La Jornada 11 de abril de 1997

Disgusto priísta: Castillo Peraza dio su declaración de bienes en la ARDF

Alonso Urrutia y Miriam Posada Ť Atrás quedaron las sonrisas iniciales de priístas y panistas que a ratos rememoraban los tiempos del salinato. El rostro de Manuel Jiménez Guzmán, el priísta mayor de la Asamblea, fue endureciéndose a cada frase del candidato panista.

Carlos Castillo Peraza deslizó: ``Sé que en estos días ha habido una inquietud en el ambiente político, en el marco de la competencia electoral y que por diversos conductos de la información formal e informal, se ha exigido a los candidatos cierto tipo de pronunciamientos''.

Hasta entonces meramente protocolario, la reunión del panista con miembros de la Asamblea de Representantes cambió de rumbo: ``Dónde mejor que ante ustedes, representantes de la ciudad, leer hoy mi declaración de bienes...''

Largo silencio apenas para el reacomodo de priístas, preámbulo del sermón panista: ``A mi nombre. Casa habitación en 202 M de la calle 22, colonia García Jinerez de Mérida, Yucatán, con aproximadamente 280 metros cuadrados de terreno y 180 metros cuadrados de construcción, edificada en 1966 por una tía abuela sin descendencia...''

En el Salón Verde, las palabras de Castillo Peraza arrancaron solamente a los panistas rostros de satisfacción.

El candidato continuaba: ``Copropiedad de oficina ubicada en el sexto piso del número 145 de Avenida México...''

A un costado de Jiménez Guzmán, el presidente de la Comisión de Vigilancia de la Contaduría Mayor de Hacienda, Eric Moreno Mejía, compartía la incomodidad de los priístas.

``Vehículos a mi nombre. Volkswagen Jetta modelo 1996; una camioneta Ford Explorer, modelo 1992'', agregaba Castillo en su discurrir sobre los bienes propios y de sus padres, y entre los plácemes de sus correligionarios.

``Cuentas bancarias. Bancomer, saldo al 9 de abril de 1997, 45 mil 810 pesos. Otra de Bancomer a la misma fecha, 20 mil 857...''

En total, las propiedades del candidato y su esposa, según su declaración: una casa y un terreno en Mérida; un departamento en la colonia Del Valle; una oficina en Coyoacán; un Jetta 1996, una camioneta Explorer 1992 y un Nissan; cuentas bancarias: una en Banamex y dos en Bancomer por un monto global de 314.9 mil pesos; dos pagarés de Bancomer por 323 mil 929; tres cuentas de seguro de estudios; seguro de vida capitalizable: 2 millones 590 mil 356; otro seguro de la Compañía Comercial América por 55 mil pesos ; otros bienes, 26 por ciento de la empresa Humanismo, Desarrollo y Democracia, equivalente en libros a 39 mil pesos.

``Estos son todos los bienes...''

Un nuevo silencio volvió al Salón Verde ante la tardía reacción de Jiménez Guzmán, quien dilató en apechugar el golpe asestado antes de finiquitar el acto.

--¿Ya? --alcanzó a susurrarle al panista antes de romperse la tensión con un protocolario aplauso.

--¿Qué espera al presentar su declaración? --se le cuestionó en la conferencia de prensa.

--No espero nada. Sencillamente doy a conocer lo que es mío. Ni siquiera tengo obligación legal, pero ahí está --respondió con la hostilidad que le caracteriza en ruedas de prensa.

Era casi el final de la visita de Carlos Castillo Peraza al recinto de Donceles, que inició entre sonrisas que relajaron el ambiente aun en los momentos en que el discurso del panista no obvió los agravios del inicio de campaña:

``No quisiera decirles, porque mentiría, que al recibir la invitación me entusiasmé mucho. Como acababa yo de ser acusado de violar la ley electoral por hacer proselitismo en un edificio público, me pregunté si éste era un edificio público y si la intepretación menos benevolente de la ley no podía hacerme a mí y al licenciado Jiménez Guzmán cómplices de una violación electoral. Pero como vi que los demás venían, dije: seremos reos del mismo delito, y ahí voy...''