Antonio Gershenson
Vidrio, gas y cartera vencida

Luego de años de huelga, la autoridad laboral había adjudicado los bienes de dos empresas vidrieras a sus trabajadores. Con esos bienes, los trabajadores formaron en 1984 una sociedad anónima, la Unión de Productores de Vidrio Plano del Estado de México. Su producto, vidrio para vivienda popular, se produjo y vendió sin mayores problemas hasta 1987.

A fines de este último año se inició el aumento de precios de combustibles de uso industrial, para igualarlos con los de Estados Unidos (llamados aquí ``precios internacionales''). Como resultado, el gas natural, insumo necesario en la fabricación del vidrio, aumentó de golpe a casi el doble. En cambio, debido a los ``Pactos'' que entonces se iniciaron, los precios de venta del vidrio, como los de otros bienes, sólo aumentaron en porcentajes muy inferiores.

La falta de recursos para pagar el gas a este nuevo precio llevó a tales trabajadores vidrieros, devenidos a la vez en empresarios, a un endeudamiento progresivo con Pemex. Aunque éste se iba pagando parcialmente, el adeudo crecía más y más debido a las altas tasas de interés que regían.

Había una solución: la adquisición de equipo moderno que permitiera menores consumos de gas, al emplearlo más eficientemente. Estos vidrieros empezaron a localizar alternativas tecnológicas accesibles y viables para lograr este objetivo. Mientras tanto, fueron celebrando convenios con Pemex para solventar la deuda, pero en todos los casos los pagos resultaron más altos que las posibilidades de pagar. En 1992, el Fondo Nacional de Empresas de Solidaridad (Fonaes), para preservar la fuente de trabajo y producción aportó capital a la empresa vidriera y gestionó un crédito de Nacional Financiera. Con esto se compraría equipo que ahorraría la mitad del consumo de gas natural.

Con la aportación de Fonaes se pagó el anticipo necesario para que el proveedor fabricara el equipo. Pero Nacional Financiera sólo podía ya actuar a través de un ``banco de primer piso'', de un banco comercial, el cual se negó a aprobar el crédito alegando la situación financiera de la empresa vidriera. Al no poderse pagar el complemento, el equipo permaneció almacenado por el proveedor.

En septiembre de 1994, Pemex cortó el suministro de gas. Luego de negociaciones se reanudó el suministro, pero la empresa vidriera tuvo que entregar una de las dos fábricas a cuenta del adeudo, y aceptar el pago del gas futuro por adelantado. Esa fábrica sólo se tomó como pago de una parte menor del adeudo, quedando un adeudo de más de 18 millones de pesos.

Los trabajadores-empresarios pudieron adquirir e instalar, con su propio trabajo, el nuevo equipo y empezarlo a operar en agosto de 1996. Al reducirse el consumo del gas, empezaron a tener un margen de utilidad que permitió seguir operando la planta que les quedaba, y volver a hacer pagos a Pemex a cuenta del adeudo. Sin embargo, éste crecía y crecía. Llegó a 37.5 millones de pesos según cifras de Pemex. De ahí, el costo del gas propiamente dicho es de 2 y medio millones, y lo demás son intereses moratorios e intereses sobre los intereses. En este sentido, el caso se parece a muchos otros de lo que se ha llamado cartera vencida. En otros casos se le debe al banco, a Hacienda, etcétera. Lo particular aquí es que el adeudo es con Pemex.

Como en otros casos, como con los bancos o con Hacienda, se han estado dando negociaciones para reducir el monto a pagar a una cantidad más cercana a la que en efecto se dejó de pagar. Sin embargo, el pasado 26 de marzo y a instancias de Pemex, una diligencia judicial embargó todas las instalaciones. Si como resultado de esto se suspenden el trabajo y la producción, poco más de un centenar de familias perderá su sustento; y lo que obtenga Pemex de rematar los bienes no alcanzará para pagar ni la décima parte de la deuda reclamada.

Obviamente, lo deseable es que esta empresa, como otras afectadas por problemas similares, pueda seguir operando. Lo deseable es que una negociación abra la puerta a una salida más durable. El otro enfoque implicaría aumentar el deterioro económico y social en el país, y abrir la puerta al surgimiento de una especie de ``Barzón vidriero''.