La Jornada 9 de abril de 1997

Abogan México y Colombia por un mercado común de libros

Rosa Elvira Vargas y Angélica Abelleyra, enviadas, Zacatecas, Zac., 8 de abril Ť México y Colombia coincidieron aquí en llevar a la próxima cumbre de jefes de Estado de Iberoamérica (noviembre, en Caracas, Venezuela) la propuesta de constituir un Mercado Común Librero para los países de habla hispana, donde se eliminen las trabas arancelarias muchas veces ``corruptas'' que provocan un intercambio editorial ineficaz y lento entre nuestras naciones.

Los ex presidentes Miguel de la Madrid, de México, y Belisario Betancur, de Colombia, hablaron en el contexto del Primer Congreso Internacional de la Lengua Española. El colombiano advirtió sin embargo que más que convencer a los mandatarios latinoamericanos de dicha propuesta, éstos tendrán que ``comprometer y obligar'' a sus ministros de Hacienda a establecer exenciones aduaneras y abaratar fletes de correos en beneficio del flujo de libros en Hispanoamérica, ahora con precios poco competitivos y con un movimiento en extremo lento cuando cruza el Atlántico para viajar entre continentes.


El ex presidente de México y actual director del Fondo de Cultura Económica,
Miguel de la Madrid, durante una de las ponencias.
Foto: Pedro Valtierra

Antes, en su ponencia dentro del tema El libro, el director del Fondo de Cultura Económica había hablado de la necesidad de facilitar el intercambio de información y la divulgación de libros en todo el mundo de habla hispana, y permitir que ``se establezcan canales fluidos, sin aranceles o trabas de otro tipo, los cuales no protegen sino entorpecen, no ayudan y sí limitan''. El libre flujo de libros --añadió-- ``debe ser un anhelo de Iberoamérica, que no se logrará cabalmente mientras continuemos vendiendo tan caros los libros entre nosotros mismos. Hagamos que nuestras patrias chicas se reúnan en una sola patria grande'', dijo.

Luego, en breve charla con reporteros, De la Madrid abundó en sus comentarios en torno al ``viejo problema'' de corrupción en las aduanas que entorpecen la exportación e importación de los volúmenes. ``Es un asunto que arranca en la Colonia y todavía subsiste. Yo aconsejaría que no sólo los gobiernos sino los particulares tomen su propia responsabilidad y no sobornen a los funcionarios aduanales'', dijo el ex mandatario mexicano en tanto que su homólogo colombiano --en entrevista aparte-- subrayó la necesidad de ``crear instrumentos que permitan la libre circulación del libro'' entre las naciones hispanohablantes, a fin de terminar con la situación ``inaudita'' de que el envío de un contenedor de libros de Europa a América tarde entre cinco y seis meses.

En el mismo bloque temático en torno al libro, el doctor en letras, José G. Moreno de Alba refrendó el carácter masivo del libro como medio de comunicación y negó la supuesta competencia entre el libro y el disco compacto y el riesgo de que la página impresa desaparezca.

Para hablar del alcance multitudinario de las ediciones, el también director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM proporcionó algunas cifras de la producción editorial en México de 1992 a 1994, según datos de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana: 13 mil 481 títulos en 1992, 16 mil 055 en 1993 y 12 mil 469 en 1994. Es decir, un promedio anual en este lapso de 14 mil títulos. Sin embargo, dijo, comparativamente entre el mundo desarrollado y el subdesarrollado existe una diferencia, establecida por datos de la UNESCO: en 1991, la producción mundial de libros fue de 803 mil títulos, de los cuales 635 mil correspondieron al mundo desarrollado y sólo 228 mil al subdesarrollado. De ese gran total, 403 mil se publicaron en Europa y 42 mil en América Latina.

De manera simultánea, otros especialistas disertaron sobre la prensa, la televisión y la radio. Sobre cine, habló el escritor y cronista Carlos Monsiváis, quien trajo a colación a personajes como Tin Tan y Cantinflas, al habla popular y al lenguaje formal para referirse al uso del español en el llamado séptimo arte.

