Perdones y amenazas del líder de legionarios a quienes lo acusan
Salvador Guerrero Chiprés /IV y última Ť El superior general de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado, ha respondido a quienes lo acusan desde los años 50 con la doble y simultánea actitud de ``perdonarlos'', y lanzar contra ellos abogados y amenazas, según se desprende de entrevistas con ex legionarios y documentos diversos.
A esa actitud responden quienes se han separado de su esfera de control: ``Nosotros a él sí lo perdonamos, pero la Iglesia no sabemos si pueda perdonarlo'', comenta el abogado José Pérez Olvera.
Saúl Barrales reivindica: ``Que el Papa sepa qué ha ocurrido en la congregación no es una amenaza, sino un afán de purificación'', en tanto que José Barba Martín plantea: ``Nuestro perdón personal lo tiene, pero falta el de la sociedad y el de la asamblea de la Iglesia''.
Los tres consideran que el daño no ha terminado. ``Existe un vicio y un daño que se propaga'' en sectores de legionarios cercanos al superior general, al decir de Barrales.
Exhibición de poder
En los años 50, cuando fue enterado de que Alejandro Espinosa -``uno de sus preferidos'', como él se califica, al mismo tiempo que está consciente que ``eso les decía a todos los que le interesaban y a quienes nos decía que nos quería más que a su propia madre''- publicaría su biografía, Maciel lo mandó llamar.
Le indicó que él podría darle la cantidad que quisiera por no sacar un libro sobre su vida, la cual incluía escenas de sus tendencias y prácticas privadas. Le ofreció lo que entonces era suficiente para adquirir dos casas.
Además, recuerda Espinosa, le planteó desde Tamaulipas que, ``si no aceptaba, Maciel tenía muchos amigos que podrían pensar que antes de hacerle daño podrían matarme''. Todavía hoy, Alejandro Espinosa se sorprende de que Maciel lo considerara tan peligroso, desplegara tal exhibición de poder y mencionara a sus amigos, entre ellos el presidente en turno de México y el secretario de Gobernación, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, respectivamente, ``y los más peligrosos: los policías''.
El estricto voto privado, que incluye prohibición de crítica al superior y su denuncia cuando se presenta aquélla, era el primer obstáculo, añadido a la presunción de ``la santidad'' de Marcial Maciel.
Filtraciones y encubrimiento
Los legionarios le eran ``fieles, a veces dolorosamente fieles'', según la expresión de Barba, acompañada de otras de ex legionarios que reconocen que aún ahora le guardan ``un cierto afecto'', que los sicólogos podrían explicar sin dificultad.
Las prácticas del líder de una orden que tiene presencia en 17 naciones han sido reveladas varias veces en diversos ámbitos. Primero se presentaron en el institucional, con las instancias designadas por El Vaticano. Diversas filtraciones han llamado la atención en los últimos años, incluidos los casos de los más de 60 colegios de la congregación que actualmente existen en México.
Una de las primeras revelaciones, que desencadenaron trabajo periodístico, involucró al hijo de un importante personaje que fue violado ``por un sacerdote legionario''.
La edición de la revista Contenido de diciembre de 1988, con un reportaje de Elisa Robledo, desapareció de los puestos de venta y habría sido capturada, según una fuente, por un grupo de simpatizantes de los legionarios que encontraron en el material factores ingratos a la imagen de la congregación y de su dirigente, pues según ellos se plantean conceptos como ``burla de la fe'' y ``escándalos''.
El mismo hecho llevó a la conexión de una mujer, cuyo familiar había sido víctima del mismo personaje, con Jason Berry, autor de un libro premiado en Estados Unido: Lead us not into temptation: catholic priests and the sexual abuse of children.
Después de una larga y minuciosa investigación, Jason Berry y el reportero Gerald Renner comprobaron la veracidad de las denuncias y revelaciones previas que habían sido encubiertas durante 40 años.
Su trabajo, presentado en uno de los más prestigiados y antiguos diarios de Estados Unidos, fundado en el siglo XVIII, el Hartford Courant, de Connecticut, impactó a la directiva de los legionarios.
Inside the Vatican y national catholic reporter presentaron trabajos que involucran el tema. En México, algunos decidieron no tratarlo.
Marcial Maciel respondió negando todos los actos que se le atribuían. ``A pesar del daño moral sufrido -decía-, ``prefería perdonarlos y rezar por ellos para que recobraran la paz y remover de sus corazones cualquier resentimiento que explicara su actitud''.
En respuesta, Barba Martín expresa: ``Como cristianos tenemos la obligación de perdonar, pero como parte de una sociedad abierta no podemos arrogarnos el perdón que sólo corresponde a esa sociedad.
``En diciembre de 1996 fuimos falsamente acusados, como grupo, de haber conspirado contra el padre Maciel, por parte de ex compañeros con quienes antaño nos unía, creíamos, un anhelo y un elevado ideal común. Jamás los invitamos a nada negativo ni les sugerimos malevolencia'', afirmó.
Agrega que si bien hay delitos que prescriben en el derecho positivo, ``en la naturaleza espiritual de la Iglesia hay cosas que trascienden y permanecen'', y la Iglesia debería permitir, como lo evidencia la dinámica de la historia y plantea San Agustín, ``que de las cosas malas salgan buenas y sea posible la esperanza de la reconstrucción''.