La Jornada lunes 7 de abril de 1997

Iván Restrepo
Desechos biológicos y Tizneylandia

Nadie pudo evitar que, por enésima ocasión, el Departamento de Aseo de Guadalajara recogiera sin el cuidado requerido casi tres toneladas de desechos biológicos peligrosos del Hospital Civil de esa ciudad, y que luego los tirara en el basurero de Coyula, ubicado en el municipio de Tonalá. En los desechos había desde sangre y vísceras humanas hasta jeringas y restos de medicamentos. Por lo menos en diez ocasiones el Departamento de Aseo (?) ha sido sancionado por violar la legislación vigente sobre la materia. Además, muchos desechos se tiran a ese basurero sin que se enteren las autoridades.

No es menos grave lo que ocurre en Hidalgo, donde 40 hospitales no observan las normas oficiales sobre manejo y control de residuos biológicos infecciosos, lo que es un riesgo para la salud de pacientes y empleados, y foco de contaminación y enfermedades al depositarse en tiraderos a cielo abierto.

Según la delegación de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, en los hospitales de Hidalgo hay mal manejo de residuos de sangre y sus derivados, cultivos y muestras de agentes infecciosos, tejidos, órganos, partes y fluidos corporales de las necropsias. La Procuraduría promete hasta multar a los establecimientos que se nieguen a cumplir la ley.

Pese a las denuncias contra quien resulte responsable, las industrias siguen arrojando al basurero a cielo abierto de Tlalnepantla desechos tóxicos, y en tal cantidad que la máxima autoridad del municipio, Ruth Olvera, anunció el cierre del peligroso foco de contaminación, ubicado en San Pedro Barrientos; será sustituido por un moderno relleno sanitario. Mas, aunque sea técnicamente seguro, los residentes del pueblo citado se oponen a su construcción porque hasta ahora sólo depredación ha sufrido su entorno.

A 25 kilómetros de la mancha urbana de Ciudad Juárez, opera desde hace dos décadas un depósito de desechos tóxicos procedentes de la planta Nor-Fluor, dedicada a elaborar ácido fluorhídrico. Los vientos esparcen la ceniza resultante del proceso a lo largo de varios kilómetros a la redonda, donde ninguna planta crece; lo más grave es que se afecta la salud de quienes viven en una colonia cercana. Según Manuel Martínez, ex dirigente de la colonia, son más de 300 las toneladas acumuladas en torno a la planta Nor-Fluor.

Para el director general de Protección Civil del estado de México, Enrique Collado, el Valle Cuatitlán-Texcoco es un ``complejo mosaico de riesgos'' que afecta a una de las más altas concentraciones poblacionales. A juicio del funcionario, cinco son los más preocupantes: los geológicos, los hidrometeorológicos, los sociales, los químicos y los fitosanitarios; estos dos últimos, fruto de la actividad industrial y de la carencia de infraestructura para tratar desechos tóxicos y peligrosos.

Más de 5 mil niños del poblado oaxaqueño de Cosolapa han sufrido en los últimos meses enfermedades respiratorias. Según el edil municipal, Alejandro Barrera, a causa de los humos del ingenio La Constancia, ubicado en la localidad vecina de Tezonapa, cuyos dueños ignoran las recomendaciones de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente en el sentido de instalar equipo anticontaminante. En época de zafra (de noviembre a mayo), Cosalapa se cubre de humo y sus calles se ennegrecen a causa del hollín que despide el ingenio. Por ello, los lugareños llaman al pueblo ``Tizneylandia''. El ingenio también contamina con sus residuos el río Cachalapa.

La cuarta intoxicación por gases de los últimos ocho meses la sufrieron trabajadoras de la empresa de capital coreano U. Limex, que funciona en Tijuana. Esta vez resultaron afectadas 30 mujeres, dos de ellas embarazadas. Todas fueron hospitalizadas al presentar mareos, vómitos y dolor de cabeza. La empresa elabora partes electrónicas y sus dueños aseguran que no utilizan materiales dañinos.

Cuidadoso como es del ambiente y la seguridad, extraña la denuncia de los especialistas Gilberto Bissuet y Raúl René Rodríguez, de que el poliducto recientemente construido por Pemex, entre la planta refinadora Chevron en El Paso, Texas, y su centro de distribución en Ciudad Juárez, tiene por lo menos 25 fallas peligrosas que pueden ocasionar fuga de combustible. Los expertos señalaron otra más: el poliducto no cuenta con válvulas de seguridad al menos cada diez kilómetros; apenas, una a la salida de la Chevron y otra de llegada en la planta de Pemex. La obra costó 25 millones de pesos.

México, país de leyes. Pero, por los hechos anteriores es claro que falta cumplirlas.