La Jornada 8 de abril de 1997

El boom de encuestas, signo de cambio político

Alonso Urrutia y Raúl Llanos /I Ť Para algunas empresas de opinión las encuestas electorales conforman ya un aporte democrático a la nueva cultura política del país; para otras, los sondeos se han convertido además en un instrumento legitimador de los procesos electorales, necesario para el sistema. Sin embargo, aún se pone en tela de juicio su utilización como ``herramienta manipuladora'' de las preferencias electorales.

Protagonistas recientes de la nueva cultura democrática que se asoma en el país, las encuestas electorales son ahora un mecanismo que es utilizado con frecuencia en los procesos políticos.

César Ortega, responsable del Buró de Investigaciones de Opinión (Bimsa) define: ``La importancia de las encuestas en el ámbito político-electoral ha venido creciendo en la misma proporción en la que el viejo sistema político se transforma. Independientemente de los costos que está pagando por la democracia, hoy el juego electoral es más creíble y hay competencia real''.

Vicente Licona y Galdi, director de Indemerc Louis Harris, expone: ``un país pierde democracia en tanto más se quiere controlar las encuestas''.

Mas allá de las definiciones que hacen los propios empresarios dedicados a estos estudios de opinión, su aplicación ha desbordado las expectativas y tanto su número como su frecuencia abruman a los ciudadanos en vísperas de una de las elecciones mas competidas de la historia del país: la jefatura de gobierno del Distrito Federal.

Marginadas del ámbito electoral, como consecuencia de un sistema político que mantuvo su hegemonía por años y que no sólo ahogó toda competencia política, sino también toda posible aplicación, hoy se observa un boom de sondeos.

Su desarrollo en el nuevo ámbito político-electoral del país no las ha dejado exentas de presiones y manejos tendenciosos, que para algunos violentan la ética que rige el comportamiento de las empresas de este ramo.

No obstante, para los empresarios agrupados en la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercados (AMAI), la falta de credibilidad o las suspicacias que se generan alrededor de ellas tienen que ver más con la falta de conocimiento del gran público que con los intereses políticos para orientar la intención del voto.

Elemento de las democracias modernas

Definido por la European Society for Opinion and Marketing Research (ESOMAR) como ``elementos de las democracias modernas'', las encuestas llegaron a México con casi 40 años de retraso.

Para el organismo, ``cuando las naciones jóvenes alcanzan los niveles de democracia, las encuestas aparecen de inmediato''; en cambio, ``los regímenes totalitarios, incluso cuando reclaman haber ganado 99 por ciento de los votos, nunca se han arriesgado a permitir que se realicen''.

Con una participación marginal en las elecciones de 1988, las encuestas tuvieron su auge en los comicios presidenciales de 1994, que fue su punto de despegue.

La hegemonía que por décadas mantuvo el PRI en el poder fue un factor que inhibió el desarrollo de los estudios de opinión. ``Antes la pregunta era: ¿para qué hacer encuestas si el PRI siempre gana?, había el reconocimiento de que la competencia era prácticamente nula'', señaló Javier Alagón, director de Estadística Aplicada.

En 1994, las necesidades políticas del sistema cambian y las encuestas electorales se vuelven indispensables para la legitimación del propio sistema político. Edmundo Berumen, director de Berumen y Asociados, narra que en agosto de ese año el gobierno pagó un alto costo para la realización de encuestas como instrumento de validación del propio proceso.

Entonces, dijo, se hicieron 30 auditorías al padrón y se contrataron empresas para la elaboración de las encuestas de salida (exit pool) para avalar los resultados. El riesgo es que si no coincidían entre sí y con respecto a los resultados electorales, se pondría en entredicho no sólo los resultados del exit pool, sino la propia elección.

Tres años después, las encuestas tienen ya un papel en el nuevo juego democrático, definen los responsables de los sondeos. ``Sin exagerar en su peso, dentro de la democracia con alta competencia y un sistema plural tienen una función relevante'', dice el director de Bimsa.

Para el presidente de Indemerc Louis Harris, las encuestas han demostrado su eficacia al despertar mayor interés. Para que un estudio de opinión resulte preciso se requiere de dos factores: un diseño adecuado y que la gente responda con la verdad.

Sin embargo, afirmó que ``a últimas fechas hemos visto encuestas que no se identifican, que están presentando resultados muy contradictorios; algunas de ellas presentan errores garrafales, otras son financiadas por partidos o grupos de interés para desacreditar otras encuestas. Eso desorienta y hace que la gente se pregunte si sirven''.

Alagón, de Estadística Aplicada, destacó: ``No todas las encuestas que se publican están bien realizadas ni son objetivas. Quizá pudiera haber de parte de los patrocinadores de la encuesta alguna presión para obtener cierto tipo de resultados''.

Aun así, esta opinión no es compartida por otras empresas. Javier de la Torre, subdirector del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Universidad de Guadalajara, advierte que la posibilidad de manipulación de encuestas es cada vez menor.

``Ante la competencia creciente de las empresas y el profesionalismo que se ha desarrollado, aquella institución que alterara los resultados estaría condenada a desaparecer''. Sin embargo, la mayoría de las empresas agrupadas en AMAI evalúan que pese al retraso en México, los sondeos que se realizan en el país rápidamente han alcanzado niveles cercanos a los estándares internacionales.

En su mayoría, las encuestas de salida realizadas durante el proceso electoral de 1994 y comicios locales subsecuentes, se aproximan cada vez más a los resultados finales de las elecciones, señala De la Torre.

Licona y Galdi considera que hay empresas encuestadoras que mantiene una ética ``a prueba de todo'', pero también las que responden a ``intereses particulares''.

Aun así, considera que es un juego absurdo el pretender manipularlas y dar a conocer resultados que no corresponden a la realidad ``porque se invierte mucho desprestigias a tu empresa y no sirve de nada, ya que una encuesta manipulada a lo mejor sí desorienta al elector en cuanto a la calidad de esos sondeos, pero nunca va a cambiar su decisión final en las urnas''.

Enrique Legorreta, director comercial de la empresa estadunidense Nielsen, admite que es relativamente fácil la manipulación de una encuesta, que puede ir desde la elaboración del mismo cuestionario hasta el diseño de la muestra. Sin embargo, afirmó que prácticamente ninguna de las empresas agrupadas en la AMAI se prestaría a una actitud poco ética.

Berumen afirmó: ``es de llamar la atención las afirmaciones de que una encuesta puede ser un factor que induzca el voto del elector, porque la lectura de los estudios de opinión impactan fundamentalmente a los estrategas de campaña, partidos políticos o medios de comunicación, pero pernea escasamente entre el gran público elector que tiene menores niveles de información''.