La Jornada 11 de abril de 1997

Zapatismo, uno de los proyectos más relevantes del mundo: Barry Carr Llegará a fusionarse con el neocardenismo, prevé el historiador inglés

Blanche Petrich /I Ť Qué importa que Barry Carr viva del otro lado del mundo, en Australia. Desde ahí, en su cubículo en la Universidad de La Trobe, en Melbourne, no se pierde uno solo de los escritos de Durito, vía Internet. Estudioso del escarabajo chiapaneco, lo analiza: ``No creo que sea un fenómeno posmoderno. Más bien es la capacidad del subcomandante Marcos de jugar, de aprovechar el simbolismo histórico y la tecnología, de romper con la solemnidad de la izquierda mexicana y plantear, con el zapatismo, el debate más importante a nivel mundial que haya protagonizado México''.

Y no es un fenómeno del posmodernismo --agrega-- ``porque no es un producto de discursos y palabras, sino surge de la historia y la pobreza de una región de México''.

Esto viene a cuento porque el historiador inglés, especialista en temas de los comunismos mexicanos, asegura que en el futuro próximo, en este país se verá una conjunción del neozapatismo y el neocardenismo como una expresión explosiva del crecimiento de la izquierda. ¿Cómo será?

``Es una incógnita. Pero deben haber entre 5 y 10 millones de personas que en algún momento han sido simpatizantes de la izquierda. La gran marcha de la democracia --como diría Mao-- no va a ser posible sin la izquierda, con los nuevos izquierdistas pero también con los pobres viejos del sindicalismo, los ex estudiantes hoy padres de familia, los campesinos que sí lucharon por el imaginario de los ideales socialistas pero que por años se alejaron de la izquierda formal''.

Carr no sólo habla del potencial electoral de la izquierda sino de la democratización en todos los niveles, en el poder y en la sociedad, en los sindicatos y en los periódicos, en las universidades.

Todo esto tiene sus raíces en una historia que justamente ha sido materia de trabajo del catedrático del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la ya citada Universidad australiana. Una historia que, como todas, siempre tendrá que reescribirse.

Carr llegó a México a fines de 1968. Y se sorprendió cómo, a pesar de que estaba fresco el sangriento dos de octubre, se vivía un fenómeno que ni en la avanzada Europa existía:

``Durante dos décadas, 60 y 70, se vivió una época de oro de los marxismos en las universidades. No hay otro país en el mundo donde los libros, las revistas y los autores marxistas hayan alcanzado tal prestigio. Sí, claro, en las librerías de Londres y París se encontraban los libros de Marcuse, pero casi nadie los compraba. Este auge continuó durante los años ochenta, con dos saldos, uno bueno y otro malo.

``Por un lado sirvió para abrir nuevas perspectivas y ver el desarrollo social y económico de México, establecer nuevos paradigmas, desarrollar nuevos marxismos. Y también arrojó un saldo negativo. Las universidades se convirtieron en feudos de grupos de la izquierda, incluido el Partido Comunista Mexicano. Ejemplos son la Universidad de Puebla y la de Sinaloa, laboratorios donde la izquierda no se portó siempre de manera ejemplar''.

Este entrevistado camina solo, sin necesidad de preguntas, hilando etapas y datos de la historia con su singular visión:

``Llegó el momento de la caída del muro de Berlín. Esto golpeó muy fuerte a los marxistas y a los estalinistas, pero también a las socialdemocracias. Y después de esos dos choques enormes vino el ascenso del modelo neoliberal. Las izquierdas en México cayeron en profunda depresión, mucha gente dejó de militar. Pero en medio de todo hubo el terremoto de 1985 y la movilización en torno a Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. Los desastres pueden ser útiles para la reflexión.

``Ahora se observa claramente la recuperación. Queda mucho de aquellos núcleos de la izquierda pero el grueso del movimiento es diferente. Además las izquierdas están entrando ya al terreno de la actuación política y eso los obliga a enfrentar las cosas de otro modo. Antes, por ejemplo, el tema electoral era muy controversial entre las izquierdas. Hoy es una bandera común.

``Aquí aparece la coyuntura actual del PRD que yo veo como buena a pesar de todo. Ha dejado de ser sólo una fusión de corrientes, está teniendo una vida orgánica, está ganando curules en elecciones. Y miles y miles de gentes se están afiliando. Según mis informantes, la cantidad de ex priístas que se están metiendo al PRD es formidable. Esto es preocupante. Es otro reto: cómo prevenir que el PRD no se convierta en un PRI de izquierda. Ese es un verdadero peligro''.

¿No que era el fin de la historia?

Continúa Barry Carr: ``Eso demuestra que todo lo que se dijo en la segunda mitad de los ochenta sobre el fin de la izquierda no es cierto. Fue todo un shock el hecho de que entre 1987 y 1988 un proyecto tipo nacionalista revolucionario como el del cardenismo se convirtiera en eje de las movilizaciones de izquierda. Parecía improbable y no, por el contrario, tuvo gran poder de convocatoria.

