BALANCE INTERNACIONAL Ť Eduardo Loría
Algunos dogmas teóricos

En la colaboración anterior (27 de marzo) comenté que en las siguientes entregas analizaría cuestiones concernientes al sector externo de nuestro país y a algunos efectos de la apertura comercial.

En esta ocasión hablaremos de un dogma muy difundido e importante que existe en el razonamiento económico convencional, el cual se refiere a la extrapolación directa que con frecuencia se hace entre los niveles macro y microeconómico, pensando que el tránsito entre ambas esferas es inmediato y ocurre prácticamente sin perturbaciones. En otras palabras, buena parte de la teoría económica considera, sin mayor discusión, que una decisión macroeconómica tiene implicaciones microeconómicas directas e indiscutibles. Sin embargo, la realidad concreta demuestra que eso raras veces ocurre, por lo que muchas decisiones de política económica basadas en esa lógica han provocado consecuencias dramáticas e irreversibles (en el sentido opuesto al esperado) en gran cantidad de agentes económicos (es decir, justamente en el nivel micro), demostrando que ese tránsito es complejo y a veces opera en sentido inverso al propósito macroeconómico original.

Para nuestro caso, interesa analizar el argumento que plantea que una devaluación cambiara es benéfica, ya que inevitablemente mejora el saldo de la balanza comercial, debido a que simultáneamente deprime las importaciones y estimula las exportaciones. Casi nadie se pregunta por qué ocurre esto. Se toma como una ley económica implacable.

Veamos lo que ocurre con las importaciones ante una devaluación. En principio, es plausible pensar que en conjunto se reducen, debido a que se encarecen. Sin embargo, si alguna parte de las importaciones no son sustituibles por producción interna o son imprescindibles, el efecto mencionado no ocurre y, por tanto, se da un incremento en el valor total de las importaciones por la magnitud en que se efectuó la paridad cambiaria, con lo cual --al contrario de lo que plantea la teoría convencional-- se perjudica el saldo comercial inicial. En otros términos, la contracción de las importaciones dependerá de la capacidad de respuesta de la estructura productiva nacional o de la es- casez de divisas. De hecho, las importaciones de bienes intermedios generalmente no caen ante las devaluaciones, las que sí lo hacen son las de bienes de consumo.

En cuanto a las exportaciones, el proceso es un poco más complejo. Como dijimos, se toma como un hecho que ante una corrección del tipo de cambio las exportaciones necesariamente aumentan, debido a que su valor en el mercado mundial disminuye. Pocas veces se repara en quiénes son los que exportan y por qué lo hacen. Es decir, quiénes son --en concreto-- los agentes económicos (nivel microeconómico) que ante una devaluación (política macroeconómica) están en la posición de penetrar nuevos mercados o de incrementar sus exportaciones en los que ya participan. En principio, habría que decir que sólo cuando la tasa de rentabilidad esperada por exportar es muy superior a la interna o cuando frente a la caída de la demanda interna la quiebra es inminente, un empresario pensará en cambiar el destino de su producción. En estos términos, el empresario deberá considerar en ese cálculo el monto requerido de investigación de mercados, y los enormes costos de promoción y penetración de los mismos. Si después de ello sigue existiendo una tasa de ganancia sustancialmente favorable, decidirá exportar. Como vemos, no es nada fácil hacerlo, sobre todo para las empresas pequeñas y medianas.

La incapacidad para exportar bienes manufacturados ha sido histórica. Hasta mediados de la década de los 60 los países en desarrollo esencialmente exportaban bienes primarios. Después de la crisis mundial de la deuda externa, emprendieron un rosario de reformas económicas muy dolorosas, dentro de las cuales una fue la aventura de producir bienes manufacturados para los mercados internacionales.

En la colaboración anterior comentamos que entre 1980 y 1996 realmente no había cambiado la estructura del comercio exterior de México, debido a que las ramas superavitarias y deficitarias son las mismas e, incluso, incrementaron su contribución porcentual. En términos simples, esto significa que las ramas importadoras y las exportadoras de entonces lo siguen siendo ahora, pero en mayor importancia, a pesar de que en todo ese tiempo el tipo de cambio se ha devaluado en magnitudes exponenciales.

La lectura final que podemos hacer es que el valor del tipo de cambio se convierte en una variable que actúa de varias maneras, pero no siempre como lo establece la teoría convencional. Hay que considerar otras variables y otras relaciones causales, que permitan tender un puente analítico robusto entre lo que ocurre en el marco de las decisiones macroeconómicas y lo que efectivamente pasa con la conducta de los agentes económicos individuales.