La Jornada 5 de abril de 1997

Torturaron a un eperrista para que implicara al PRD y a dos periodistas

Andrés Tzompaxtle Tecpile, alias Rafael, combatiente del Ejército Popular Revolucionario (EPR) que estuvo ``desaparecido'' del 25 de octubre de 1996 al 22 de febrero pasado, asegura haber sido detenido por agentes de Inteligencia Militar y torturado física y sicológicamente durante su cautiverio, que tuvo lugar en cárceles clandestinas ubicadas en la base de Llano Largo en Acapulco, Guerrero, y después en el Campo Militar de Teotihuacán, estado de México, de donde escapó.

En un testimonio -fechado el 25 de abril- hecho llegar a la redacción de este diario, Tzompaxtle Tecpile acusa: ``Tanto tanto en Chilpancingo, como en Acapulco y Teotihuacán, al mismo tiempo que yo, eran torturados otros prisioneros, incluyendo mujeres y ancianos''.


Portada del folleto donde se narra la captura,
la tortura y la fuga del eperrista

Durante las sesiones de tortura ``me dijeron que si no quería declarar contra mi organización, que me daban otra oportunidad de salvarme: que aceptara aparecer públicamente diciendo que Cuauhtémoc Cárdenas es quien nos abastece de armas, que los señores Manuel López Obrador, Ranferi Hernández y Félix Salgado Macedonio nos asesoran y están detrás del EPR. Me prometían a cambio mi vida liberación, dinero, enviarme a estudiar al extranjero y poner a salvo a mi familia''.

``Me dijeron que la propaganda revolucionaria es determinante, similar a realizar un ataque militar, que a ellos las acciones de propaganda armada les ocasionan mucho daño, tanto como atacar un cuartel''.

``Me preguntaron sobre la corresponsal de La Jornada y periodista de El Sur, Maribel Gutiérrez (qué es dentro de nuestra estructura) y también preguntaban sobre Juan Angulo (director de El Sur), la señora Rosario Ibarra y otra gente que nada tiene que ver con nuestras estructuras''.

``Me mostraron algunos de nuestros comunicados y sobre el mensaje a los periodistas me dijeron: `este escrito tiene muy buena redacción; no lo está haciendo un obrero o un campesino; esto lo hace un intelectual. ¿Quién? ¿Qué periodista o diputado les está haciendo sus escritos?''

Tzompaxtle Tecpile, quien dice ser indígena náhuatl, de 27 años, originario de la Sierra de Zongolica, Veracruz, señala que sus captores le preguntaron también por Omar Garibay, por sus actividades en el Pocup y por su supuesta participación en la OIPUH (Organización Independiente de Pueblos Unidos de las Huastecas).

``Una vez me dijeron que por qué mejor no dialogábamos y nos volvíamos una guerrilla `pacífica', pero en otra ocasión me dijeron que con nosotros ni madres que iban a dialogar, que sienten un odio incalculable hacia el EPR, que somos radicales''.

La captura

Rafael, a quien el Ejército negó haber detenido, afirma que fue detenido en Zumpango del Río, Guerrero --durante una tregua unilateral decretada por el EPR-- cuando conducía, junto con otros eperristas, a varios periodistas hacia un campamento donde se realizaría una entrevista con la comandancia militar de zona del EPR.

``Inteligencia Militar (IM) montó un operativo de captura con por lo menos 25 hombres, cuatro vehículos y comunicaciones por radio y teléfonos celulares... Los oficiales de IM iban armados, mientras nosotros no portábamos armas debido al carácter pacífico de la tarea que desarrollábamos y para no poner en peligro a los periodistas que conducíamos a la entrevista''.

La tortura

En su testimonio, Rafael afirma: ``durante los dos primeros meses de cautiverio fui sometido de 30 a 40 sesiones de toques eléctricos en todo el cuerpo, incluyendo en la cabeza y genitales; colocación frecuente de bolsas de plástico en la cabeza para llevarme al borde de la asfixia; introducción de agua de Tehuacán por boca y nariz; golpes con las palmas de las manos en los oídos; colgarme del cuello al grado del ahorcamiento; simulacros de degollamiento, violación, de castración; golpizas constantes, entre otras vejaciones. Aun así, lo peor es la tortura psicológica, las amenazas de asesinar y violar a mis hijos (menores de cinco años de edad) a mi esposa y a mi madre''.

Los primeros dos meses estuvo --dice-- esposado de pies y manos hacia atrás y vendado.

Los torturadores

``Los torturadores en su mayoría tienen acento de chilangos; son de sargento para arriba; escuché que había capitanes, un coronel y al de más responsabilidad le decían patrón; viajaba en helicóptero''.

``El Patrón me dijo que llevaba 20 años tratando gente como yo (es decir torturando)''.

``El torturador bueno me dijo que ahora la guerra es más selecta; que a lo mejor más adelante van a tener que matar a mucha gente; que vendrán las masacres, pero que ahora quieren mejor atraparnos selectivamente; me propone que me meta a una organización y que sea oreja de ellos''.

``Los torturadores me dijeron: `somos de la vieja guardia; nosotros respetamos a Lucio, porque daba la cara, pero a Genaro no'. Me hablaron de Fierro Loza y de Carmelo Cortés, como queriendo demostrar que sabían mucho de nosotros, pero en realidad decían muchas falsedades''.

``Uno de los torturadores me dijo que él le había roto la columna a Zambrano, el compañero del EPR que está preso en Almoloya y que él era especialista en quebrar columnas y que a mí me iba a dejar inválido el resto de mi vida''.

``Me dijeron: `nosotros en nuestro trabajo vamos a lograr que les pase como en Oxchuc (Chiapas); voltearles a las masas''.

Los lugares de detención

Tzompaxtle Tecpile afirma que en el campo militar de Llano Largo, Acapulco, lo llevaron ``a una construcción tipo escuela, rodeada de malla de alambre. Al frente son unas oficinas y atrás están las instalaciones acondicionadas para la tortura''.

``Me metieron a un cuarto; estaba muy caliente. Parece que ahí junto estaba una caldera, porque hacía ruido; había máquinas de escribir; usaban celulares y para ir al baño me llevaban a la intemperie''.

``Era en la base porque oía la banda de guerra y helicópteros. Ahí había veces que me hacían bajar por una escalera de 22 escalones; yo llevaba los ojos vendados. Tienen un cuarto acondicionado con una mesa metálica central especial para la tortura; se parece a los potros medievales que utilizaron los inquisidores feudales''.

El 20 de enero lo llevaron, afirma, a Teotihuacán en una suburban. Ahí ``me tenían en un cuarto con baño, amarrado con esposas de una mano a una litera. La celda donde estuve está dentro de un galerón de dos aguas, techo de lámina como de 40 metros de largo; las ventanas no tienen rejas; la del baño tiene persianas de vidrio. Enfrente de mi celda se veía una unidad habitacional''.

De ahí se fugó el 22 de febrero: ``camino por entre las casas, son entre 20 y 40; parece una unidad habitacional rodeada de malla de alambre; parece que hay varios almacenes y una carpintería o taller. Es una base militar''.

``Pasan dos soldados, finjo que voy a hacer ejercicio, pues llevo pants y el pelo a rape; me saludan. Son alrededor de las seis de la mañana; ya había sonado el toque de diana y empezaba a clarear''. (Rosa Rojas)