Dijo que la calificada como ``época de oro'' del cine mexicano logró modificar sin proponérselo el habla formal y fue una traductora privilegiada de lo contemporáneo. ``No sé por qué cuando alguien usa esdrújulas es más culto'', cuestionó Monsiváis, cuando se refirió a Mario Moreno como ``el representante de la irrupción de la plebe en el idioma'' y, contrario a lo que dicen muchos analistas, más que burlarse de los poderosos y políticos, supo asir el idioma. Abundó que junto con Germán Valdés, el cómico de Ahí está el detalle adquirió legitimidad --sólo en sus primeras películas-- a través del habla popular.

Para concluir, Carlos Monsiváis sostuvo que hoy ``se ha convertido en una banalidad creer en el poderío de las malas palabras'' y llamó a ``aceptar la inminencia de un nacionalismo bilingüe. Nada nos es ajeno si sabemos asimilarlo. Tin Tan es el primer gran depósito del habla del indocumentado; Eulalio González, El Piporro, el inventor de la idea de los norteños. Por el analfabetismo funcional y la falta de lectura, México se ha convertido en sólo habla popular''.


Angélica Abelleyra y Rosa E. Vargas, enviadas, Zacatecas, Zac., 8 de abril Ť Dice el lingüista Arrigo Coen que no anda por la vida buscando pecadores. Por eso es discreto cuando habla sobre su tarea de asesor de asambleístas y senadores y no ofrece su opinión sobre ``los despropósitos lingüísticos'' que algunos estudiosos entreveran en el discurso de muchos hacedores de la política mexicana. ``No fuerzo a nadie y no ando buscando que me manden sus cosas. Ofrezco mis observaciones cuando es necesario solamente y digo los pecados pero no a los pecadores'', indica el autor de Para saber lo que se dice, en sus dos tomos, más el título El lenguaje que usted habla que ya ``pasó al olvido''.

El estudioso del habla participa hoy por la tarde en la mesa plenaria Las academias de la lengua y los medios de comunicación, y comenta en avanzada algunos de sus juicios en torno de ``la manga ancha'' que hoy se otorga la Academia y su actuación que en ocasiones ``empobrece el idioma''. Y refiere la necesidad del organismo de ser ``más motivador'' y ``eficaz'' en su tarea de monitorear el buen uso del español que deberían hacer la radio, la televisión y la prensa, con quienes la academia no acaba de establecer nexos.

``¿Qué es lo que las academias de la lengua esperan de los medios de comunicación y viceversa? Puedo contestar de antemano que ninguna espera nada de los otros. Pueden llegar a esperar, siempre que las academias tengan la iniciativa de motivar a los medios para que mejoren su uso de la lengua. Lo ideal sería el nexo que falta y que en cada medio estuviera alguien encargado de estar pendiente de la academia. Para lo único que pueden servir congresos como éste es para mantener la unidad dentro de la variedad de la lengua española. El ideal sería una norma panhispánica, un dialecto de los más altos niveles que fuese el español con que pudiésemos entendernos en el mundo panhispánico'', sugiere Coen.

``La Real Academia de la Lengua Española ha tratado de establecer relaciones con los medios publicando boletines locales pero no los ha difundido lo suficiente y, además, no ha sabido motivar a los medios, salvo algunos que estaban motivados por sí mismos como ABC, El País, Reuter que tienen manuales de redacción magníficos. Pero los medios llamados electrónicos, la radio y la televisión, no les hacen caso. Por otra parte, sería necesario que las academias estuvieran monitoreando a los medios y les dijesen que caen en errores. Pero lo malo es que hasta la misma Academia peca de demasiada manga ancha al aceptar términos que ya teníamos; lo que llamamos en lingüística neologismo inútil, como aceptar ancestro cuando ya teníamos antecesor.

