La Jornada 7 de abril de 1997

Frío discurso oficial en el homenaje del Senado

Jesusa Cervantes y Andrea Becerril Ť ``A la Rotonda de los Hombres Ilustres'', gritaron viejos compañeros de partido de Heberto Castillo. La propuesta fue formalizada más tarde por Cuauhtémoc Cárdenas después del homenaje que ayer se le rindió al líder opositor en el Senado de la República.

Domingo, once de la mañana, tiempo comúnmente ``de ocio'' para senadores y quienes quizá por esa costumbre de no asistir al recinto pocos fueron los que acudieron al llamado que hizo el líder cameral, Genovevo Figueroa, para honrar la memoria del gran luchador social que fue Heberto Castillo.


En el Senado, integrantes de la Cocopa hacen guardia durante el
homenaje a Heberto Castillo.
Foto: Frida Hartz

En cambio, estuvieron a tiempo muchos de lo que con Heberto, allá por los años sesenta, formaron el Partido Mexicano de los Trabajadores y después el Partido Mexicano Socialista, hoy inexistentes, para abarrotar el salón de sesiones y ocupar los muchos escaños vacíos.

Desde su llegada, los restos del senador veracruzano fueron recibidos con aplausos; en los patios se escucharon loas a su personalidad y ya en el salón, un discurso oficial que correspondió, como siempre, al presidente en turno, el priísta Jesús Orozco Alfaro.

Frías y acartonadas se escucharon sus palabras. A lugares comunes recurrió insistentemente el presidente de la mesa directiva del Senado.

Recordó lo que muchos políticos han repetido en los últimos días, ``Heberto, un hombre fiel a sus principios, comprometido con su tiempo, impulsor de la democracia, claro en sus fines, prudente en sus medios para alcanzarlos''.

Lo que nunca mencionó Jesús Orozco Alfaro fue el lugar de opositor al gobierno que siempre ocupó y defendió Heberto Castillo, pero los asistentes, sus compañeros de viejas luchas --ex pemetistas y ex pemesistas en su mayoría-- se lo recordaron con gritos que empezaron a surgir pasados los 15 minutos de homenaje.

``Esta es la historia'', comentó emocionado Porfirio Muñoz Ledo a su compañera de partido, Amalia García, para después hacer la consabida guardia de honor.

Antes, un grito de dolor o un llanto cortado salió de un pequeño que se abalanzó sobre el féretro de Heberto, era uno de sus nietos, el menor, Tomás Castillo, que ya le había escrito la carta al abuelo.

Mientras, una bandera del PRD ondeaba tímidamente por las butacas del Senado. La familia, esposa, cuñadas, hijos y nietos se habían tranquilizado y miraban cómo un agotado Norberto Corella Gil Samaniego, con su ya inseparable tanque de oxígeno al lado, se colocaba para hacer la guardia de honor junto con sus compañeros senadores panistas, como Luis H. Alvarez.

``Se ve, se siente, Heberto está presente'', gritaban pemetistas y pemesistas para luego advertir ``Heberto, nosotros seguiremos luchando, no descansaremos hasta lograr el cambio y que lo entienda el PRI''.

Los asistentes se estaban excediendo. La senadora priísta María de los Angeles Moreno volteaba a verlos, con molestia evidente. Juan José Osorio Palacios, líder de la fracción del PRI en la Cámara de Diputados, los ignoraba y más de un perredista arqueaba la ceja, fruncía el ceño o los escuchaba atento.

El homenaje acabó, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Andrés Manuel López Obrador ya habían realizado su guardia, y daban ahora declaraciones, proponían la Rotonda de los Hombres Ilustres y hablaban de la grandeza de Heberto Castillo.

No se les volvió a ver como tampoco a priísta alguno por los caminos del cementerio Español, lugar de cremación de Heberto.

Los nostálgicos pemetistas y pemesistas siguieron a Heberto hasta el final. En las afueras del crematorio entonaron algunas estrofas de la Canción Mixteca, colocaron banderas sobre la carroza fúnebre y se emocionaron cuando por unas bocinas se escuchó la voz de Heberto.

``Los pusilánimes y los temerosos quedaron atrás porque aprendieron de ustedes, el pueblo. Heberto Contigo'', era el eslogan de la campaña presidencial que el ingeniero Castillo repitió durante 1988 y que ayer emocionó a sus seguidores.

Ya el proceso de cremación había iniciado cuando al cementerio llegó Manuel Camacho Solís; duró 20 minutos, habló con la familia, recordó la memoria de Heberto, destacó sus inquietudes políticas y se retiró.

Varios de los asistentes también, y a su paso repetían, ``al espacio de la inmortalidad Heberto, ahí has quedado''.

Por cierto, antes del homenaje, muy de mañana, Emilio Chuayffet Chemor, secretario de Gobernación y gran ausente del sábado, acudió a la funeraria a realizar una guardia de honor junto con otro veracruzano Dionisio Pérez Jácome.