La Jornada 15 de abril de 1997

El EZLN tiene similitudes también con el villismo: Friedrich Katz

Blanche Petrich Ť Menos notoria que la influencia de Emiliano Zapata en el actual movimiento indígena de Chiapas, ``sin duda'' existe también un legado del villismo en el EZLN, según Friedrich Katz, el destacado historiador austriaco.

Incorporado con todos los honores a la Academia Mexicana de las Ciencias, de la cual forma parte desde ayer, y en medio de una inusitada expectativa por la próxima aparición de su más reciente obra -Francisco Villa y su movimiento- el autor de La guerra secreta en México llegó a El Colegio de México a remover un poco el polvo del olvido que se ha acumulado sobre la figura del Centauro del Norte.Y a entablar, en entrevista, los inevitables paralelismos que se distinguen entre el pasado y el presente, con una brecha de 80 años.

Reconoce ``ciertas similitudes'' entre los liderazgos de Pancho Villa y el contemporáneo subcomandante Marcos: ``Villa reconocía no sólo la lucha armada sino la necesidad de desarrollar una lucha política. Y aunque a diferencia de Marcos, Villa no era un intelectual, tuvo en su momento el mismo sentido de las relaciones públicas en su lucha política''.

Justamente recordaba, durante la conferencia magistral que dictó ayer en El Colegio de México sobre el movimiento de los famosos dorados, al Villa ``genio de la publicidad'' que llevaba a corresponsales extranjeros en su tren, entre ellos a un agente de los servicios secretos estadunidenses, Emerson, que reportaba que la División del Norte era la mejor armada y organizada.

Villa incluso llegó a firmar un contrato con el cineasta Raoul Walsh para la realización de una película. Bien condimentado el relato de Katz con los mitos de la época, como el chisme aquel de que Villa habría acordado con Walsh que suspendería los combates si no había buena luz para la filmación.

El Centauro, ignorado

Autor de 11 libros y más de 200 ensayos, la mayoría de ellos sobre México, Katz ha estado volcado desde hace casi una década al trabajo sobre el villismo. Señala que salvo por el presidente Lázaro Cárdenas, el general Francisco Villa y sus méritos en el derrumbe definitivo de la dictadura porfirista fueron ignorados por los sucesivos gobiernos posrevolucionarios hasta que en 1967, a instancias de Vicente Lombardo, el Congreso accedió a inscribir el nombre del jefe de la División del Norte en el recinto legislativo.

¿Porqué? ``Porque la historia la escriben los vencedores y no los vencidos'', explica Friedrich Katz, quien considera que para el sistema posrevolucionario ``fue más fácil asimilar a Emiliano Zapata -asesinado cuatro años antes que Villa- en el panteón de los héroes revolucionarios''.

¿Qué hay de interesante en el duranguense Doroteo Arango, mejor conocido como Pancho Villa, que ocupó los últimos años de investigación del historiador, asilado durante su niñez en México cuando sus padres judíos huían de Hitler y actual profesor en la Universidad de Chicago?

``Fue una de las mayores fuerzas de la Revolución Mexicana y junto con Zapata, dos de los más grandes revolucionarios del siglo XX. A diferencia de Mao y Lenin, no fueron intelectuales ni miembros de la clase dirigente o de la burguesía, sino líderes populares. Y otra diferencia entre ellos dos. A Leningrado lo rebautizaron devolviéndole su nombre original, San Petersburgo. A Mao lo cuestionaron en la Plaza de Tiananmen. Pero Villa y Zapata no sólo no han sido cuestionados por las nuevas generaciones sino que son reivindicados''.

En la disección que hace Katz de Villa destacan otras características: Villa llevó a cabo la única revolución que ha ocurrido en la frontera con Estados Unidos; es el único líder legendario no sólo en México sino en Estados Unidos. Lo describe como ``un personaje de no fácil cabida''. Escurridizo para un historiador: ``La leyenda de Villa ha opacado al personaje y el personaje ha opacado al movimiento villista'', apunta.

Objeto de muy diversas teorías: ``Para Lombardo Toledano, Madero y Carranza eran burgueses, los zapatistas campesinos populares y los villistas peones de hacienda. Para Allan Knight, los villistas eran rancheros serranos sin problemas agrarios. Mi teoría es otra. La villista fue una revolución de vaqueros. Analfabetas, no dejaron memoria escrita. Y sí tenían problemas de tierras''.

El Centauro del Norte, arropado por Katz en diversas envolturas: ``Forajido, carismático, audaz, sin pasado revolucionario''.

El gobernador revolucionario de Chihuahua, capaz de logros inauditos e irrepetibles: ``En Estados Unidos logró el apoyo de conservadores e izquierdistas, pasando por el presidente Wilson. Los conservadores lo apoyaban en la lógica de que si México era un país de bandidos era mejor que fuera gobernado por un bandido. El presidente Wilson vio en él al ideal, un revolucionario que no tocara las propiedades estadunidenses.Y para una Mother Jones o un John Reed, en la izquierda, encarnaba al reformador social''.

Al final de su exposición, se reveló el historiador seducido por su personaje, cuando Katz habla de los cinco años de Villa previos a su asesinato en Hidalgo del Parral. ``Después de su derrota -batallas de Celaya y Aguascalientes, doblegado por Obregón- pudo haberse ido, como Somoza, con su dinero a disfrutar de sus últimos días a algún otro país. En lugar de esto se quedó cinco difíciles años de lucha guerrillera. Un vulgar bandolero no actúa así''.

Aplausos entre la academia que sin recato rebasaba el auditorio de El Colegio de México.

Y al final, entre los vinos de honor, concedió diez minutos de rigor a la prensa. Ahí expresó su convicción de que a Francisco Villa lo mandó matar el gobierno por influencia de Washington.

Explicó que una de las ventajas de la guerra de Vietnam es que al concluir (1975) obligó al gobierno estadunidense a abrir muchos de los archivos que antes eran secretos y clasificados. Katz recurrió a ellos cuando se abrieron y encontró indicios muy convincentes de que el gobierno de Alvaro Obregón organizó el asesinato de Pancho Villa y que lo hizo en buena medida por influencia de Estados Unidos.

Las evidencias están en los archivos Calles-Torreblanca, que contienen importante documentación de las gestiones de Obregón, de Calles y de su secretario Torreblanca.

Ahí encontró los datos de que Salas Barraza, procesado como el asesino de Villa, recibió una condena de seis años de prisión, fue liberado a los seis meses de su arresto y posteriormente fue recibido por el presidente Obregón.

``¿Un buen indicio, no?''

En cuanto a las evidencias de la influencia que tuvo el gobierno estadunidense en la decisión del gobierno mexicano, Katz logró otro hallazgo: una carta de Calles en la que comenta que la última condición de los estadunidenses para otorgar el reconocimiento al gobierno revolucionario se había cumplido.