Ahora que el presidente Zedillo se puso la camiseta de su partido y desequilibró la competencia electoral, creo que la posibilidad de una Cámara de Diputados con mayoría de la oposición es completamente real. Imaginar los beneficios de esta posibilidad nos puede dar una base de confianza y optimismo para contrarrestar la estrategia gubernamental del voto del miedo. Para este ejercicio conté con la valiosa ayuda del diputado ciudadano Víctor M. Quintana.
En el México moderno no conocemos la experiencia de un gobierno dividido. Por primera vez existe la posibilidad de que el PRI pierda la mayoría en la Cámara baja, lo cual abre una serie de posibilidades deseables y muy importantes para el país. Las experiencias que ya existen de gobiernos divididos en los estados de la República han mostrado una cara mucho más positiva que negativa; en todos los casos ha predominado la negociación sobre el enfrentamiento y la solución sobre la parálisis. No son pocos los casos que ya experimentan este proceso: Guanajuato, Chihuahua, Baja California, Baja California Sur, Aguascalientes, estado de México y Morelos.
Estos estados son pruebas evidentes en contra de la actual propaganda que hoy quiere generalizar el PRI, por obvias razones, al afirmar que si el presidente Zedillo pierde la mayoría en la Cámara de Diputados sería nocivo para el país. El supuesto es completamente al revés: una Cámara de Diputados de oposición sería el mejor ingrediente para que el Ejecutivo hiciera un buen gobierno, se puliera y desplegara sus capacidades con toda la fuerza. Ernesto Zedillo sería el primer presidente moderno que se enfrentaría al reto de gobernar con un contrapeso real de otro poder que lo vigilaría.
Las ventajas para el país se mostrarían de inmediato, los instrumentos clásicos del Poder Legislativo -el presupuesto, la ley de egresos y la revisión de la cuenta pública- empezarían a funcionar como lo que son en realidad; la Contaduría Mayor de Hacienda y la Comisión de Vigilancia de la Contaduría Mayor, con una mayoría opositora, se transforma-rían en espacios poderosos para combatir, finalmente, de manera eficiente la corrupción sistémica de un régimen presidencialista diseñado para no rendir cuentas. No se trata de personas honestas o corruptas, sino de instituciones, situaciones estratégicas y de un diferente balance de fuerzas.
En una comisión legislativa es fundamental tener la mayoría porque ya se han visto las limitaciones que hoy tienen legisladores de la oposición que presiden importantes comisiones, pero que no cuentan con la mayoría, situación que los imposibilita para hacer un trabajo de vigilancia efectivo. Otras ventajas serían el incremento inmediato de la capacidad legislativa de la oposición; el Poder Ejecutivo dejaría de ser el gran legislador; de forma inmediata desaparecería la famosa ``congeladora'' en la cual permanece la gran mayoría de los proyectos importantes de la oposición. En materia legislativa hay una serie de necesidades que el país requiere y que sólo sería factible con una mayoría opositora. Por ejemplo, se necesitaría una adecuación institucional para que el Congreso -cámaras de Diputados y Senadores- establezca los cambios jurídicos para transformar la lógica de un presidencialismo autoritario en otra de carácter plural; hacer del Legislativo un poder real que necesita transformar y construir instrumentos para la rendición de cuentas de lo público; generar una accoutability para que la reforma del Estado se pueda concretar finalmente. Proyectos urgentes que necesitan aprobarse: una nueva Ley del Trabajo que termine con la indefinición predominante; nuevas políticas económicas que moderen el proyecto neoliberal y repartan los costos y ganancias del proyecto económico; una reforma al Poder Judicial, que hoy atraviesa por una de sus peores crisis de ineficiencia y corrupción. También podría comenzar la profesionalización del trabajo parlamentario.
Para que este proceso resulte, se necesitan algunos requisitos; el primero y más a corto plazo es el voto ciudadano por los dos partidos de oposición mayores; en segundo lugar, que las dos fracciones opositoras logren la mayoría y que establezcan una dinámica de cooperación y no de polarización. Imaginar en este momento no es utopía, sino simple anticipación.