La Jornada 12 de abril de 1997

Se declara satisfecho por obtener el premio Sergio Méndez Arceo; ``es una paradoja'', dice

Claudia Herrera Beltrán Ť El general brigadier José Francisco Gallardo, preso desde noviembre de 1993 en el Campo Militar Número Uno, se declaró satisfecho por haber obtenido el Premio Nacional de Derechos Humanos Sergio Méndez Arceo, pero dijo vivir con miedo y enfrentarse a la ``humillación'' y el ``desprecio'' de altos mandos castrenses.

En entrevista vía telefónica, el militar, que enfrenta 16 averiguaciones previas y nueve causas penales, consideró ``una paradoja'' haberse hecho merecedor a este premio, porque ``refleja que el Ejército viola los derechos humanos y al mismo tiempo es un reconocimiento a un miembro integrante de dicha institución''.

El comité que otorgó la distinción, integrado por una red de por lo menos 30 organizaciones civiles del país, pedirá a los tribunales militares que el general sea excarcelado por unas horas para que pueda acudir el próximo 19 de abril a Cuernavaca, donde se le entregaría el premio.

De no ser aceptada la petición, las organizaciones no gubernamentales solicitarán un permiso para que una comisión tenga acceso a la cárcel militar y pueda entregar la distinción a Gallardo.

En caso de no aprobarse ninguna de las dos propuestas, la esposa del militar, Leticia Enríquez de Gallardo, planea acudir a recibir el premio, que consta además de 10 mil pesos, los cuales serán donados a los deudos del ejido Morelia, según informó Eduardo Ibarra, director de la revista Forum (en la que colabora el general).

En opinión de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, Gallardo se merece la distinción por permanecer ``injustamente'' en prisión por más de tres años; haber estado él y su familia sometidos a hostigamientos y presiones; mantener su postura y preocupación por hacer del Ejército Mexicano una institución más justa e igualitaria, en la que se respeten los derechos humanos de sus miembros, y por ser una ``víctima de la desviación del poder'' que se vive en México.

El general Gallardo se comunicó desde uno de los dos teléfonos públicos por los que pueden hablar 500 reos militares. En la entrevista señaló que el silencio del gobierno mexicano sobre la recomendación emitida por la Comisión Interamericana de Derecho Humanos (CIDH), en la que se pide su liberación ``es un descrédito para la imagen de México en el extranjero''.

Gallardo dijo que durante su reclusión ha sido objeto de ``humillación y desprecio'' por parte del alto mando militar y de subordinados castrenses que se encuentran en la prisión.

``He andado con cuidado, porque el día que llegue a tener alguna lesión, lo más seguro es que aquí me hagan algo. De salud estoy muy bien. Me cuido cuando voy al comedor y no tomo las medicinas que me ofrecen'', respondió el general brigadier cuando se le preguntó sobre las condiciones físicas en que se encuentra.

Licenciado en ciencias políticas y administración pública, con estudios de maestría y doctorado y un desempeño académico que le ha valido la postulación a la medalla Gabino Barreda, Gallardo señaló que su situación pone en evidencia que ``los militares no tienen límites a su poder, e incluso disponen de la vida de uno''.