Verdaderamente, Fidel Velázquez es un personaje admirable. Lo es, desde luego, por su longevidad, pero sobre todo porque con una experiencia de 74 años de líder, 60 de los cuales han transcurrido en la CTM, ha logrado ser el principal coautor (el otro es el gobierno, en diferentes versiones que datan de l94l) de una estructura sindical envuelta en mitos y fingimientos que a fuerza de reiterarse han acabado por convertirse en axiomas hasta para muchos estudiosos serios de los asuntos laborales.
Fidel, taimadamente, ha convencido a todo mundo de que él es la CTM y de que ésta es el movimiento obrero. Ese convencimiento general ha sido vital para el gobierno, porque así ha podido regular concesiones económicas (que ahora pertenecen a un pasado proscrito) y controlar social y electoralmente a los trabajadores. La política económica y laboral del gobierno, cualquiera que ésta haya sido, ha merecido invariablemente el apoyo de los trabajadores, cetemistas o no, puesto que ha merecido el apoyo de Fidel. Es posible que nadie sepa a ciencia cierta, o siquiera aproximativamente, cuántos sindicatos, y con cuántos miembros cada uno, están afiliados a la CTM, pero por sucesivos decretos presidenciales ésta es la central obrera más importante del país.
Se dice que Fidel tiene una sabiduría infinita, aunque más no sea que por sus largos años de dirigente. La tiene, en efecto, pero es para moverse en un aparato político cargado de simulaciones, mentiras y turbiedades. Lo que ignora enciclopédicamente es todo lo que se refiere a los trabajadores de carne y hueso, a los que padecen despidos, violación de derechos, cambios arbitrarios en las condiciones laborales por los nuevos procesos productivos, desorganización o imposición de líderes, bajos salarios, desprotección legal, represión... Esta ignorancia se pone de manifiesto patéticamente lunes tras lunes, en sus afamadas entrevistas.
Con todo, los líderes secundarios no saben qué será de ellos y de la CTM sin la presencia física de Fidel. Se quiebran la cabeza y se truenan los dedos tratando de adivinar (no de construir racionalmente) los escenarios de la sucesión. ¿Quién conducirá el proceso sucesorio? La respuesta es sólo una: el gobierno, en la medida en que aún depende del corporativismo; mientras viva Fidel, buscará hacerlo con su mediación; después, lo hará de mano propia. Los líderes intuyen esto y rodean y exaltan a Fidel, el gran fiduciario, como sobrinos o nietos empalagosos. ¿Qué puede haber, entonces, en el futuro de la CTM? Lo que ha habido hasta ahora y desde hace muchos años: un fidelismo sin Fidel.
Entre tanto, hay que cuidar de la petrificación del mito y prolongar cuanto se pueda el periodo presucesorio. Por eso, en la asamblea cetemista del martes Fidel resultó reelecto, antes del Congreso de elecciones, hasta el año 2004 (si Dios quiere). Pero en esa asamblea, Fidel hizo algo más: mostró el esqueleto de la CTM totalmente descarnado, su función represiva y su fervoroso corporativismo. Sacando juventud de su pasado, la emprendió contra los trabajadores de la federación mexiquense, a quienes llamó cobardes y traidores por no haber hecho triunfar al PRI en las elecciones recientes; más aún, no se les permitirá la entrada al próximo Congreso. Y luego, generalizando, exigió de los dirigentes cetemistas un buen control sobre los trabajadores para que éstos no voten en contra del PRI. Y los que no estén de acuerdo, que se salgan de la CTM, porque allí ya no caben. En el calor del discurso, hizo una reflexión que puede ser tentadora para los disidentes: que los cetemistas sean sólo unos cuantos, con tal que voten por el partido de Fidel.
Como sea, esas palabras son de amedrentamiento y pretenden hacer retroceder el penoso proceso democratizador. El mismo día de la filípica fideliana, un grupo de empresarios expresaba en el IFE su preocupación por el control cetemista del sufragio, y José Woldenberg hizo notar que ni Fidel Velázquez podrá ya revertir la tendencia a la baja del voto corporativista. Creemos que es así, o se vaciarían de sentido todos los esfuerzos sociales, políticos y jurídicos en que se ha empeñado la sociedad en los últimos tiempos.