--¿Debería ser más rigurosa la Academia?

--Debería ser más motivadora. Por ejemplo, si fuese a la Academia, que no voy porque no soy académico, haría muchas llamadas a los medios para que rectificaran algunos términos. Leí un artículo en Selecciones del Readers Digest donde un editor perdió una magnífica oportunidad de distinguir entre la jaletina y la gelatina; la primera es la gelatina con edulcorante y saborizante, y la gelatina que es la materia prima con que se hacen las jaletinas. Escribió todo como si fuera lo mismo. Si yo, que no soy académico, me fijo en esas cosas, las academias deberían monitorear y sugerir.

--¿Hay desinterés?

--La Academia dice que está interesada, pero lo que en mi opinión pasa es que no tiene el mecanismo para que ese interés sea eficaz, como fue no rectificar en el diccionario la diferencia entre las palabras telúrico y tectónico cuando se habla de movimientos de tierra. El primero se refiere a los movimiento de tierra en su condición de planeta: la rotación, la traslación son movimientos telúricos; pero los sismos, los temblores de tierra son movimientos tectónicos, porque son de la corteza terrestre. En cambio la Academia pone como segunda acepción lo telúrico y por eso digo que tiene manga ancha, porque al hacer sinónimos de palabras que no lo son, empobrece el idioma.

``Por lo que respecta a los medios de comunicación, estoy segurísimo que les encantaría aceptar estas observaciones, si estuvieran incentivados por las academias. Desde luego en España, sobre todo los medios impresos, cuidan mucho eso y en México, periódicos como Siglo 21, de Guadalajara, lo hacen.

--¿Todos los periódicos ponen atención en esto?

--Si los medios de comunicación tuviesen interés en esto tendrían un empleado pendiente de los neologismos, para ver hasta qué punto son correctos. Muchas veces nos llega un término perentorio y no sabemos cómo dar la noticia. La damos como Dios nos da a entender y es entonces cuando nuestro perito se pone de acuerdo con la Academia y sugiere.

``Pero, por otro lado, lamentablemente en los diccionarios actuales están aceptados todos aquellos términos que reprobaba el lexicólogo mexicano Francisco J. Santamaría en el prólogo de su diccionario (texto que le sirvió de discurso de ingreso a la Academia). Quiere decir que la Academia (la española y mexicana) tiene que rectificar. Luis Fernando Lara tiene un diccionario fundamental, pero no tiene la palabra `chance'''.

--¿Cuáles serían las palabras fundamentales a rectificar?

--Llegó el momento que tenemos que usar el diccionario de la Academia, pero como último recurso. Necesitamos diccionarios como el de Lara, los locales, el verdadero lenguaje que hablamos nosotros.

``Porque, ¿no es vergonzoso que en España pongan subtítulos en español en programas televisuales generados en Galicia? Todos esos puntos se van a tratar en este congreso y tenemos que ponernos de acuerdo para una mecánica que sea eficaz a los ideales del lenguaje. No me iría al extremo exageradísimo de Camilo José Cela, pero sí aceptar la realidad de que podemos mantener una unidad en la variedad en el mundo hispanohablante. Y fomentar nuestra variedad en léxicos locales.

--Planteó su condición de no académico. ¿Qué ventajas tiene?

--Cuando me propusieron ser académico, a excepción de Santamaría, que era lexicógrafo, no había lingüistas. Ahora creo que hay muchos. Como quien dice: no le entro a algo donde ya tienen suficientes. Tengo mi manera de hacer mi parte.

--Como lingüista se maneja en la radio y la prensa, ¿en cuál medio se siente más cómodo?

--Soy malo para improvisar, así que cuando me dan tiempo para escribir me siento muy a gusto. En radio me siento un poco forzado para dar respuestas hasta cierto punto improvisadas, porque si bien sé suficiente español, también tengo la suficiente honradez para decir que algo no lo tengo digerido.