``Además del fenómeno mexicano, estamos viendo cómo en El Salvador la fuerza que fue la guerrilla de los ochenta ahora es la segunda fuerza electoral. Y en Guatemala la URNG se convierte en partido político. En Brasil el PT sigue fuerte, en Venezuela sigue ascendiendo Causa R, en Chile la coalición de fuerzas de izquierda.

``Todo esto va formando una evidencia: el neoliberalismo no puede durar. La lucha por la democracia va a seguir, se está profundizando y necesariamente pasa por la izquierda, no como producto de concesiones de las burocracias sino como resultado de las luchas. Se visulmbra un buen futuro para las izquierdas, pero son nuevas izquierdas, distintas a las del pasado, siempre en evolución.

``Y qué mejor ejemplo de ello lo que ha pasado en México con el zapatismo. Este fue un choque mayor. En un par de semanas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional logró imponer su programa y es indudable que ahora es el programa de las izquierdas. Logró lo que durante décadas no se había logrado: transformar la escena nacional. Y le bajó los calzones a muchos movimientos de izquierda, mostró sus partes débiles. Por una parte, los reanimó. Pero claro, también generó nuevas preocupaciones.

``El zapatismo es uno de los proyectos más importantes del mundo. Está influyendo mucho en el debate internacional. Por primera vez algo que está pasando en México está configurando un debate mundial. Y esto viene de un grupo de campesinos indígenas sin vanguardia, que constantemente están recordando que no tienen la verdad absoluta.

``Cierto, es un movimiento que ha quedado un poco estancado. Como proyecto militar el EZLN siempre estuvo estancado. Ahora también se ha estancado la negociación con el gobierno porque el discurso no se ha convertido en actor real. Como proyecto histórico enfrenta un momento muy difícil. Físicamente rodeado por el Ejército, incapaz de hacer valer sus iniciativas de autonomía y cuestiones indígenas.

``Pero con todo, mantiene su gran capacidad de jugar. Y eso es muy importante porque la izquierda mexicana siempre ha sido muy solemne, a excepción de Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska, que son parte de una izquierda crítica. Nada se compara con Durito''.


Blanche Petrich Ť La presentación, anoche, del libro La izquierda mexicana a través del siglo XX, del historiador Barry Carr, resultó, al final, como un ejercicio de mirar hacia atrás para caminar hacia adelante.

Eran comunistas los tres presentadores: Arnoldo Martínez Verdugo, del Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista; Enrique Semo, insvestigador de la UNAM, y el pensador Carlos Monsiváis. ¿Quién, entre el público, no habría sido comunista alguna vez en su vida? (Aunque Monsiváis recordó que en 1951 fue invitado por Martínez Verdugo a militar en las juventudes comunistas, y nueve años después fue explusado por él a causa de las diferentes posiciones frente a José Revueltas).

Todos coincidieron en ligar la impresionante documentación de la historia de la izquierda mexicana que despliega Carr en su investigación con el desafiante momento que vive ahora esta corriente política en el escenario nacional. Otra coincidencia fue que para los tres el actual partido del sol azteca, no es un partido de centroizquierda, sino que merece la categoría de izquierda a secas, y con todas sus letras.

Martínez Verdugo, líder del extinto PCM, destacó la importancia de la edición, en español, de una obra que se publicó en inglés en 1992, un momento histórico para los comunistas mexicanos, que expedían el acta de defunción a su partido.

``La desaparición de la corriente comunista y la constitución de una fuerza de izquierda, el PRD, son decisiones de carácter histórico que tendrán que ser juzgadas a la luz de los hechos, de los resultados de su acción política'', dijo.

Semo, a su vez, reconoció que sin los priístas que tomaron el camino de la oposición la transición que estamos viendo hoy no sería posible. Admitió que hay una deuda e introdujo una previsión inquietante. ``Después de las elecciones de 1997 surgirá el problema de cuánto le deben los ex priístas a esos que lucharon desde la izquierda en su afán de independencia antes de la coyuntura de 1988''.

Finalmente Monsiváis, siempre ácido y entrañable en sus referencias a los izquierdistas, lamentó que el punto final del libro sobreviniera justo cuando las cosas, en México, se pusieron apasionantes. (El estudio de Carr concluye en 1992).

Como sugerencias, Monsiváis dejó a Carr las siguientes tareas: el estudio de la izquierda desde la historia de sus militantes (dijo: ``los 500 perredistas asesinados durante el periodo salinista ofrecen un arsenal de elementos para comprender la militancia como entrega, el temperamento heroico de los luchadores''); el estudio de la izquierda desde su lenguaje ``tan aislante que no sólo impedía su comunicación con la sociedad, sino entre ellos mismos'', y el estudio del movimiento anticomunista, el movimiento más exitoso de la historia.

Barry Carr sólo prometió, al final, seguir estudiando a los animales políticos de la izquierda mexicana.