

El embajador fue entrevistado al final de la inauguración de la exposición Corrections 97, y dijo que no es cierto que los agentes de la DEA que operan en México vayan a ser reubicados.

Cuando un reportero le preguntó en tono de reproche: ¿por qué no nos enteramos de ningún narcotraficante importante que haya sido arrestado en Estados Unidos?, Jones dijo que las prisiones de su país están llenas de ellos. En las prisiones federales hay más de 100 mil presos y más de 60 por ciento está ahí por delitos relacionados con las drogas, indicó.