Elba Esther Gordillo
Heberto, hereje constructor de sueños

El sábado 5 de abril de 1997 murió Heberto Castillo. Ingeniero civil e inventor de sólido prestigio, pero, sobre todo, luchador social, figura mayor en el proceso, nunca acabado, de construir un país mejor. Como en su obra física, en la esfera política fue también constructor: de grupos, movimientos, frentes y organizaciones que tuvieron como propósito la organización y defensa de los trabajadores, la lucha por la paz, la defensa de la soberanía, el reclamo por el uso racional de los recursos naturales, la insistencia en pro de un Estado de derecho...

El reconocimiento póstumo a Heberto Castillo proviene de puntos tan diversos de la geografía política y profesional -dirigentes del Estado y de partidos políticos, periodistas, estudiantes, académicos, gente del pueblo- contribuye a acentuar su perfil admirable de hombre honesto, valiente, congruente...

Su postura crítica, su idealismo y su constante búsqueda de alternativas, lo llevaron a participar en el Movimiento de Liberación Nacional y, más tarde, en el Movimiento Estudiantil de 1968 (fue un valiente dirigente de la Coalición de Maestros Universitarios). Sufrió persecuciones y, en mayo de 1969, fue apresado. Los cargos: conspiración, asociación delictuosa, sedición, invitación a la rebelión, acopio de armas, homicidio y lesiones, entre otros. Fue puesto en libertad a mediados de 1971.

Heberto Castillo luchó para crear un gran partido de los trabajadores, democrático y popular, basado en una estructura de comités de base alejada de la estructura centralista que prevaleció en la izquierda tradicional de influencia marxista-leninista. Impulsaba -lo que parecía inaudito entonces- un socialismo a la mexicana, que reivindicaba a Morelos, a Juárez, a Zapata...

Seguidor de Lázaro Cárdenas y de sus ideas políticas, figuró de manera prominente en el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), encabezó el Partido Mexicano de los Trabajadores, fue candidato a la presidencia por el PMS y declinó en favor de Cuauhtémoc Cárdenas. Luego concurrió a la creación del PRD. Al final de su vida, siendo senador por Veracruz, su estado natal, fue miembro de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa). Una de las tareas pendientes que dejó Heberto es que sus esfuerzos -sumados a los de muchos otros mexicanos distinguidos- se traduzcan en una paz verdadera en Chiapas: justa y digna.

Impulsor infatigable de la transformación democrática, Heberto Castillo opuso razones al autoritarismo y vivió en carne propia la intolerancia. Su terca defensa de sus ideas rompía cánones. No sólo polemizaba hacia afuera, también lo hacía hacia adentro de su propio partido (era un militante convencido, pero no creía que la militancia implicara la aceptación acrítica de las voces de la jerarquía).

Los compromisos de Heberto Castillo con la democracia, la paz, el uso racional de los recursos y el mejoramiento del medio ambiente, entre otros tantos de sus esfuerzos, son una contribución valiosa a la patria que tanto amó.

Su disposición a confrontar ideas (hábil polemista), su generosidad, su sencillez, permanecerán en quienes tuvimos el privilegio de ser sus compañeros, aun desde partidos distintos.

Este país cambia. Desde los años sesenta han venido abriéndose más y más espacios para el ejercicio político de muy diversas opciones. El México de hoy es un país donde diversas alternativas políticas disputan, en condiciones de legalidad y equidad sin paralelo, la representación popular. Cualquiera puede ganar. La lucha de hombres como Heberto Castillo no es ajena a esto. El perseguido político de 1968 era al morir un senador de la República y una digna figura de la izquierda mexicana de fin de siglo.

Militamos en distintos partidos pero coincidimos en muchas más cosas de las que pueden imaginar quienes juzgan desde el esquematismo o la simplificación del blanco y negro, entre ellas, en una fundamental: la búsqueda de un México mejor.

Ciudadano ejemplar, mexicano patriota, promotor -con su mismo ejemplo- de una moral pública, hereje constructor de sueños... descansa en paz.