La Jornada 11 de abril de 1997

En Zacatecas, la tv se defiende; intentos puristas, dice Sergio Sarmiento

Rosa Elvira Vargas y Angélica Abelleyra, enviadas, Zacatecas, Zac., 10 de abril Ť La televisión a la defensiva. Durante el penúltimo día del Primer Congreso Internacional de la Lengua Española fue inevitable el enjuiciamiento no sólo al uso que ese medio da al español sino también a la mala calidad de sus emisiones.

Así, al recordatorio de José Rubén Jara, presidente de IBOPE-México (instituto especializado en la medición de audiencias), sobre la responsabilidad que tienen las televisoras de conocer cada vez mejor el idioma, enriquecer el vocabulario y aprovecharlo creativamente porque a fin de cuentas no existe dicotomía entre divertir, entretener y educar, Sergio Sarmiento, director de Noticias de Televisión Azteca, expuso que tales exhortos no son más que ``intentos por conservar purismos académicos''.

Entre sus ``conflictos éticos'' al admitir que el espacio noticioso más visto de su cadena es Ciudad desnuda y asegurar que no permite que sus reporteros usen expresiones como checar, Sarmiento debió no sólo compartir mesa con un alto funcionario de Televisa-Eco, Félix Cortés Camarillo, sino además padecer el lapsus de la directora del Canal 11, Alejandra Lajous, que lo presentó como vicepresidente de Información de Televisa.

Cortés Camarillo, por su parte, señaló que mientras a Sarmiento le disgustan palabras como la citada, en cambio seguramente no se opondría a que los conductores de Ventaneando --si estuvieran bajo su control-- usaran términos como chicharrón, en lugar de senos o busto, porque para el funcionario de Televisión Azteca esos son ``ingeniosos juegos'' con el lenguaje.

Al final, ambos coincidieron en que los límites del contenido de un programa de televisión los debe poner el público, pues éste ``tiene la última palabra''. En el caso de Ciudad desnuda, Sarmiento refirió que han recibido presiones ``constantes'' de parte de políticos e incluso de la Presidencia para retirarlo del aire, pero entonces mencionó el ``gran récord de audiencia'' de ese programa (30 por ciento de la población, según dijo) y por ello la emisión no se cancelará.

Entre los asistentes surgieron voces que les recordaron a Sarmiento y Cortés Camarillo que la verdadera democracia en los medios electrónicos no está en ejercer la facultad de cambiar de canal o apagar la televisión, sino en el respeto que se le debe al auditorio para que esté bien informado y reciba programas de calidad.

A su vez Jara Elías, del Instituto Brasileño de Opinión Pública Especializada (IBOPE-México), aseguró que la valoración y el uso del español que se difunde en aquellos programas con altos índices de audiencia, tiene repercusiones y puede contribuir a que haya emulación y sana competencia basada en la sensatez, el conocimiento y el buen sentido en el uso del idioma, lo cual es siempre preferible a que se compita por el público a base de promover ``la improvisación, la ramplonería y el halago a quienes no se ocupan de cuidar nuestra lengua''.

Frente al hecho de que en esta región del mundo, todos los días, nueve de cada diez personas cuentan al menos con un televisor funcionando y una de cada seis tiene el servicio de televisión pagada, otros analistas --estos universitarios-- habían ya referido que ante la creciente intervención de los medios de comunicación en la esfera pública ha surgido una ``cultura mediática'' con rasgos específicos aun por describirse.

Josefina Vilar y Ramón Alvarado, de la UAM-Xochimilco, pusieron de relieve la ausencia de las lenguas indígenas en la esfera discursiva de la televisión, la radio y la prensa, y los pueblos que las hablan ``todavía no aparecen como enunciadores válidos de las variantes del español mexicano que les son propias''.

En la mesa sobre cine, Román Gubern, catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona, dijo que hoy las industrias de la imagen de España e Iberoamérica tienen en común el que todas soportan la hegemonía audiovisual angloamericana, impuesta a sus mercados como fruto de prácticas oligopólicas coactivas que se ejercen a través de sus aparatos de distribución y exhibición. Para oponerse a ello sugirió reforzar la exhibición de producciones cinematográficas en español y fomentar las coproducciones donde ejemplos como Fresa y chocolate, Guantanamera, La estrategia del caracol o las películas de Arturo Ripstein, ``han resultado bastante exitosas''.

Finalmente, el escritor cubano Lisandro Otero dijo: ``La vida moderna se basa en la exteriorización. No es posible poner en circulación un producto industrial, una canción, ni siquiera una idea, si no va acompañada de cierto despliegue ostentoso de supuestos atributos, si no usa una atractiva máscara. Todas las técnicas publicitarias, toda la comunicación persuasiva se basa en este énfasis del empaquetado que puede conducir a la impostura. Los nuevos lenguajes están dilucidando qué es lo que no puede hacer ahora la novela''.