Las actividades del Consejo Nacional para la Prevención y Control del Sida (Conasida) se han regido, desde su establecimiento, por diversos programas: el primero fue el Plan de Mediano Plazo 1990-1994; posteriormente, después de una evaluación solicitada a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se elaboró el Programa de Trabajo 1995-1996; hoy, el ``Programa Nacional sobre VIH/sida y Otras Enfermedades de Transmisión Sexual 1997-2000'' sirve de base para las acciones a desarrollar en los siguientes tres años.
Para elaborar el programa se utilizó información científica relacionada con la epidemiología de la enfermedad, la dinámica de la epidemia, las características poblacionales de cada comunidad y resultados de investigaciones, así como recomendaciones internacionales y nacionales.
Asimismo, se contó con la opinión de diversas organizaciones no gubernamentales y personas que viven con VIH/sida. En México la información sobre la evolución de la epidemia se genera a partir de un sistema de información que posee infraestructura, recursos y personal calificado para llevarla a cabo. La información obtenida a través de estos sistemas, además de orientar las políticas nacionales, se emplea para alertar a la población sobre la magnitud del problema, realizar proyecciones o estimaciones de la enfermedad y como insumo de investigaciones.
La información es pública, no se oculta y, de hecho, se difunde semanal, trimestral y anualmente, a través de diversas publicaciones oficiales, revistas nacionales e internacionales y por internet (www.ssa.gob.mx). No obstante, las cifras son continuamente mal interpretadas, sobre todo cuando se usan por personas que no conocen la metodología para su análisis o interpretación.
Por otro lado, respecto de la relación entre personas infectadas y enfermos de sida, en ningún país del mundo se conoce con exactitud el número de personas infectadas por el VIH, pues son individuos que no presentan síntomas y que, en la mayor parte de los casos, no acuden a las instituciones de salud.
Por ello, se han realizado estimaciones de acuerdo con modelos matemáticos apropiados para cada país. Al principio de la epidemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendaba calcular por cada caso de sida, 50 o 100 infectados por VIH, y se realizaron proyecciones que superaron con mucho el número real de infectados. En 1988, en México, esta estimación disminuyó a 28-87 infectados por cada caso. A partir de 1995, la Secretaría de Salud (SSa) decidió emplear la recomendación de la OMS de una razón de cuatro infectados por cada caso de sida.
Esta estimación se sigue usando en México, a pesar de que en el último año, a nivel mundial, ha disminuido a 2.6 infectados por cada caso de sida. ¿Por qué insistir en esta diferencia? sólo por señalar una razón: recordemos que un enfermo de sida, sin tratamiento, tiene en promedio una sobrevida de dos años, y un infectado por VIH de 10 a 12 años, por lo cual las estimaciones de sobrevida o defunciones utilizadas para un caso no pueden ser aplicadas en el otro.
Es importante señalar que la información existente no requiere ser magnificada ni minimizada, ya que las políticas públicas de salud no se basan sólo en el número de casos de sida notificados. En México, el sida es calificado por el secre-tario de Salud como uno de los problemas de salud pública más complejos y uno de los programas sustantivos prioritarios.
Sabemos que existe mucho por recorrer y que la lucha apenas empieza, pero no podemos actuar o construir a partir de cifras erróneas o estimaciones no basadas en una metodología válida. Cualquier persona puede emitir su opinión sobre el tema, lo cual es uno de los logros de la libertad de expresión en México, pero no la convierte en una verdad hasta que se demuestre su veracidad y sea fundamentada.
Confundir a la población con diversas interpretaciones de las cifras y desacreditar a las instituciones responsables del control y prevención del sida, a los medios de comunicación o a cualquier organización que lucha contra esta epidemia, sólo favorece la diseminación de la infección. Cada persona, cada institución y cada grupo, tiene un área de competencia dentro de la cual se debe actuar de manera profesional y responsable. Reconocer nuestros límites y fortalezas contribuye a favorecer la cooperación y a elaborar propuestas concretas. Sólo de esta manera podremos coordinar los esfuerzos para hacer frente, como una sociedad madura y civilizada, a este gran reto y juntos, no divididos, ganar la batalla contra el VIH/sida.
* Coordinadora general del Conasida.